Unas 200 millones de mujeres en todo el mundo han sido víctimas de la mutilación genital femenina y se estima que unas 24.000 niñas en España pueden sufrir la ablación. Hoy, Día de la Mujer es una buena fecha para recordar esta práctica salvaje y conocer cómo se está combatiendo en nuestro país.
La mutilación genital femenina es una práctica ancestral, extendida por una treintena de países, la mayoría en África, pero también en Oriente Medio y Asia. Es un rito de iniciación, una tradición que marca a las niñas de por vida y que es entendida en las comunidades donde se realiza como un acto de purificación necesaria para la niña, como un paso necesario para la entrada en la edad adulta.
En torno a ella hay supersticiones, creencias culturales, tradiciones y, en el fondo, es el resultado de una sociedad patriarcal que demoniza a la mujer sexualmente activa. Y al mismo tiempo, a cada ablación acompaña una serie de problemas de salud que afectarán a la niña durante toda su vida y una herida psicológica profunda.
200 millones de mujeres, víctimas de la ablación
La Organización Mundial de la Salud calcula que hay más de 200 millones de mujeres y niñas que han sido sometidas a alguno de los cuatro tipos de mutilación genital. Y esta práctica también ha llegado a países europeos convertidos en destino de inmigrantes de las zonas donde se practica la ablación.
El Ministerio de Sanidad calcula que en nuestro país hay más de 17.000 niñas están en riesgo de ser víctimas de la mutilación genital, mientras que la Fundación Wassu de la Universidad Autónoma de Barcelona eleva el número de niñas en riesgo hasta 24.000.
A pesar de estas cifras alarmantes, el número de casos registrados en nuestro país es muy reducido, según Médicos del Mundo, y los que se dan suelen producirse en visitas a sus países de origen. Y en parte, el bajo número de ablaciones cometidas sobre niñas residentes o nacidas en nuestro país se debe a que ha llegado el mensaje de que esta práctica es una agresión a la mujer y que puede haber consecuencias legales.
Son las mismas mujeres africanas, en muchos casos víctimas de mutilación genital femenina, las que se encargan de trabajar en la erradicación de esta práctica tan antigua como cruel. Explican a los miembros de su comunidad el poco o nulo sentido que tiene esta práctica en nuestra sociedad y el daño físico que se le causa a las niñas, con consecuencias directas en su vida sexual, que pueden desencadenar además problemas de tipo psicológico.
Las mismas mujeres víctimas de ablación trabajan en la erradicación de esta práctica
“Pedagogía, pedagogía y más pedagogía”, dice la antropóloga social de la Universidad de Almería, Ángeles Arjona. Para esta experta, combatir la mutilación genital femenina pasa por hacerles ver a los padres y madres que esta práctica no tiene sentido.
La mutilación genital, solo en algunas etnias
La mutilación genital femenina se da en ciertas etnias de la treintena de países del mundo que la practican. Es un rito ancestral que marca el paso de niña a mujer y en las comunidades donde se hace es visto como una especie de fiesta. De hecho, así es vista por muchas mujeres que han sido ‘cortadas’. Tienen un recuerdo agridulce de su mutilación. Recuerdan con pavor el momento del corte, recuerdan el dolor terrible que les produjo la amputación de parte de sus genitales. Pero al mismo tiempo, lo evocan como un momento alegre para ellas y para su comunidad, porque en las zonas donde se realiza esta práctica, se entiende la mutilación genital femenina como un rito con el que las mujeres se incorporan al grupo y ya están preparadas para poder casarse.
Así lo cuenta Ismael Jiménez Ruiz, actualmente profesor ayudante del Departamento de Enfermería de la Facultad de Ciencias de la Salud de la Universidad de Alicante y autor de varias investigaciones sobre la ablación realizadas durante su periodo formativo en la Universidad de Murcia, entre ellas, su tesis doctoral, dedicada a la mutilación genital femenina, vista desde la Enfermería y la cultura. Este investigador destaca la falta de información de las familias como uno de los principales problemas en torno a este rito. Las familias que defienden y practican la mutilación genital femenina no saben nada de las consecuencias para la salud y, mucho menos, para el estado psicológico de las niñas que han sido sometidas a esta tradición salvaje.
