La UMH lidera un estudio que concluye que los suelos de la Patagonia chilena son muy vulnerables a la degradación por los incendios forestales

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Miembros del Grupo de Edafología Ambiental de la Universidad Miguel Hernández (UMH) de Elche lideran una investigación con muestras de suelos del Parque Nacional de las Torres del Paine en la Patagonia chilena, que sufrió un gran incendio forestal en 2011. Según las conclusiones de este estudio, los suelos de este Parque son especialmente vulnerables a la degradación como consecuencia de los incendios forestales. Este primer trabajo de la investigación en Torres del Paine ha sido publicado en la revista Spanish Journal of Soil Science.

Además de la UMH, en el estudio participan investigadores de la Pontificia Universidad Católica de Santiago de Chile, así como de México y Alemania. Según el equipo investigador, los incendios forestales son un fenómeno común a nivel mundial, con algunos ecosistemas como, por ejemplo, el Mediterráneo más adaptados a esta perturbación que otros. Los efectos de los incendios en las propiedades del suelo de regiones de latitudes altas como es la Patagonia chilena son poco conocidos. El catedrático de Edafología de la UMH Jorge Mataix Solera e investigadores chilenos realizaron en 2019 un muestreo de suelos y trabajo de campo en diferentes sectores representativos del Parque Nacional de las Torres del Paine afectados por el incendio.

En concreto, el equipo investigador evaluó el estado del suelo en 5 áreas del Parque y siguieron los transectos donde se había monitorizado la recuperación de la vegetación desde que ocurrió el incendio. Además, tuvieron en consideración sitios no afectados como referencia (controles) en cada uno de los sectores representativos.  En los 5 sectores se encontraron altos valores de materia orgánica, aunque en 3 de ellos los valores en las zonas quemadas fueron significativamente menores que en las zonas control de referencia. La mayoría de las áreas estudiadas, quemadas o controles presentaron altos valores de repelencia al agua. Según los autores del trabajo, “la textura arenosa del suelo y los altos contenidos de materia orgánica hacen a estos suelos muy susceptibles de mostrar repelencia al agua. Son suelos jóvenes, hay que tener en cuenta que toda la zona estaba ocupada por hielo en la última glaciación y los suelos comenzaron a formarse a partir del retroceso del mismo y en esas condiciones frías, los procesos son lentos y los suelos muestran un escaso desarrollo estructural”.

 Esta condición, sumada a los altos valores de repelencia al agua, los hacen muy vulnerables a los procesos de erosión post-incendio, lo que preocupa especialmente, según los resultados, a las áreas dominadas por estepas y matorrales, con condiciones edáficas más vulnerables a estas perturbaciones, ha matizado el profesor de la UMH Jorge Mataix.

Aunque una de las principales preocupaciones del Parque ha sido la regeneración natural de importantes especies arbóreas como la Lenga (Nothofagus pumilio), que no regenera bien tras el fuego y podrían ser reemplazadas por otras especies arbustivas y herbáceas, este estudio concluye que se debe prestar, también, especial atención al suelo debido a su vulnerabilidad. El profesor de la UMH recomienda, por tanto, medidas para proteger los suelos o acelerar la recuperación en estas áreas cuando puedan ocurrir nuevos incendios forestales, causados por el hombre.

Restaurar el bosque nativo de lenga

La lenga es uno de los bosques nativos chilenos más extensos a nivel nacional y se encuentra desde la Región del Maule, en la zona alta de la Cordillera de los Andes, hasta el Cabo de Hornos. En la Región de Aysén, particularmente a partir de la década de 1940 con la llegada de colonizadores, se quemaron cerca de tres millones de hectáreas de bosques de esta especie, con el fin de habilitar campo para el desarrollo de actividades agrícolas, especialmente ganadería.

A mediados del siglo pasado, la Corporación Nacional Forestal (Conaf) comenzó a realizar esfuerzos para reforestar con plantaciones de especies exóticas, principalmente para estabilizar los suelos que se encontraban con signos de degradación.

“Actualmente, la Región de Aysén cuenta con más de 32 mil hectáreas (ha) de plantaciones forestales con especies exóticas y más de mil ha de bosques mixtos, siendo las principales especies utilizadas las coníferas Pinus contorta, P. ponderosa, P. sylvestris y Pseudotsuga menziesii. La Reserva Nacional Coyhaique es una zona montañosa que genera agua, por lo tanto, necesitaba de árboles”, sostuvo el profesor Álvaro Promis, académico de la Facultad de Ciencias Forestales y de la Conservación de la Naturaleza (CFCN) de la U. de Chile.

