Poética para empezar el año

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    La poesía permanece frente a todo lo demás. Hay que estar preparados para el año 2010. Para todo lo que permanece en el horizonte y avanza inexorablemente: crisis social y económica, espectáculo, aburrimiento; políticos, banqueros, empresarios, escritores, periodistas, ciudadanos, en general, corrompidos; televisión, prensa, radio, medios de comunicación, Internet, música, teatro, cine, propaganda y publicidad, en manos del negocio y del interés por el poder, ruidos, impactos ambientales que no cesan, vacío, aislamiento, persecuciones, egoísmo, soberbia, olvido, tiranía encubierta…

    Y está en dirección contraria la poesía, por ejemplo, como también otro tipo de cine, de literatura, de teatro, de música. Está también la protesta del silencio, la contemplación, la resistencia, los caminos abiertos. Y la palabra, que nos abre a multitud de mundos libres y creadores de futuro. Volvemos pues al principio: la poesía.

    Les propongo iniciar el año en esta dirección. En torno a la poética de la realidad imaginada, que es lo más real y verosímil de la imaginación. Y para acompañar en los primeros pasos están los libros de poetas, que uno quiera asumir en determinados momentos. Por ejemplo, aquí y ahora, en Almería, les invito a la contemplación de los versos más recientes, orientadores de la poética del lugar. Son libros ‘especiales’, tal como están las cosas. Cada uno a su manera, personales, diferentes, lejanos y próximos, mejores y peores, pero auténticos en sus propósitos y encuentros personales. Si me siguen les presento, uno por uno, libros posibles para la poética de los inicios de 2010.

    Julio Alfredo Egea (Chirivel, Almería, 1926) camina con su obra más reciente, ‘Cartas de América. Antología poética (1956-2006)’ (Colección Palabras Mayores, Editorial Alhulia). El poeta siente los ‘destierros’ (‘Su padre era aquel hombre/que vio morir a un río’), por ejemplo. O señala ‘La profecía de la máquina’ (‘¿Cuándo el momento en que se fragüe/el colosal suicidio?/Quizá cuando el amor quede tan solo/maltrecho entre las páginas…’).

    Comparece también Ramón Crespo (Barcelona, 1961), con ‘Ultima nieve’ (XXIII Premio Internacional de Poesía Barcarola, Albacete, colección ‘La rosa profunda’, Edición Nausicaä). El poeta conversa con Rilke, Yves Bonnefoy y Juan Ramón Jiménez. Crea dos mundos: ‘Una falsa luz’ (‘Seguro, el frío/ permanece siempre’) y ‘Transparencia’ (‘En una mano llevo una luz,/y en la otra su ceniza’).

    Ha viajado de nuevo a la provincia Antonio Carvajal (Albolote, Granada, 1943). Y en su trayectoria viajera emerge humilde la antología ‘Antonio Carvajal’ (Premio Internacional de Poesía Villa de Oria), un ‘clásico’ de referencia en la poesía contemporánea: ‘La cosecha/será de subvenciones o silencio./silencio por las calles, por las secas/ramas de los parrales, por las blancas/fachadas. Sólo el agua de una acequia/canta con su memoria de otros días/lo que el silencio olvidadizo niega’ (de ‘Ohanes’).

    Escapó de su silencio extraño Domingo Nicolás (Rincón de Beniscornia, Murcia, 1937), con ‘Gadea’ (Premio Rafael Morales 2008, Talavera de la Reina, Toledo, Colección Melibea). Y Gadea existe en el camino de la pintura, muy personal, individual. Comparten momentos, en los que el poeta sitúa su silencio, con el recuerdo de Luis Rosales y la grandilocuencia de un tiempo agotado (‘Otra cosa, Gadea, es la familia…/donde el azar eliges, y el destino te allana’).

    Otro regreso afortunado, después de años en medio de ruidos, es el de Pilar Quirosa-Cheyrouze (Tetuán, Marruecos, 1956), con ‘Et signa erunt’ (Colección Ancha del Carmen, Málaga, 2008). Y lo hace con el reflejo de Vicente Aleixandre, Jorge Guillén y Virgilio, en tres tiempos: ‘Alfa’ (‘No lo dudes, amor:/lo que mueve el mundo es el amplio espacio de tu nombre.’) ‘Epsilon’ (‘Sólo las aguas, amor,/tratando de borrar el espejismo’) y ‘Omega’ (‘Beso mi única bandera:/las sábanas que ocultan tu cuerpo’).

    Y en la ausencia, la presencia de Javier Egea (Granada, 1952-1999), con ‘Paseo de los Tristes’ (Colección Maillot Amarillo, Granada, tercera edición 1996). Está el eco de aquella escapada del poeta hacia el Cabo y su obligatorio ocultación frente al mar (‘Después miré a la calle/y era la misma puerta para todos:/la vida no existía’).

    Bueno, pues esto es una propuesta del camino iniciado. Nunca, el final.

    (Publicado en IDEAL-Almería, martes 5 de enero, 2010, página 23)

     

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