“Las consecuencias sobre la salud son muy diversas. Puede haber consecuencias puramente físicas a corto plazo, como pueden ser hemorragias, infecciones y shock y la muerte; o a más largo plazo. Estamos hablando de que se produce un corte en los genitales y se produce una cicatrización. Cuando es patológica puede dar lugar a una cicatrización que genere quinoides, se pueden producir quistes vulvares, aumenta la vulnerabilidad a enfermedades de transmisión sexual, sintomatología urinaria… todo derivado de la sustitución de un tejido elástico como el de los genitales, a la conversión en un tejido rígido y fibroso que es de la cicatriz”, explica Ismael Jiménez.
La mutilación genital femenina puede provocar hemorragias, infecciones e incluso, la muerte
Pero las consecuencias de la mutilación genital femenina no se quedan ahí, ya que también puede generar problemas de tipo obstétricos, porque se produce un estrechamiento del introito vaginal y pueda dar lugar a problemas durante el parto y, consecuentemente, un aumento de las cesáreas. Este experto en enfermería añade que de la ablación pueden derivarse problemas de infertilidad, debido al cambio producido en la estructura de los genitales, que facilita infecciones recurrentes que, si ascienden, pueden llegar hasta el ovario.
¿Cuántas niñas residentes en España han sido ‘cortadas’?
Es muy difícil calcular cuántas niñas residentes o nacidas en España están en riesgo de sufrir la mutilación, así como cuántas mujeres ya la tienen hecha, porque no hay una estadística específica. El único dato de referencia es el número de niñas cuya familia es originaria de los países donde se practica la mutilación genital femenina, que se estima entre 17.000 y 24.000, pero aún así es un cálculo poco preciso, necesita un cribado mucho más preciso para detectar los verdaderos casos de riesgo.
Por este motivo, en la Región de Murcia se puso en marcha un proyecto piloto en el municipio de Lorquí en 2014, para la prevención de la mutilación genital femenina, coordinado por Carolina Alcón. En el marco de este programa se realizaron una serie de entrevistas con personas procedentes de países en los que se practica la ablación, que tenían hijas menores de quince años.
En el proyecto trabajó, además del servicio de enfermería del centro de salud del municipio, trabajadores sociales y educadores. A través del padrón poblacional vieron cuántas personas del municipio se encontraban en el grupo de riesgo. Los equipos contactaron con estas familias y concertaron una entrevista. Con ellas se hace un primer cribado donde no directamente, pero se pregunta sobre mutilación femenina y se empieza a indagar sobre país de procedencia, la etnia… porque la ablación no se da en el conjunto de todos los países, sino en ciertas etnias. Si pertenece a una etnia en la que no se da la mutilación pues se descartaba. “En la prueba se detectaron seis casos de riesgo, de los cuales dos se descartaron porque eran familias que no estaban de acuerdo con la mutilación, pero un caso se detectó una familia con cuatro niñas en las que tres de ellas ya estaban mutiladas. Una hija menor todavía no había sido mutilada, pero la familia era favorable a hacerlo. Además se detectó que habían previsto un viaje al país de origen, que es cuando realizan la mutilación. Entonces, Fiscalía retiró el pasaporte a la menor para que no pudiera viajar hasta que no tuviera los 18 años”, explica Ismael Jiménez.
Las familias no saben las consecuencias en la salud de la ablación
La actuación de las autoridades es necesaria en casos de peligro inminente, pero los expertos que trabajan en la erradicación de esta práctica prefieren una intervención desde el ámbito social y educativo. “Nosotros detectamos una niña en riesgo y lo que intentamos es cambiar esa concepción. Principalmente porque la mayor parte de las familias no consideran que hay una relación entre la mutilación y las complicaciones para la salud. Hablamos con ellos, les hacemos ver que hay problemas para la salud”, aclara el investigador de la Universidad de Alicante.
