El grado de popularidad de las especies determina en gran parte los esfuerzos para su protección

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Un estudio en el que han participado el Museo Nacional de ciencias Naturales (MNCN) y la Estación Biológica de Doñana, en ambos casos dependientes del CSIC, analiza los efectos negativos que la popularidad de las especies pueden tener en los programas de recuperación. En concreto, los expertos han constatado que el grado de popularidad de esas especies influye en su protección, con especies poco amenazadas que se benefician de programas de reintroducción, mientras que otras poco conocidas pero con una situación alarmante, apenas reciben atención.

La reintroducción y refuerzo de poblaciones es una herramienta muy usada en los proyectos de conservación de la biodiversidad. En este estudio, los investigadores analizan cómo encajan en las estrategias de conservación las razones técnicas y sociales que llevan a iniciar un proyecto de este tipo. “La popularidad de una especie puede ser útil para apoyar proyectos para especies muy amenazadas, es lo que ocurre cuando hay sinergia entre la amenaza que sufre la especie y su popularidad, pero cuando los efectos de la popularidad son independientes al grado real de amenaza se produce un fallo estratégico y se termina dedicando esfuerzos desproporcionados a especies no amenazadas o esfuerzos escasos a especies poco conocidas”, explica el investigador del MNCN Mario Díaz.

En 2012 el grupo de investigadores recopiló información de los proyectos de conservación, llevados a cabo en las últimas dos décadas, que incluían reintroducciones de vertebrados terrestres y peces continentales. Un total de 174 proyectos que afectan a 82 de las 527 especies españolas. Para medir el grado de conocimiento o notoriedad de cada especie emplearon tres indicadores: el tamaño corporal, pues las especies mayores tienden a ser más conocidas, así como el número de veces que se obtenía el nombre de la especie, científico o común, en dos buscadores distintos de Internet. El grado de amenaza lo obtuvieron de las listas de especies amenazadas de organismos nacionales e internacionales, así como de la ley española que regula la protección de la biodiversidad.

Respecto a la influencia de la amenaza real y la popularidad en los proyectos de reintroducción de especies los investigadores describen tres escenarios: Cuando existe correlación entre la popularidad de la especie y su grado real de amenaza, mejora el funcionamiento del proyecto. Es el caso del lince ibérico, Lynx pardina, o el ibis eremita, Geronticus eremita. La ausencia de popularidad explica en parte por qué no se trabaja con especies muy amenazadas pero apenas conocidas, como las lagartijas endémicas de montaña del género Iberolacerta o las especies de pequeños peces de río de los géneros Anaecypris, Squalius o Cottus.

El último escenario es el que se da con especies como el búho real, Bubo bubo, la nutria, Lutra lutra o el camaleón, Chamaeleo chamaeleon, especies muy populares pero poco amenazadas cuyas poblaciones se ven reforzadas con proyectos de reintroducción no tan necesarios.

“Hay otros factores, como las cuestiones técnicas o la disponibilidad de fondos, que también influyen y determinan la viabilidad de un proyecto. Lo más preocupante es que popularidad y grado de amenaza tienen influencias independientes y de la misma magnitud. Este hecho implica una alta proporción de errores estratégicos”, matiza Díaz. “Para evitar estos fallos hay que separar claramente las reintroducciones dirigidas a recuperar poblaciones salvajes de las que tienen fines sociales o educativos. Asimismo, es necesario aplicar criterios que evalúen objetivamente la necesidad y viabilidad potencial de los proyectos antes de iniciarlos. Así se dirigirían los escasos recursos para la conservación a la biodiversidad amenazada de modo más eficaz”, concluye Díaz.

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