El CSIC y la UAL elaboran un método para conservar las pinturas rupestres de la ‘segunda capilla Sixtina’ de la Prehistoria

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Las pinturas rupestres se encuentran entre las huellas más apreciadas de nuestros antepasados remotos. Tras miles de años en la pared de las cuevas, estas pinturas muestran una fragilidad especial ante cualquier agente del medio y también por los microorganismos asociados a la actividad humana. Para frenar el deterioro del arte rupestre, un equipo en el que participan el Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) y la Universidad de Almería (UAL) han desarrollado una estrategia efectiva para a conservación de estas pinturas, basada en los estudios realizados en la asturiana Cueva Pindal.

Muestra de las pinturas rupestres de la cueva de El Pindal / María González-Pumariega

Los resultados de este estudio publicado en Science of the Total Environment, en el que participan investigadores del Museo Nacional de Ciencias Naturales (MNCN), El Instituto de Recursos Naturales y Agrobiología de Sevilla IRNAS), ambos del CSIC, junto a las universidades de Almería, Alcalá de Henares y Alicante, son extrapolables a otras cuevas con características similares.

Cuál es la estrategia para conservar las pinturas rupestres de Cueva de Pindal

La estrategia para conservar pinturas rupestres como la de la Cueva de Pindal pasa por identificar y analizar los microorganismos presentes en la cueva, a fin de comprender sus requisitos ambientales y nutricionales. 

En las cuevas, térmicamente estables, sin luz solar y con altos grados de humedad, existe una gran diversidad de microorganismos que forman extensos biofilms (comunidades microbianas que crecen sobre una superficie). Estos biofilms pueden dañar el arte rupestre al adherirse a las pinturas y grabados, deteriorando las capas de pigmento y su soporte.

“Algunos microorganismos de las cuevas son visibles a simple vista, mientras que otros permanecen invisibles en el sistema poroso de las rocas y los sedimentos. En la cueva de Pindal es habitual encontrar biofilms amarillos, que es en los que hemos centrado nuestros análisis”, contextualiza Tamara Martín-Pozas, investigadora del MNCN. “Gracias al enfoque multidisciplinar que hemos desarrollado, que aúna la utilización de técnicas de biología molecular, microscopía y monitorización ambiental, hemos podido comprender la dinámica de la formación de los biofilms en la cueva”, continúa.

 

Detalles de los biofilms amarillos que se desarrollan en la superficie de la cueva. /Tamara Martin-Pozas y Elsa Duarte.

Qué factores favorecen la aparición de microorganismos y el deterioro de las pinturas

“En el estudio hemos identificado los microorganismos más característicos en los biofilms amarillos, incluyendo bacterias de los géneros wb1-P19, Crossiella, Nitrospira y Arenimonas”, aclara Sergio Sanchez-Moral. La investigación ha revelado los condicionantes ambientales que favorecen la formación de los biofilms. “Uno de los factores más determinantes es la condensación, que aumenta con la presencia humana en la cueva, especialmente en las zonas con arte rupestre. Por lo tanto, proponemos controlar localmente los procesos de condensación y evitar que las actividades en el interior de la cueva provoquen dicha condensación” apunta el investigador del MNCN.

El transporte de partículas de sedimento a través de las corrientes de aire parece ser otro mecanismo clave en la formación y proliferación de biofilms, señala Sanchez-Moral. Dado que la suspensión de partículas aumenta con las actividades antropogénicas, una de las medidas sugeridas en el estudio es la instalación de rejillas metálicas en las áreas más transitadas de la cueva. “Esta medida es eficaz y de bajo impacto, y puede reducir significativamente la resuspensión de partículas de sedimentos causada por las visitas turísticas”, aclara Martin-Pozas.

“Seguir descubriendo los procesos de formación de biofilms, las estrategias nutricionales de los microorganismos, así como sus mecanismos de dispersión es esencial para preservar el arte rupestre y los ecosistemas únicos de, entre muchas otras, cuevas como la de Pindal, que fue declarada Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO en 2008, dentro del conjunto Cueva de Altamira y arte rupestre paleolítico de la cornisa cantábrica”, concluye Sanchez-Moral.