Un sistema de seguimiento GPS para que no te roben el coche, un dron que te siga en tus rutas en bicicleta o un componente basado en Arduino, para darle una vida especial a ese muñeco de trapo abandonado.
Los estudiantes de ingeniería cuentan con unos conocimientos y una habilidad especial, que les permiten desarrollar sus propios dispositivos.
Cuentan con un manejo excepcional de las matemáticas y la programación, pero además, disponen de los conocimientos de electrónica necesarios.
La disponibilidad de piezas y de herramientas para componentes electrónicos en la Red facilita el desarrollo de los prototipos nacidos de la imaginación de estos tecnólogos.
El prototipado es ahora más sencillo que nunca. Basta con una búsqueda en la web para dar con todos los componentes necesarios, que permitan poner en marcha el invento.
Esta facilidad para adquirir los elementos electrónicos facilita que se desarrollen varios modelos. De esta manera se multiplican los ensayos y el resultado será mucho mejor.
Las pruebas permiten observar fallos que habían pasado por alto en la planificación, ajustar el comportamiento del dispositivo, incluso descubrir aplicaciones nuevas, que no se habían previsto en la etapa de diseño.
Esta fase del desarrollo del producto es crucial. Se necesita exponer el dispositivo a todas las situaciones posibles, incluso las más inverosímiles, para conocer los límites de su funcionamiento y, cómo no, también descubrir posibilidades nuevas.
Esta misma fórmula es la que siguen estudiantes de alguna de las ramas de la ingeniería, jóvenes inquietos que desean poner en práctica los conocimientos adquiridos en el campus, mediante el desarrollo de nuevos productos.
Una práctica que deberían las propias escuelas de ingeniería (es cierto que ya muchas lo hacen a través de concursos e iniciativas similares), ya que permite aplicar el conocimiento, pero, sobre todo, el desarrollo de un espíritu emprendedor, que les abrirá puertas en el futuro.