Unas 700 personas disfrutan con la ópera 'Madame Butterfly' en Roquetas

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El público que acudió el sábado al Teatro Auditorio de Roquetas de Mar disfrutó a lo grande con una ópera excelente como era el caso de Madame Butterfly de Puccini. Fueron dos horas y media muy intensas pero que pasaron muy rápido dada la calidad de la compañía que representó esta opera en Roquetas de Mar. Hay que destacar la brillante actuación de la soprano Carmen Aparicio; el tenor Ángel Pazos así como el barítono Santos Ariño y la mezzosoprano María Luisa Yábar.

 

Los espectadores pudieron disfrutar de esta opera en tres actos. En el primer acto, Pinkerton, un teniente de la marina ha comprado una casa para su estancia en Nagasaki y Goro. Le presenta al grupo de sirvientes que acompañan a su esposa “temporal”. Llega Madama Butterfly a la casa rodeada de familiares, tras el brindis llega el tío Bonzo quien revela que ella ha renunciado a la religión de sus antepasados y les pide que renieguen de ella.

Pinkerton le obliga a marcharse mientras que ella se queda turbada ante el abandono de sus parientes. Butterfly sale de la habitación tras quitarse el traje de ceremonia, Pinkerton la tranquiliza y ambos contemplan la noche estrellada con una secuencia admirable, digna de ser disfrutada una y otra vez.

En el segundo acto han pasado tres años y nada se sabe de Pinkerton, que abandonó Nagasaki al poco tiempo de casarse, la ruina se acerca a la casa de la geisha. Ella se mantiene firme en su idea de que él volverá pero el cónsul lleva una carta para ella que le entregó Pinkerton y donde le advierte para que prepare a Butterfly «para el golpe», Butterfly le presenta a su hijo y le pide al cónsul que escriba a Pinkerton que le espera su hijo.

El cañonazo desde el puerto anuncia la llegada de Pinkerton y genera un primer momento de ilusión de la joven. El acto se termina con la espera de la geisha mientras se oye un coro de pescadores.

En el tercer y último acto, Butterfly, que se quedó toda la noche en vela esperando la llegada de Pinkerton, se acuesta agotada. Cuando Butterfly y el niño se retiran a descansar, llegan Pinkerton y Sharpless quienes piden a Suzuki que no la avise, tras ellos ha llegado la «verdadera” esposa americana quien pide a Suzuky que sea el apoyo para la geisha porque «para sus penas no hay consuelo posible».

Pinkerton cae en la cuenta del daño que ha ocasionado a Butterfly, a la geisha que ha contado los días y las horas desde su marcha. Aparece ella que nota que hay alguien fuera. Sharpless le revela que Kate es la esposa de Pinkerton, Quedan solas Suzuki y Butterfly y coge el cuchillo con el que su padre se hizo el hara-kiri. Suzuki va a por el niño y la geisha se despide de su hijo. En el momento en que el niño se aleja se hace el hara-kiri mientras, desde lejos, se oye la voz de Pinkerton llamándola.

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