Las justificaciones que da la familia para realizar la ablación son muy dispares, pero en la mayoría de ellas se encuentra una mezcla de superstición, creencia y desconocimiento. Razones tan alejadas de la realidad como que con el ‘corte’ se evita que crezcan los genitales femeninos o que simplemente a los hombres les genera rechazo unos genitales femeninos sin mutilar.
“Sí es cierto que si esa actuación preventiva se hace bien, la familia abandona la práctica, porque nadie quiere hacer daño a sus hijos, sino que realizan la mutilación porque es un rito cultural y es necesario para que una niña se haga mujer, encuentre marido, pueda seguir desarrollándose dentro de su comunidad”, comenta Ismael Jiménez.
El por qué la mutilación genital femenina?
Este investigador de la Universidad de Alicante también se ha acercado a la comunidad de inmigrantes de países donde se practica la ablación, para conocer “de primera mano” las justificaciones y los motivos por los que se realiza la mutilación genital femenina. Entonces, este grupo se acercó asociaciones de inmigrantes, como Murcia Acoge, que les pusieron en contacto con una veintena de hombres de estas comunidades. “Entablamos una relación de confianza para terminar hablando de la mutilación genital femenina. No planteamos el tema directamente, sino que lo hicimos después de varias entrevistas con cada uno de ellos, con las que nos ganamos su confianza. Llegamos a población de Senegal, de Mali y Gibuti. Cada uno utiliza una justificación diferente, pero lo que sí había en común era el control de la sexualidad femenina y el miedo a la sexualidad femenina”. Los investigadores encontraron unas diferencias culturales enormes y también que, la mayoría de los hombres participantes en estas entrevistas estaban de acuerdo con la práctica de la mutilación genital femenina, porque la entienden como un rito de paso de niña a mujer, “cuando hacen el corte ya pasan al mundo de las mujeres”.
Protocolo para prevenir la ablación
La Región de Murcia acaba de incorporar un protocolo para prevenir la ablación y se convierte así en la cuarta comunidad autónoma que cuenta con un plan propio para erradicar esta salvaje práctica, junto a Cataluña, Aragón y Navarra. El plan se enmarca en el Plan Estratégico de Igualdad de Oportunidades 2016-2020.
El protocolo que se acaba de implantar en Murcia parte del aprobado por el Ministerio de Sanidad en 2015. En él se establecen una serie de medidas para detectar la mutilación de las niñas cuando viajan con sus familias a sus países de origen, ya que las menores deben someterse a una inspección médica de reconocimiento genital antes de la salida de España y también a su regreso. Esta nueva norma obliga a los padres a firmar un documento de compromiso que asegura que no practicarán la ablación a sus hijas.
En Andalucía no se ha dado el paso para implantar de forma sistemática el protocolo en los centros de atención sanitaria, sin embargo, sí que se ha trabajado en la formación de los profesionales del ámbito sanitario y social, para poder detectar casos de riesgo. La consejera de Igualdad y Políticas Sociales, María José Sánchez Rubio, presentó el pasado verano una guía para profesionales para prevenir y actuar ante la mutilación genital femenina. Este documento nació para contribuir a la prevención de la mutilación de las más de 1.500 niñas menores de 14 años que viven en Andalucía y que pertenecen a familias procedentes de países que realizan esta práctica. En la guía andaluza se explican las razones por las que se realiza la ablación, con el fin de que los profesionales que se encuentren estos casos sepan desmontar los argumentos trabajando con las familias. Del mismo modo, en él hay una explicación detallada de las consecuencias para la salud de la ablación y un apartado dedicado a los aspectos jurídicos, en el que se detallan los derechos humanos que se vulneran con esta práctica y la legislación nacional e internacional que la definen como delito. Y también incluye una parte en la que se explican los pasos a seguir en por trabajadores sociales, profesorado o personal sanitario en la prevención, en casos de riesgo inminente o cuando hay sospecha de haberse realizado ya la práctica.
La mutilación genital femenina es una práctica salvaje y absurda. Tiene un origen cultural, pero es inconcebible en un mundo que defiende los derechos humanos y la libertad de las mujeres, víctimas una vez más de una sociedad patriarcal que las somete y controla.