La relación entre la cáncer y contaminación parece estar cada vez más clara. Diversos estudios realizados a nivel nacional así lo corroboran y permiten dibujar una serie de mapas en los que se puede establecer una relación entre las emisiones de gases contaminantes, contaminación del suelo y casos de muerte por esta enfermedad.
El área de agricultura intensiva de Almería, Granada y Murcia, por arsénico; el entorno de Carboneras (Almería) debido a las emisiones de las plantas industriales y energéticas que hay instaladas en el municipio; la franja que va desde Lorca a Cartagena, debido a la contaminación provocada por plantas de residuos, energéticas e industriales. Todas ellas son puntos calientes, donde el número de muertes provocadas por cáncer es superior a la media y a lo que ocurre en otros puntos del país. Son datos que hacen pensar y que invitan a una serie de investigaciones más profundas, que aporten más información sobre esta realidad.
Cáncer, segunda causa de muerte en España
El cáncer es la segunda causa de muerte natural en nuestro país, según los últimos datos publicados por la Instituto Nacional de Estadística, referidos a 2015, con una tasa de 240 fallecidos por cada 100.000 habitantes, y solamente superada por las muertes asociadas a fallos del sistema cardiovascular, que registraron una tasa de mortalidad de 267,6 fallecidos por cada 100.000 habitantes.
El aumento de la esperanza de vida y unos hábitos de vida menos saludables de lo que es aconsejable están detrás de estos fallecimientos por cáncer, pero también hay un factor más sobre el que se llama la atención en cada vez más investigaciones, y es la relación existente entre cáncer y contaminación.
Cáncer y contaminación, un 17% más de mortalidad
El último estudio publicado al respecto ha salido del Centro Nacional de Epidemiología del Instituto Carlos III. Pone de manifiesto una relación entre cáncer y contaminación, ya que los municipios que albergan industrias contaminantes registran una tasa de mortalidad por cáncer hasta un 17% mayor que el resto.
De este trabajo ha resultado un mapa de municipios expuestos a sustancias cancerígenas, en el que se pueden ver las zonas con más riesgo. Entre ellas, el oeste andaluz, especialmente Huelva, Sevilla y Cádiz; el País Vasco y Navarra; así como la franja del Levante, con focos destacados en el interior de Murcia y Cartagena, Valencia y el litoral de Tarragona y Barcelona.
El estudio dirigido por el investigador del Instituto Carlos III, Pablo Fernández-Navarro, no afirma directamente que la contaminación de esos centros industriales sea la responsable de los mayores índices de mortalidad por cáncer, porque se trata de un trabajo en el que no se han tenido otras cuestiones como pueden ser la tasa de fumadores o la acción del viento para liberar de contaminación al núcleo habitado. “El mecanismo causal por el que se produce el cáncer es imposible identificarlo en este tipo de estudios, pero sí podría indicar que la contaminación industrial de algún tipo podría estar participando en él. Por ello habría que hacer estudios posteriores analizando en detalle esta contaminación para poder descartar o no la implicación real”, explica a Nova Ciencia este investigador.
“La contaminación industrial de algún tipo podría estar participando en mecanismo causal del cáncer”.
Estos estudios invitan a la reflexión y ponen de manifiesto una realidad que no puede obviarse, como el hecho de que en lugares industrializados, el número de muertes provocadas por cáncer es más elevada. “La hipótesis que subyace [en los estudios realizados por el equipo de Pablo Fernández-Navarro] es que algún o algunos de los contaminantes emitidos por las industrias son factores causales de algunos tipos de cáncer”. Y este mismo investigador afirma que estar expuesto a la contaminación industrial acaba teniendo consecuencias para la salud a largo plazo.
Este estudio se ha realizado en 8.100 municipios españoles, que están situados en un radio de cinco kilómetros de instalaciones industriales contaminantes. Y en ellos han detectado un número superior a la media de fallecimientos por tumores malignos del sistema digestivo, relacionados con el sistema respiratorio, de vesícula biliar, leucemias, de mama y de ovario.
