El consumo de pescado hace que los españoles tengan un nivel de mercurio por encima del resto de Europa

El consumo elevado de pescado, especialmente de pescados grandes, incide directamente en la presencia de mercurio en el organismo de los humanos. Esta afirmación sobre la que se han realizado estudios en los últimos años acaba de ser refutada por una investigación que cuenta con la mayor muestra de análisis de sangre, orina y pelo utilizado nunca para un estudio de este tipo y en la que ha participado el profesor de Toxicología de la Universidad de Murcia Miguel Motas. Este trabajo de biomonitorización humana se enmarca en el contexto de un macroestudio que se está llevando a cabo a nivel europeo para estudiar la presencia de diferentes tóxicos en el organismo de los europeos y demuestra que España presenta niveles más altos de los recomendables de mercurio, por encima del resto de Estados de la UE, seguida de Francia, Italia o Grecia. Esta investigación establece, además, que los habitantes de Murcia, Valencia, Baleares, Andalucía y Cataluña son los que más presencia de este metal tóxico tienen; aunque su posición en el escalafón varía si lo que se tiene en cuenta son los análisis de sangre, de orina o de pelo. También regiones como Galicia y el País Vasco muestran unos índices elevados, aunque por debajo de las comunidades de la franja mediterránea. La principal conclusión es que estos altos niveles de mercurio están directamente relacionados con el consumo de pescado y marisco.

“La mayoría de la población estudiada se encuentra en los valores de referencia establecidos por la Organización Mundial de la Salud, lo que implica que la presencia de mercurio en su organismo no tiene efectos directos sobre la salud, pero sí se trata de niveles muy altos que hay que vigilar”, explica el profesor Motas, quien ha realizado este estudio durante su estancia de dos años como jefe del Área de Toxicología del Centro Nacional de Salud Ambiental, dependiente del Instituto de Salud Carlos III. 

El consumo de atún y pez espada es el que más incide en estos altos índices de mercurio en los habitantes de las zonas mediterráneas españolas. “No se trata de que tengamos que dejar de comer estos pescados, sino de que se modere su consumo”, apunta Motas, quien incide en que la mayor precaución deben tenerlas las mujeres embarazadas y los niños. La Agencia Española de Seguridad Alimentaria y Nutrición (AECOSAN) recomienda no tomar más de una o dos latas de atún a la semana para estos dos grupos poblacionales de riesgo. El resto de la población, simplemente, debería tener precaución y equilibrar el consumo de estos pescados con otros más pequeños, ya que no presentan una presencia de mercurio tan grande. El mercurio llega al mar como consecuencia de la acción del hombre y se extiende y magnifica a través de la cadena alimenticia. 

El metilmercurio es un neurotóxico liposoluble que atraviesa las membranas celulares y puede afectar al sistema nervioso de los adultos. En el caso de los fetos y los niños, la posibilidad de tener daños por la presencia excesiva de este tóxico en la alimentación se multiplican. Una de las características del metilmercurio es que se absorbe de manera muy rápida, tardando mucho en eliminarse. El estudio en la población realizado deja claro que cuando el consumo de pescado supera las cinco veces por semana, los análisis de presencia de mercurio revelan que este aumenta exponencialmente. Además, a mayor edad, más presencia de este tóxico por efecto de una dieta sostenida a lo largo de los años. Por sexo, las mujeres presentan un mayor índice de mercurio en su organismo. 

Este estudio se ha realizado con 1.900 muestras de sangre, 1.700 de orina y 600 de pelo de personas que residen en toda España, lo que supone la mayor muestra con la que ha contado nunca un estudio de biomonitorización del mercurio en España. En torno al 5% de las personas que han participado en él presentan niveles de mercurio que suponen un riesgo para su salud. En la investigación se han tenido en cuenta factores como la edad, la época del año y los hábitos de consumo semanales. El siguiente estudio en esta línea centrará su atención en la población adolescente. 

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