El senderismo genera un impacto ambiental muy bajo en los espacios protegidos

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Muchas veces se han preguntado el impacto que sus salidas al campo tienen sobre el medio natural, cómo influyen y qué consecuencias tiene disfrutar de la naturaleza. Pues esas preguntas ya tienen respuesta o, al menos, un método para encontrarla, gracia al protocolo de evaluación del impacto del ocio sobre los espacios naturales, desarrollado por un grupo de investigación de la Universidad de Málaga.

 

El trabajo ‘Desarrollo metodológico sobre la evaluación de la capacidad para usos recreativos de los espacios protegidos’ presenta una serie de medidores, basados en los Sistemas de Información Geográfica (SIG), para cuantificar la capacidad de uso público de las zonas protegidas.

 

La experiencia piloto la han llevado a cabo en los senderos del Parque Natural de la Sierra de las Nieves, en Málaga, y, los primeros resultados revelan que, actualmente, la presencia de senderistas (cifrada en 10.000 visitantes anuales en los puntos de mayor afluencia) no repercute en una pérdida de biodiversidad. Es uno de los aspectos que se miden en los protocolos creados por este grupo de investigación. ¿Cómo? Volcando en un sistema informático información real de los senderos a escalas muy detalladas (entre 1: 3000 y 1: 10.000); los datos de estacionalidad de los visitantes y la cantidad de carga (es decir, cuántos y en qué momento); la vegetación existente, las características paisajísticas técnicas (el valor de lo que ve el senderista) … etc. “Todo eso se somete a unos procedimientos estadísticos que nos dan la relación entre número de senderistas y estado del entorno para medir el deterioro y la capacidad de carga física de éste”. 

Simultáneamente a estos trabajos más “físicos” se han realizado otros de corte socioeconómico. “A través de encuestas y entrevistas a los senderistas y a los agentes sociales de los municipios que integran el Parque Natural hemos querido analizar la relación entre senderismo y tejido socioproductivo rural”.

Senderistas y familias 

Así, han obtenido el perfil del visitante a este espacio protegido. Se trata de dos tipos de personas: el senderista, que «se adentra en el parque pero su talante es absolutamente proteccionista; suelen ser pocos y producir un impacto bajo». Y el visitante familiar, que «se concentra más cerca de los puntos de fácil acceso del Parque y que es por ello masivo». Sin embargo, no todo depende del número de visitantes. “A veces, por las características morfológicas de un área, por el tipo de fauna o flora, determinadas zonas se deberían recomendar como espacios libres de actividad o bien establecer mecanismos de visita que beneficien a todos, al entorno y al usuario”. 

El resultado de encuestas y entrevistas también pone de manifiesto que, “si bien no hay conflicto entre “visitantes” y “visitados”, sí hay un desencuentro en torno a las posibilidades económicas que la existencia del Parque Natural supone. Mientras parte de los visitantes afirman que no pueden adquirir productos típicos de la zona (fundamentalmente alimentarios) porque los establecimientos están cerrados cuando acaban sus itinerarios, la opinión de que el Parque Natural no reporta beneficios económicos a los municipios es frecuente entre sus habitantes”. 

Con todos estos elementos, han podido hacer una descripción integral de la situación del Parque Natural Sierra de las Nieves y su capacidad que servirá a los responsables públicos para gestionar de una manera más eficiente y beneficiosa las posibilidades que ofrece un espacio protegido sin perderlo. “Nos gustaría llegar a un acuerdo con la Junta de Andalucía para que se aplicaran estos protocolos a otros parques naturales de Andalucía”, afirma la profesora Gómez, ya que “en España, no hay instrumentos tan completos que permitan conocer la capacidad de uso público de los espacios protegidos». 

De momento, lo que sí han sacado en claro de esta investigación, además de los resultados mencionados, han sido nuevas líneas de investigación en las que trabajar, como es el caso de la protección de senderos. “Queremos llevar a cabo una valoración de los senderos antiguos a través de las fuentes históricas para ponerlos en valor, prepararlos para los nuevos objetivos de los mismos que, lejos de su función de vías de comunicación para el comercio mediante arriería o para el pastoreo, se han convertido en medios de disfrute y aventura, y así beneficiar al entorno rural que los acompaña”. 

Los investigadores malagueños ya han presentado parte de los resultados de su trabajo en conferencias y congresos internacionales como la Conferencia Internacional El Conocimiento como valor Diferencial de los destinos turísticos, el IV Seminario Internacional sobre senderismo y territorio en Europa, o el II Congreso Internacional de Paisaje e Infraestructuras.

 

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