Riesgo mayor junto a empresas que usan carbón
Es más, en este artículo sobre cáncer y contaminación, los investigadores el Instituto Carlos III encontraron un exceso de riesgo de mortalidad en industrias que emplean el carbón como combustible, como puede ser el caso de las centrales eléctricas, en torno a las que hay un incremento destacado de muertes por cáncer de pulmón y de vesícula.
Para llegar a estas conclusiones, los investigadores han empleado datos de mortalidad por cáncer de 2007 y 2010. Y piensan que la situación en la actualidad debe ser mejor, debido a que la industria ha tomado medidas para reducir sus emisiones contaminantes. “Nos consta que el sector industrial hace grandes esfuerzos en minimizar su impacto en el medio-ambiente y por tanto también en la salud año a año”, asegura Pablo Fernández-Navarro.
Contaminación de suelos, factor desencadenante del cáncer
Si la contaminación ambiental procedente de la industria es importante a la hora de analizar el origen de los casos de cáncer, también lo es la presencia del arsénico en el suelo. Este elemento químico es producido de manera natural por los propios suelos, debido a la erosión de las rocas o los incendios forestales. Aunque también su concentración se ve incrementada por emisiones industriales, de su uso como conservante de la madera y también de empleo como herbicida o insecticida.
“Nos consta que el sector industrial hace grandes esfuerzos en minimizar su impacto en el medio-ambiente”
El arsénico está presente en todo el país, pero registra unas concentraciones mucho más elevadas de lo normal en zonas como la zona occidental de la provincia de Granada, la mitad Sur de la provincia de Almería y el entorno del Campo de Cartagena, en la Región de Murcia. Los autores de este estudio, entre los que se encuentra también Pablo Fernández Navarro, no entran en el origen de la presencia de este veneno químico, pero resulta razonable pensar que en las zonas anteriormente citadas ha tenido mucho que ver la actividad agrícola y el uso de fertilizantes y pesticidas que contienen esta sustancia.
El artículo sobre cáncer y contaminación fue publicado también por el Centro Nacional de Epidemiología, perteneciente al Instituto Carlos III, y en él se ha detectado una relación estadística entre la presencia de este compuesto en los suelos y una mayor mortalidad por diferentes tipos de cáncer. Para su elaboración se valieron del Atlas Geoquímico elaborado por el Instituto Geológico y Minero de España, elaborado con muestras de suelos tomadas en 13.000 puntos diferentes del país, y se analizaron más de 800.000 muertes por cáncer en casi 8.000 municipios españoles, ocurridas entre 1999 y 2008.
Mayor mortalidad por cáncer de estómago en zonas contaminadas por arsénico
La conclusión a la que llegaron es que en los municipios con una concentración más elevada de arsénico se registró un índice mayor de mortalidad por cáncer de estómago, páncreas, pulmón cerebro y linfoma no Hodgkin. Sin embargo, a pesar de que los datos son claros, los investigadores no afirman que haya una relación directa entre la presencia de una concentración de arsénico más elevada y el aumento de la mortalidad en algunos tipos de cáncer, ya que en el desarrollo de la enfermedad intervienen muchos más factores.
“El tipo de estudios desarrollados podrían indicar asociaciones ecológicas que tienen que ser más profundamente analizadas (y más atendiendo a las limitaciones que tienen) para poder llegar a entender cuál es la relación causal que pueda estar operando en la asociación encontrada. Es decir, el mecanismo causal por el que se produce el cáncer es imposible identificarlo en este tipo de estudios, pero sí podría indicar que la contaminación industrial de algún tipo podría estar participando en él”, dice Fernández-Navarro.
La industria hace que se tripliquen los casos de cáncer infantil en Murcia
La Región de Murcia y más concretamente el entorno de Cartagena se ha convertido en uno de los puntos de concentración industrial muy destacado. Este rincón del Sureste aparece en ‘rojo’ en los diferentes mapas que retratan los índices de mortalidad por cáncer. Y una de las hipótesis que se manejan es que la contaminación de estas industrias tiene mucho que ver en la aparición de estos focos de la enfermedad.