A principios de este siglo, Conaf comenzó un proyecto, explica el profesor Promis, ya que las plantaciones de coníferas estaban grandes y maduras para ser taladas. “Las cortaron y esa materia prima sirvió para iniciativas de apoyo social a sectores de la población más vulnerable, como la construcción de muebles, leñeras, camas”, afirmó.

De acuerdo a la literatura, las plantaciones forestales exóticas, como las coníferas en monocultivos, modifican y reducen funciones ecosistémicas, tales como el microclima, la estructura y la diversidad de especies; por lo que había que diversificar la reforestación. En este sentido, se realizó un proceso participativo con las comunidades aledañas a la Reserva Nacional Coyhaique, las que querían recuperar su patrimonio natural con plantaciones de bosque nativo de lenga.

“La restauración, a través de la conversión de plantación a bosque nativo, se han realizado a través de aberturas parciales al dosel arbóreo; principalmente a través de fajas, cortas de protección y tala rasa. Posteriormente, para restituir las condiciones vegetales originales, se han realizado plantaciones con especies arbóreas de estos bosques, tales como Nothofagus pumilio, N. domebyi y N. antarctica”, explicó el profesor Promis, señalando que estas actividades no han sido evaluadas con precisión.

Por otro lado, advierte el académico, no se han probado actividades como la siembra directa ni la incorporación de especies arbustivas, lo que podría disminuir los costos y favorecer el proceso de restauración.

Álvaro Promis.

Desarrollo del proyecto

El proyecto del Fondo Investigativo de Bosque Nativo (FIBN) 032/2019 de Conaf, “Evaluación de prácticas de conversión que favorezcan la restauración de bosques del tipo forestal Lenga en plantaciones de coníferas exóticas”, liderado por el profesor Promis, centra su investigación en encontrar la mejor fórmula para permitir el desarrollo de esta especie de bosque nativo.

“La plantación de lenga es una actividad de alto costo económico, frente a ello, una posibilidad es sembrar semillas. En ese contexto, este proyecto plantea descubrir en cuáles condiciones ambientales se desarrolla mejor la planta de lenga, se adapta, sobrevive y tiene un crecimiento adecuado a partir de la germinación”, puntualizó el profesor Promis, destacando que se trata de una iniciativa innovadora por el objetivo y, a su vez, muy emblemática, por el significado de recuperar el bosque nativo para las comunidades de la zona.

Dependiendo de las especies, una plantación puede costar desde el medio millón hasta los diez millones de pesos aproximadamente por hectárea. Siendo más económica, la estrategia de que el bosque se desarrolle a partir de la germinación, se debe encontrar la conjugación ideal de condiciones ambientales de cantidad de luz, temperatura y humedad, entre otras; así como también factores de seguridad para proteger la semilla.

“Las semillas se las comen principalmente los ratones, liebres, zorros, pájaros, roedores en general. En la Reserva Nacional Coyhaique hay mucha presencia del ratón cola larga. Una de las hipótesis del proyecto es que la hojarasca, capa de hoja caída que se forma sobre el suelo, del mismo bosque de lenga, podría servir de escudo natural para las semillas y así permitir su germinación y crecimiento, pero la de Pino podría afectar negativamente”, aclaró el profesor Promis, advirtiendo que aún hay más factores que inciden en el éxito del crecimiento de una planta, por lo que se trata de un proceso complejo poder romper el periodo de latencia de la semilla y que la planta alcance un crecimiento que le permita convertirse en un árbol.

Para la realización del proyecto se trabaja en ensayos experimentales en la misma Reserva y en laboratorio, con un equipo en el que también participan el profesor Daniel Soto, académico de la Universidad de Aysén, la ingeniera forestal Andrea Ríos y estudiantes de la CFCN que están realizando su tesis sobre el tema. Además de semillas de lenga, se está evaluando la germinación y crecimiento de otras especies nativas de la zona como calafate, maitén, notro, coñires y coigüe.

Como parte del proyecto y con el fin de involucrar a la comunidad en la recuperación de su patrimonio natural, escuelas, organizaciones sociales y vecinales, guardaparques y quienes tengan interés, podrán participar de los talleres de educación ambiental que se ofrecerán sobre ecosistema, colecta de semilla, identificación de las plantas del sector, entre otros aspectos claves que promuevan la conservación de las especies de bosque nativo y la biodiversidad que alberga.

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