Cajamar vuelve a llenar de vida la Casa de las Mariposas

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Ha habido que esperar muchos años para ver de nuevo vida en el interior del edificio de la Casa de las Mariposas. Después de haber sido el edificio más alto de Almería durante mucho tiempo y ser una de las fachadas más emblemáticas y bellas de la ciudad, el abandono al que se vio sometido en los últimos 30 años empañó su señorío. Ahora, Cajamar le ha vuelto a dar vida, tanto por dentro como por fuera, y ha recuperado una de las señas más carácterísticas de Almería, construída por Trinidad Cuartara en los primeros años del siglo XX.

Corría el tercer trimestre de 1911. Todavía se podían observar los andamios en la torreta del que estaba llamado a ser uno de los edificios más señoriales de la ciudad. Una construcción nacida como un bloque de pisos, fruto del interés de una de las familias más adineradas de Almería, se levantaba majestuosa en la zona de ensanche de Almería.

Era la Casa de las Mariposas, apelativo que se ganó por las trece mariposas que rodean su torreta, un edificio que tomaba lo mejor y peor de una época. Por un lado, una construcción de marcado carácter modernista, que daba reflejo del interés de transformar una provinciana Almería en algo más parecido a una ciudad moderna; y al mismo tiempo, una construcción que reunía rasgos provincianos, típicos de una ciudad tan atrasada como la Almería de principios del siglo pasado.

En pleno Km. 0 de Almería, ahí se situó esta construcción diseñada por el arquitecto municipal Trinidad Cuartara, un masón que también firmó el Mercado Central, el Teatro Apolo, la Casa de los Rodríguez o el Palacio de la Diputación, entre otras muchas construcciones de la época.

Cuartara pudo disfrutar poco de su Casa de las Mariposas, poco después de su inauguración y del conocido brindis con vino, que acabó con el vaso coronando el edificion, fallecía este arquitecto dejando un legado que ha llegado a nuestros días con fuerzas renovadas.

Desde el torreón se domina toda la ciudad de Almería.

El edificio fue señero y muy noble, hasta que en los años 70 y 80 cayó en decadencia y abandono, un piso ocupado por familias que pagaban un alquiler de renta baja y a cuyos propietarios no les interesaba arreglar. Casi dos décadas después fue comprado por Metrovacesa para darle un uso actual, sin embargo, la crisis inmobiliaria acabó con esta idea.

Fue entonces, en 2008, cuando el edificio fue adquirido por Cajamar. Durante estos tres años, la entidad que cumple 45 años este mes se afanó en renovarlo. Una importante actuación que se centró en la renovación de la estructura, en el mantenimiento de la fachada y muchos oranmentos como la impresionante escalera, y en una reestructuración interna para transformarlo en un moderno edificio, con todos los servicios necesaros para atender las necesidades del centro cultural de la Fundación Cajamar, con un gran salón de actos, una sala de exposiciones, así como las dependencias administrativas de la Fundación.

Del edificio antiguo se conserva la estructura exterior, que ha sido limpiada y mejorada para que luzca su mejor cara; algunas solerías, distribuidas como mosaicos en algunas estancias del edificio; así como la torreta y el mítico vaso que presiden el edificio.

Del mismo modo, el edificio no se entrega sólo a la promoción cultural, sino que alberga los departamentos de Negocio Agrario y Dirección Territorial de la entidad almeriense.

Esta mañana, los responsables de estas áreas han mostrado su flamante nueva sede, un edificio que fue ocupado por sus nuevos inquilinos esta misma semana y en el que esperan permanecer muchos años.

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