Nuevo método para obtener un compost de calidad y que se ajuste a la normativa

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El grupo BIO-175, dirigido por el profesor del área de Microbiología, Joaquín Moreno, de la Universidad de Almería ha realizado una investigación sobre el proceso de compostaje a escala industrial con la que ha determinado que a pesar de la heterogeneidad y diversidad que supone cada proceso de compostaje, es posible llegar a obtener productos de calidad que cumplan con la legislación vigente.

La transformación adecuada de la materia orgánica y la calidad final de un compost bien elaborado dependen de la composición cualitativa y cuantitativa de los microorganismos asociados con los materiales compostados. Sin embargo, conocer en profundidad la comunidad microbiana que conforma una pila de compost no es tarea fácil, debido sobre todo a las limitaciones de los medios de cultivo que se utilizan rutinariamente en el laboratorio. De hecho, se estima que solo del 1 al 10 por ciento de los microorganismos que habitan una pila de compost son cultivables, lo que dificulta el conocimiento certero de qué microorganismos son los protagonistas del proceso.

Además, si a este hecho se le añade la enorme complejidad y heterogeneidad que puede aportar un material residual de forma previa a su compostaje, nos encontramos con productos finales que pueden ser muy variables, a pesar de que a nivel legislativo deben cumplir con una serie de estrictos estándares.

Es posible fabricar compost de calidad con cualquier residuo

El trabajo de los investigadores de la Universidad de Almería ha permitido saber que pese a esta heterogeneidad de los materiales de partida y de enorme diversidad mostrada por la microbiota específica de cada proceso de compostaje, es posible llegar a obtener productos de calidad.

Esta investigación de la UAL ha puesto de manifiesto el enorme inconveniente derivado de la falta de homogeneidad y repetitividad de los procesos de compostaje a escala industrial. Ambos aspectos derivan en la obtención de compost extremadamente diferentes desde un punto de vista físico-químico-microbiológico, y de una calidad apenas predecible. La magnitud del problema es tal que la naturaleza “biodiversa” de los materiales de partida, podría hacer pensar a muchos expertos que la estandarización de los procesos de compostaje es prácticamente imposible y, en consecuencia, la determinación de indicadores correctos de calidad del producto final, podría ser un reto difícil de lograr.

Son numerosas las investigaciones en materia de compostaje que se han centrado en la posibilidad de predecir la calidad del compost en función de parámetros tan básicos como el porcentaje de materia orgánica, la relación C/N, los índices de humificación y nitrificación o infinidad de indicadores enzimáticos derivadas, casi exclusivamente, de la actividad microbiana en el interior de las pilas. Sin embargo, gracias a los avances recientes en metagenómica del proceso de compostaje, se ha puesto de manifiesto la complejidad de esta predicción, ya que la biodiversidad microbiana del compost puede ser casi exclusiva de cada proceso.

Este hecho refleja la enorme versatilidad metabólica que muestran distintos grupos microorganismos a la hora de biotransformar residuos orgánicos de carácter antropogénico de muy distinta naturaleza. La investigación llevada a cabo por la UAL concluye que en condiciones óptimas, durante el proceso de compostaje a escala industrial, actores distintos (microorganismos y residuos orgánicos) y rutas distintas (metabolismo y factores ambientales), pueden dar lugar a compost que cumplen con los estándares de calidad.

En los últimos años, debido a los graves problemas ambientales relacionados con la generación y acumulación de desechos antropogénicos, el compostaje se ha convertido en una alternativa ecológica y sostenible, destinada a la revalorización de residuos orgánicos que, por otra parte, poseen un enorme valor agronómico. Los residuos susceptibles de ser compostados muestran una enorme variabilidad, abarcando desde restos vegetales procedentes de la agricultura intensiva, hasta residuos sólidos urbanos, lodos procedentes de la depuración de aguas residuales, o cualquier otro tipo de residuo orgánico procedente de la industria agroalimentaria.

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