Esta realidad queda patente en un estudio realizado por la Unidad de Salud Medioambiental del hospital de La Arrixaca, en Murcia, dirigido por Juan Antonio Ortega. Este trabajo ha servido para detectar un número de cáncer infantil inusualmente elevado en las cercanías de tres focos industriales, como son La Aljorra, donde hay una actividad importante de industria química y energética; Cabezo Beaza (Cartagena), que alberga a varias plantas dedicadas a la incineración de residuos peligrosos; y Lorca, donde se ubica una cementera que cerró sus puertas en 2013.
Pionero en afrontar la relación entre contaminación y cáncer infantil
Este trabajo es innovador en la medida en que es uno de los primeros en afrontar la relación entre contaminación y cáncer infantil y también por incorporar un sistema estadístico desarrollado expresamente para la ocasión, por parte de investigadores de la Facultad de Ciencias de la Empresa de la Universidad Politécnica de Cartagena.
Los responsables de este estudio sobre cáncer y contaminación aseguran que los resultados no son totalmente concluyentes y que se necesitan más evidencias para establecer una relación causa efecto entre contaminación y riesgo de cáncer infantil.
De nuevo sale a relucir la condición multifactorial de una enfermedad como el cáncer, que lleva a que resulte imposible encontrar el origen de un tumor solamente en una causa.
El análisis se ha realizado entre menores de quince años y en zonas como La Aljorra, los datos muestran el triple de casos de los que serían esperables en un municipio con esta población.
En el caso de Cabezo Beaza, los investigadores han encontrado cinco casos de linfoma no Hodgkin, cuando lo normal habría sido solo uno. Esta zona es especialmente conflictiva, dicen los investigadores, por la concentración de terrenos contaminados por metales pesados, como plomo, cadmio y arsénico; así como por elementos radioactivos derivados del fosgogisio, tales como uranio, torio y polonio, que se encuentran en el aire.
La Unidad de Salud Medioambiental ha manejado datos desde 1998 a 2015, un periodo en el que tiene registrados un total de 624 casos de cáncer infantil. Esta información les ha permitido comprobar cómo el número de casos de cáncer infantil se ha ido incrementando en un 52%. Y han encontrado que las leucemias constituyen el tipo de cáncer más común entre los menores de quince años, aunque el aumento de casos más destacado ha sido el de los linfomas no Hodgkin.
El Lorca, debido presumiblemente a la contaminación de la cementera que cerró en 2013, los responsables de este estudio encontraron tres casos de linfoma de Hodgkin, cuando lo que estadísticamente sería esperable era ninguno o, a lo sumo, uno.
Una lista amplia de sustancias carcinógenas
La lista de sustancias carcinógenas que se puede encontrar en el entorno de focos industriales es amplia, y en ella figuran elementos como hidrocarburos aromáticos, dioxinas, arsénico, benceno, partículas finas y ultra finas, y compuestos orgánicos volátiles.
Ya en 2013, la Organización Mundial de la Salud confirmó la relación directa de la contaminación atmosférica y el cáncer de pulmón. Sentó un precedente que han seguido estos estudios, que buscan esclarecer la relación de la contaminación industrial y las muertes por cáncer.
Aún no hay datos suficientes para establecer una causa efecto entre cáncer y contaminación, pero sí evidencias de que las emisiones contaminantes de las industrias y los metales pesados depositados en los suelos sí tienen una incidencia en el aumento de la mortalidad por cáncer. Y estos datos deben animar tanto a las administraciones como a la propia industria a seguir trabajando en la reducción de las emisiones contaminantes y a exigir la última tecnología que permita reducir la contaminación a la mínima expresión técnicamente posible. No sólo está en juego la calidad ambiental, sino la salud pública ciudadana.