La dinámica de los incendios forestales sigue siempre los mismos patrones. Hay un elemento, que puede ser un rayo o la propia acción humana, encargado de la ignición, pero el fuego no prospera sin un elemento que haga de combustible y acelerante. Ahora, un equipo de la Universidad Nacional de Colombia (UNAL) estudiado por qué se producen tantos incendios forestales, y ha encontrado el factor que acelera la propagación de las llamas.
El estudio se ha realizado en once zonas, divididas entre áreas afectadas por incendios forestales y áreas intactas, en la zona oriental de Bogotá, donde abundan especies introducidas de otros lugares como el eucalipto, el pino y el retamo espinoso, considerados como especies pirófilas, es decir, que se recuperan bien tras un incendio.
Cuál es el mayor acelerante de los incendios forestales en Colombia
Según los resultados obtenidos en este estudio realizado por la UNAL, la acumulación de hojarasca de eucalipto, un árbol nativo del sureste de Australia, y que se introdujo en Colombia en la segunda década del siglo XX, y una alta presencia de individuos juveniles actúan como los mayores acelerantes del fuego y explica la vulnerabilidad de este entorno colombiano a los incendios forestales.
“Aunque el eucalipto y el pino se introdujeron con la finalidad de obtener madera, terminaron convirtiéndose en un creciente problema al desplazar las especies nativas, que, no son propensas al fuego de forma natural”, menciona el biólogo Arnold García Samacá, integrante del Grupo de Investigación y Docencia en Ecología del Paisaje y Modelación de Ecosistemas (ECOLMOD), de la UNAL.
“Una vez empezaron a ocurrir incendios, tales especies no nativas, se han reproducido cada vez más, lo que ha hecho que los cerros orientales, un ecosistema que no sería propenso al fuego de forma natural, ahora generen mayor cantidad de combustible vegetal, es decir, hojas secas, ramas o madera muerta”, amplía.
Qué problema representa la acumulación de la hojarasca
El problema que representa la acumulación de la hojarasca, según la profesora Dolors Armenteras, directora de ECOLMOD, es que actúa como combustibles finos, que “pueden encenderse muy rápido, propagando el fuego a gran velocidad, en el caso de eucalipto sus hojas ricas en aceites, que son altamente inflamables. Además, son árboles que liberan grandes cantidades de corteza y hojas que se acumulan como combustible en el suelo, aumentando la intensidad del fuego cuando se encienden. Por otro lado, los combustibles gruesos, como troncos caídos, son los que sostienen el fuego durante horas o incluso días”.
La investigadora, quien dirigió el estudio del biólogo García Samacá, anota también que la integridad del bosque es importante porque mantiene la humedad que es un freno natural para los incendios en el trópico.
“Durante las temporadas de lluvia, el material forestal, pero también vegetación viva como arbustos y árboles, absorbe agua, haciéndolo menos propenso a arder. En contraste, las olas de calor y sequías, como las que atraviesa el país en este momento, crean condiciones ideales para que estos combustibles vegetales alimenten grandes incendios eso sí, siempre que haya una chispa que los inicie”.
Cómo se realizó la investigación sobre el proceso de los incendios forestales
Para la investigación, que se realizó en colaboración con la Escuela de Logística del Ejército Nacional y el Cuerpo Bomberos de Bogotá, se utilizaron 11 parcelas de 50 x 2 metros divididas entre áreas afectadas por incendios y áreas intactas de los cerros orientales.
Se recopiló información detallada sobre la vegetación, por ejemplo, altura, extensión del dosel (hábitat formado por las copas de los árboles de un bosque) y diámetro a la altura de pecho de árboles, arbustos y plantas herbáceas, y se tomaron muestras de residuos de eucalipto, ramas, hojas y corteza para evaluar rasgos funcionales como la cantidad de materia orgánica, por ser la que más aporta combustible en estos ecosistemas.
Así mismo, se realizó el análisis estadístico para ver si los árboles que sobrevivieron a los incendios están teniendo una respuesta al disturbio, y se observó que, en efecto, esta es una especie con adaptaciones para sobrevivir a los incendios; “es decir que una vez ocurre el evento los árboles se regeneran y producen a la larga, mayor cantidad de combustible vegetal -hojarasca, ramas y madera seca-, es decir que cada vez que ocurra un incendio este va a ser cada vez más intenso”.
Se necesita mayor gestión
Para la profesora Armenteras, “en sí la fuente de ignición es sin duda un gran problema, pero es menor, comparado con la historia ambiental de estos bosques, la inadecuada intervención humana y la falta de gestión ha hecho que hoy en día sean más grandes los incendios y por ende más difíciles de controlar para los cuerpos de bomberos y gestión de riesgo”.
En relación con iniciativas de administraciones de Bogotá de construir más senderos peatonales y de bicicletas en los cerros orientales, considera que esto va a multiplicar el riesgo de incendios de no hacerse con un plan adecuado, “la cercanía de las comunidades humanas con los bosques siempre es considerado un factor que amplifica los riesgos de incendios forestales. Por ello, los senderos ecológicos pueden ser un detonante de estos eventos”.
En su opinión, “una de las medidas más urgentes para evitar que los incendios sigan impactando los cerros orientales es diseñar estrategias que permitan el manejo de los combustibles vegetales, esto porque es lo único que podemos gestionar en prevención y sobre todo en zonas de alto riesgo, mientras se avanza con otras iniciativas como el reemplazo de las especies exóticas por especies nativas”.
“Comprender qué alimenta un incendio forestal, más allá de conocer el efecto del clima o la fuente de ignición, es crucial para su prevención y control. A medida que enfrentamos desafíos climáticos crecientes, la gestión efectiva del combustible forestal se vuelve aún más esencial para proteger nuestros bosques y comunidades. Para esto escuchen y financien a la ciencia, antes de que ocurra”, advierte.
Mayor vigilancia
Con respecto a la calidad del aire, el profesor Luis Carlos Belalcázar, de la Facultad de Ingeniería de la UNAL, señala que los incendios forestales tienen un impacto significativo en la calidad del aire y la salud de las personas, especialmente en entornos urbanos como Bogotá.
“Estos liberan grandes cantidades de contaminantes atmosféricos, incluyendo partículas finas (PM2.5), óxidos de nitrógeno, monóxido de carbono y compuestos orgánicos volátiles, que afectan de forma negativa la calidad del aire”, afirma.
En especial, las partículas finas PM2.5 pueden penetrar profundamente en los pulmones, y llegar a diferentes tejidos y órganos del cuerpo como cerebro, riñones y corazón, causando problemas respiratorios y exacerbando condiciones preexistentes como el asma, la hipertensión, enfermedades cardiacas, entre otras.
El experto recomienda a la administración local, implementar medidas de gestión de incendios forestales para prevenir y controlar los brotes. “En particular se requiere reforzar la vigilancia y la respuesta rápida a los incendios”.
Además, “es muy importante también reducir las emisiones de otras fuentes, en particular las emisiones de camiones, motos y autos particulares, de modo que durante la época de incendios el impacto de esas otras fuentes sea menor”.