Aparte de por su belleza, el pez loro es una especie de las mejor consideradas por los científicos y que debe ser protegida en los entornos tropicales donde se encuentra. Entre otras razones, porque los peces loro (familia Scaridae) realizan una función fundamental en los entornos coralinos donde viven, de la que se benefician el resto de especies que comparten hábitat.
Un estudio sobre la estructura y función de estos peces herbívoros en la isla de San Andrés (Colombia) realiza un análisis espacio-temporal de esta especie con datos obtenidos en un lapso de siete años, a fin de aportar argumentos sólidos para que las autoridades ambientales –como la Corporación para el Desarrollo Sostenible del Archipiélago de San Andrés, Providencia y Santa Catalina (Coralina)– tomen decisiones para su conservación y protección.
Cuál es el papel vital del pez loro para los arrecifes de coral
Los peces loro son fundamentales para la conservación de los arrecifes coralinos del Caribe, porque contribuyen a la producción de arena blanca coralina, necesaria para el desarrollo de los sistemas arrecifales, según ha comprobado la médica veterinaria Diana Castaño Giraldo, estudiante de la Maestría en Ciencias-Biología – Línea Biología Marina de la Universidad Nacional de Colombia (UNAL).
“Según la especie (en San Andrés hay 13), un solo individuo puede producir hasta 158 kilos de arena; así mismo, al fragmentar algunos corales producen su repoblamiento y ayudan a combatir la sobrepoblación de algas del fondo marino, que puede generar el nacimiento de nuevos corales”, explica la investigadora.
Cuántas especies de pez loro están amenazadas
Datos del Instituto de Investigaciones Marinas y Costeras José Benito Vives de Andréis (Invemar) corroboran que cinco de las especies están en el Libro rojo de peces marinos de Colombia, pues su número se ha visto drásticamente afectado por su sobreexplotación.
El trabajo de la médica veterinaria muestra que de 26.125 individuos, el 19 % son herbívoros, y de estos el 79,6 % son peces loro, lo cual evidencia que aunque representan la mayoría entre las especies que se alimentan de plantas, su número disminuye en relación con otras especies.
“El análisis espacio-temporal nos da una idea clara sobre el estado de la población de estos peces en la Isla; con casi 10 años de muestreo tenemos datos robustos que nos permiten hacer este análisis, que será muy útil para los decisores, las entidades ambientales del Archipiélago, para propender por su protección”, agrega.
Tipo de muestreo y objetivo
Para obtener los datos, la investigadora ha realizado censos visuales por medio de buceo autónomo y un conteo de todas las especies vistas, cuántos hay de cada una, y la talla de cada individuo.
Estudios como este permiten evaluar en el tiempo cómo viene cambiando la comunidad de peces loro, si ha aumentado, bajado o se ha mantenido; esto es muy útil ya que ellos son indicadores de resiliencia en los arrecifes de coral, pues se ha comprobado que su presencia los hace más saludables.
Trabajo social requerido
Así mismo, la estudiante precisa que “su valor cultural también ha sido un factor clave en la disminución de la especie, pues en el Caribe el consumo del pez loro es tradicional y ancestral, y la única manera en que podemos apoyarnos para crear conciencia es la educación ambiental. Es muy importante empezar en edades tempranas, como en los colegios. Hacemos énfasis en esto, y desde la UNAL trabajamos por que eso sea una realidad”.
Con una reducción estimada de más del 40 % en los últimos años, el pez loro se ve seriamente amenazado; sin embargo, la investigadora recalca que aún representan un gran porcentaje de la comunidad íctica de San Andrés.
“Queremos brindar herramientas y datos claros y confiables sobre el estado de salud y población de la especie, con el objetivo de aportar a estrategias de manejo y conservación dentro de la Reserva de la Biosfera Seaflower”, concluye.