Pepe Herdia Maya, desde hace milenio

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    Recuerdo a Pepe Heredia Maya (Albuñuelas, Granada, 1947, Granada 2010, falleció el 17 de enero) siempre a su aire, sin ataduras, independiente, entre las formalidades de la cultura oficial de los años 70 en Granada, cuando se intuía que las cosas podían cambiar. Hay escritores, autores de cualquier signo, que determinan su horizonte con la autenticidad de un interior, que muestran poco a poco.

    Y esos pequeños espacios sin límites alcanzan dimensiones insospechadas en la poesía. A Pepe Heredia Maya le bastaron los inicios de ‘Penar Ocono’ (1974) para desvelar la grandiosidad de su alma poética, de gitano libre por los caminos establecidos al margen, para fijar la trascendencia de su personal vivir, con unos versos estremecedores, inquietantes, sublimes:

    ‘Aunque sea reciente mi carné

    yo nací hace milenios:

    Cuando despacio al paso de la bestia

    el horizonte se horadaba.

    Cuando la muerte

    era un signo de Dios omnipotente

    y no un signo de Dios exterminando

    (es posible que no existiera Dios

    todavía en la mente de los hombres)…

    Cuando nací ya hace milenios

    aunque sea reciente mi carné

    todo era mucho más hermoso

    pero aquello duró

    lo que un relámpago

    o tal vez menos’.

    Después, nos reencontramos en Almería. Su mujer, Matilde, es almeriense y era obligado el traslado familiar casi todas las vacaciones del curso a Almería capital. En aquellos años visitaba sin faltar aquella ‘Redacción Abierta’ de Ideal, con la que sintonizaba. En alguna ocasión colaboró con algún que otro artículo. Hubo uno muy especialmente, que suscitó polémica. Pepe Heredia escribió sobre Celia Viñas. Para él era una excelente profesora, pedagoga, que motivó a generaciones de estudiantes almerienses hacia el saber, la escritura, la lectura, la literatura, el arte y el teatro. Pero, en cambio Pepe Heredia consideró que como poeta, Celia Viñas era más bien regular. No faltaron réplicas, que él asumió con cortesía, manteniendo sus argumentos. En cierto modo, desde la distancia y el pensamiento crítico, Pepe Heredia creo que tenía razón.

    De aquel tiempo permanece un hecho poco conocido. Fue en Almería, en el apartamento del periodista Manuel Gómez Cardeña, donde Pepe Heredia se refugió para escribir ‘Camelamos Naquerar’. En Almería asistía a encuentros con su visión flamenca, en recitales de cante jondo en la Plaza Vieja, en la Alcazaba o en la Peña El Taranto. Así se consolidó la amistad duradera con Equipo Alfredo (Antonio Zapata, Agustín Molina y Alfredo Sánchez). Su dios del cante era Antonio Núñez ‘Chocolate’. Se explica el ritmo musical jondo que impuso a ‘Poema en ritmo menor de Sones Solo’ (‘Penar Ocono’):

    Ah tierra tierra pon tu cuerpo a tierra

    tierra tierra gitano tierra comba

    paraíso gitano luna siembra

    siembra sombra gitano siembra sombra…

    A Almería vino también a presentar ‘Sueño terral’. Y siempre que podía, una escapada. A veces encerrado en la Almadraba de Cabo de Gata, al encuentro de un paisaje que siempre le entusiasmó. En la playa de El Mónsul encontraba el silencio necesario para su sentimiento milenario.

    Ahora Pepe Heredia se ha ido, como una escapada necesaria y sutil. Y se le echa de menos, entre versos y el mundo jondo. Y ahora de repente recuerdo aquel día que me dijo sonriente como un gran secreto oculto: “Paisano, a mí lo que de verdad me gusta son las matemáticas”.

     

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