Un investigador de la UNED ha puesto en valor fragmentos de estatuas de la Villa Adriana, que de estar arrumbados en los almacenes del conjunto monumental han pasado a ofrecer datos de mucho interés para comprender mejor la escultura del Imperio Romano.
Nacido en la Bética en el año 76 de nuestra era, Publio Elio Adriano, más conocido como Adriano, fue uno de los tres emperadores de Roma nacidos en la provincia de Hispania. Estuvo al frente del imperio entre los años 117 y 138, y su gobierno se caracterizó por unas relaciones más que tortuosas con el Senado.
Bajo su mando, Roma experimentó una transformación que le llevó a impulsar una modernización administrativa del imperio sin precedentes, que encumbró a expertos y tecnócratas, lo que restó poder e influencia al Senado y la aristocracia romana. Pero también por un gusto por la cultura y la herencia griega, que hace que esté considerado como uno de los emperadores más cultos.
Villa Adriana, el retiro para el emperador más culto
Ese interés por el arte le llevó a construir la Villa Adriana, a las afueras de Roma, concretamente en la actual Tívoli, un lugar elegido para su retiro, que representa uno de los mejores ejemplos del jardín tipo alejandrino.
En este enclave, constituido como su refugio, se rodeó de obras de arte. Y fue precisamente allí, en la Villa Adriana, donde se concentró una de las mayores colecciones de Roma, con piezas de gran valor estético que, con total seguridad, están entre las esculturas de mejor calidad del imperio, según el investigador del Departamento de Historia del Arte de la UNED, David Ojeda.
Buena parte de estas piezas que han llegado a nuestro días y se conservan en los museos más importantes del mundo, como una copia del Discóbolo de Mirón, las ocho musas de Cristina de Suecia, que se puede ver en el Museo del Prado, y también la Diana de Versalles, actualmente en el Louvre. Sin embargo, hubo muchas más, cuyos fragmentos se encuentran almacenados en el archivo del monumento.
Grandes esculturas de la Villa Adriana a partir de pequeños fragmentos
“Adriano era uno de los emperadores romanos más cultos. Además, un emperador que tenía una gran admiración por Grecia. Así se entiende que su residencia estuviera plagada de referencias a esculturas clásicas, que eran el disfrute personal de un intelectual de la época”, afirma este investigador.
David Ojeda puede considerarse un privilegiado, al ser uno de los pocos españoles que han tenido acceso al estudio a las piezas escultóricas de la Villa Adriana. Su investigación ha puesto en valor fragmentos de esculturas que habitualmente quedan relegados en los archivos de los museos y a los que no se les da la consideración que merecen, a pesar de la gran información que contienen, a veces, clave para entender determinados aspectos del arte clásico.
Una docena de esculturas imperiales desconocidas
Este investigador de la UNED ha firmado un estudio que ha permitido identificar una docena de estatuas de emperadores de las que no se tenía constancia, a partir de pequeños fragmentos que se almacenaban en el archivo de la Villa Adriana.
David Ojeda sigue una línea de trabajo relativamente nueva, en la que no solamente se tiene en cuenta la escultura completa o casi completa, sino también los fragmentos de estatuas, que pueden ayudar a obtener una información más completa del contexto en que fueron realizadas y de las formas estéticas de una etapa histórica determinada.
Unas piezas que han dado lugar a avances en los conocimientos sobre la “retratística de varios miembros de las casas imperiales de los siglos II y III”. Por ejemplo, han permitido conocer la existencia de retratos escultóricos de los emperadores Adriano, Cómodo, Caracalla y Heliógabalo.
Villa Adriana, utilizada por emperadores posteriores a Adriano
Al mismo tiempo, estos fragmentos de esculturas, a los que no se les hacía caso y engordaban los almacenes de piezas arqueológicas de este conjunto monumental, han permitido demostrar que Villa Adriana fue utilizada por emperadores posteriores a Adriano. Este dato era conocido, pero hasta ahora no se había encontrado una prueba tan feaciente de que había sido así.
Como ejemplo, la aparición en las instalaciones de la Villa de fragmentos de un retrato del emperador Heliogábalo, que estuvo al frente de Roma entre los años 218 y 222.
Estudio de un millar de pequeños fragmentos de esculturas de la Villa Adriana
David Ojeda explica que los resultados se han obtenido después del análisis de más de un millar de piezas. Aunque la investigación en sí se centró en unas 80, que son las que, en un principio, parecían corresponder a esculturas de emperadores.
El método de estudio empleado ha sido muy laborioso. Este investigador de la UNED ha comparado cada una de las piezas con esculturas ya conocidas, buscando coincidencias, hasta que ha podido identificar una docena de esculturas.
Retratos imperiales reproducidos en serie
Eso sí, ha tenido a su favor el hecho de que los retratos imperiales se producían casi en serie. Cada emperador elegía el trabajo de un escultor como modelo, y éste replicado cientos o miles de veces, para distribuir los retratos imperiales por todo el territorio, como una estrategia para que las provincias sintieran la presencia del emperador.
Este trabajo sobre la escultura de la Villa Adriana supone retomar las investigaciones de los fragmentos escultóricos de este enclave monumental, justamente en el punto en que los dejó el profesor alemán K. Fittschen en 1988. Él fue uno de los impulsores en la revalorización es estas piezas y fragmentos relegados por los museos y conjuntos monumentales a protagonizar un número de archivo y un espacio en los almacenes.
Método diferente para estudiar la escultura romana
A la vez, David Ojeda ha demostrado la validez científica del método impulsado por el investigador alemán, para descubrir nuevos datos sobre uno de los periodos artísticos más florecientes en la historia del Imperio Romano.
Por otra parte, Ojeda agradece la elección de la escultura de Villa Adriana como objeto de investigación a la generosidad científica de su maestra, la profesora Pilar Léon de la Universidad de Sevilla.
“Ella fue la primera en darse cuenta de la importancia de los fragmentos escultóricos de los almacenes de Villa Adriana, y en advertir de su potencial científico. Además, se ocupó de la gestión de los permisos necesarios con las autoridades y los colegas italianos para su estudio”, señala el profesor.
David Ojeda reconoce que en la Villa Adriana no ha encontrado formas escultóricas nuevas, porque la escultura romana está muy estudiada, pero sí ha podido identificar nuevas estatuas imperiales. Pero lo más destacado de su trabajo reside en la puesta en valor de estos fragmentos, que hasta ahora no han merecido la atención de los investigadores, posiblemente, porque no son tan espectaculares como una escultura completa o casi completa. Sin embargo, son un libro abierto en el que leer pasajes de la historia muy interesantes.