El aumento de las temperaturas pueden llevar a la extinción al abeto mediterráneo

Investigadores de la UPO y el CISC han llevado a cabo el estudio en colaboración con varias universidades internacionales.

Una investigación de la Universidad Pablo Olavide y el CSIC alertan de las graves consecuencias que los fenómenos de cambio climático y global pueden tener para los bosques mediterráneos. El investigador de la UPO, Raúl Sánchez-Salgero, asegura que el aumento de las temperaturas y la mayor frecuencia de fenómenos extremos de sequías y olas de calor reducirán el crecimiento de los bosques entre un 20 y un 50 por ciento a partir de 2050, hasta el punto de amenazar a especies como los abetos.

El estudio alerta de la posibilidad de que desaparezcan algunos bosques relictos de abetos, únicos de la región mediterránea y considerados amenazados o en peligro de extinción según la lista roja UICN. Esta es la conclusión del equipo internacional de investigación liderado por la Universidad Pablo de Olavide y el Instituto Pirenaico de Ecología de Zaragoza (CSIC), que ha desarrollado una nueva metodología de modelado y predicción de la vulnerabilidad de los bosques.

El artículo ha sido publicado en la revista Proceedings of the National Academy of Sciences, y refleja el análisis de treinta bosques en refugios climáticos de pinsapo (Abies pinsapo en España, Abiesmaroccana y Abiestazaotana en Marruecos), el abeto blanco (Abies alba España e Italia), el abeto silesia (Abiescilicica en Turquía, Líbano y Siria), el abeto griego (Abiescephalonica en Grecia y Balcanes) y el abeto del rey Borys (Abiesborisii-regis en Balcanes).

Según explica Raúl Sánchez-Salguero, investigador de la UPO y primer firmante del estudio, en base a las previsiones climáticas y las respuestas observadas durante eventos extremos del siglo XX, el aumento global de las temperaturas y periodos más secos y cálidos provocarán una reducción del crecimiento y un acortamiento de la estación óptima de desarrollo de algunas de estas especies durante la segunda mitad del siglo XXI en los límites sur y de menor altitud -zonas más secas y cálidas-, lo que podría desencadenar fenómenos de decaimiento y aumentar las tasas de mortalidad de los árboles.

Por tanto, si tienden a aumentar estos procesos de mortalidad, como indica esta investigación, “el desarrollo de nuevas metodologías empíricas para la detección de indicadores tempranos de vulnerabilidad, como la evaluada en este caso, será clave para anticipar posibles fenómenos de mortalidad generalizada del arbolado”, explican los investigadores Jesús Julio Camarero y Juan C. Linares. Es decir, la definición de umbrales de vulnerabilidad en los fenómenos de decaimiento observados durante eventos extremos a finales del siglo XX, son esenciales para pronosticar la futura estabilidad de los bosques en el planeta en el siglo XXI.

Los autores de este trabajo emplean un novedoso modelo matemático que proyecta cómo cambiará la anchura de los anillos anuales de crecimiento de los árboles de cada bosque en función de las tendencias climáticas y considerando las respuestas que ya se han observado a eventos climáticos extremos. De este modo, teniendo en cuenta también varios escenarios de emisión de gases de efecto invernadero, han evaluado la vulnerabilidad y estabilidad de estos bosques únicos en respuesta a distintas proyecciones climáticas del siglo XXI. En el escenario de mayor emisión de gases invernadero y con más eventos extremos, que supone una tasa más elevada de calentamiento y mayor aridez, la persistencia de los bosques de abeto blanco y la mayoría de abetos mediterráneos situados a menor altitud en España, Italia, Marruecos, Grecia, Turquía, Siria y Líbano, estarán en grave riesgo de desaparición, pese a haber actuado como refugios climáticos durante miles de años. Muchos de estos bosques reducirán su crecimiento entre un 20% y un 50% a partir del año 2050.

El estudio sigue explicando que el cambio climático en esta amplia región y la diversidad de ambientes considerados son una excelente representación de los potenciales efectos que podrían soportar muchos bosques endémicos mediterráneos en el siglo XXI. Con esta nueva metodología, se ha mejorado la identificación y comprensión del momento en el que un bosque supera un límite de crecimiento mínimo durante eventos extremos con decaimiento forestal, lo cual puede ayudar a pronosticar y predecir futuros procesos de mortalidad.

Además de la Universidad Pablo de Olavide y el Instituto Pirenaico de Ecología, han colaborado en el trabajo: la Universidad de Padovay la Universidad de Pavia (Italia); la Universidad de Barcelona; la Universidad de Columbia (USA); CETEMAS-Asturias; la Universidad de Tirana (Albania); la Universidad de Nueva York (USA); la Universidad Técnica de Múnich (Alemania); el Instituto Stereas Elladas (Grecia); y el CEACTierra de la Universidad de Jaén.

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