Artículo de Jana Krizanová. Profesora del Departamento de Organización de Empresas II. Facultad de Educación, Economía y Tecnología de Ceuta. Universidad de Granada.
Actualmente los estilos de vida modernos, concretamente los hábitos alimenticios tienden a ser poco saludables lo cual conduce a obtener unos niveles de bienestar reducido. Por un lado, esto se relaciona con una mayor incapacidad para trabajar, constituyendo una causa común de ausentismo laboral. Las empresas tienen que lidiar con unos mayores costes de ausentismo, lo cual se traduce en una reducción de productividad y rendimiento.
Por otro lado, esto conlleva no solo a una disminución del bienestar físico y psicológico de las personas, sino que también se relaciona con unos mayores costes para la sanidad pública en el tratamiento de enfermedades. Además, la reciente pandemia Covid-19 ha servido para apreciar aún más la necesidad de rediseñar las estrategias sanitarias para prevención y tratamiento post-Covid con el fin de mejorar el bienestar individual y optimizar el gasto público en la sanidad.
El triple dividendo de vegetarianismo y veganismo
Las dietas vegetarianas y veganas se caracterizan por un consumo de alimentos vegetales frescos o mínimamente procesados, como verduras, frutas, cereales, legumbres, nueces y semillas, evitando el consumo de carne y productos de origen animal.
El vegetarianismo, y su forma más estricta, el veganismo, proporciona una solución alternativa para mejorar la salud humana, el bienestar animal y la preservación del medio ambiente. En este sentido, los médicos reconocen que si seguimos una dieta vegetariana equilibrada es tanto saludable como nutritiva para todas las etapas de vida porque nos proporciona niveles más bajos de grasas saturadas, colesterol y niveles más altos de antioxidantes como vitaminas C y E, ácido fólico, fibra, magnesio, etc. Además, el vegetarianismo previene enfermedad coronaria, obesidad, hipertensión, enfermedad renal, problemas de colesterol, diabetes tipo 2 y cáncer de próstata y colon.
Desde la perspectiva moral, los animales pueden sentir el dolor y como seres humanos tenemos la obligación moral de no causar niveles inaceptables de dolor a otros seres y evitar la matanza deliberada de animales solamente para saciar los caprichos de nuestros estómagos.
La ganadería intensiva no solo causa dolor y miseria a otros seres no humanos, sino que también tiene un impacto desastroso sobre la salud ecológica y humana. La cantidad de carne que consumimos todos los días refleja la forma en la que gestionamos los recursos naturales: bosques, tierra, agua y combustibles fósiles.
Qué beneficios aporta el vegetarianismo
En este sentido, el vegetarianismo constituye una solución al desafío ambiental y proporciona una dieta humana mejorada a través de la reducción consciente del consumo de carne. Además, impulsa un modelo de ahorro de energía para los ecosistemas de la Tierra al repensar los sistemas actuales de producción de carne. Por ejemplo, la dieta lacto-ovo vegetariana requiere menos energía, tierra y agua que los sistemas alimentarios a base de carne.
Habiendo explorado el triple dividendo del vegetarianismo para la salud de las personas, del planeta y de los animales, también podemos cosechar sus beneficios para nuestra sociedad desde una perspectiva económica y empresarial.
Las dietas veganas desde la perspectiva empresarial – el bienestar de los empleados y su desempeño laboral
Cuando los trabajadores se ausentan de sus trabajos por motivos de la salud, las empresas incurren en unos mayores costes tanto directos como indirectos. En consecuencia, el ausentismo constituye una amenaza para la productividad y el desempeño global de la empresa. Por ejemplo, las pequeñas empresas pueden llegar a perder hasta $60,000 por año mientras que para las grandes organizaciones los costes alcanzan hasta los $3.6 millones anuales.
Para aminorar esta disminución del rendimiento, las empresas suelen adoptar los Programas de Ayudas a Empleados, que incluyen asesoramiento en salud mental, nutrición y dieta, gestión del estilo de vida, etc. Estos programas ayudan a construir una cultura empresarial orientada hacia la salud. Cuando se mejora la cultura organizacional, las empresas se vuelven más productivas. Además, un mayor bienestar organizacional puede conducir a la creación de la ventaja competitiva y prácticas de trabajo sostenibles y éticas, construyendo así unas organizaciones más responsables y exitosas.
Una alternativa para mejorar la salud en el lugar de trabajo es a través del vegetarianismo. Se realizaron varios experimentos en el lugar de trabajo para estudiar los efectos de la dieta vegana sobre el bienestar de los empleados. Los resultados obtenidos fueron prometedores ya que el veganismo le facilitó a la empresa una mejora productiva y a los trabajadores un mejor bienestar.
Por ejemplo, en un experimento en los Estados Unidos, los científicos analizaron los efectos del programa de nutrición vegana en el trabajo de una importante compañía de seguros. Descubrieron que el grupo vegano obtuvo mejoras en la salud general, el funcionamiento físico, la salud mental, la vitalidad y la satisfacción general en comparación con las personas que no siguieron la dieta vegana. Además, el grupo vegano consiguió una disminución de más del 40% en los deterioros de la productividad relacionados con la salud en el trabajo. Otro aspecto relevante es que se descubrió que gracias a esta intervención dietética las personas mejoraron sus niveles de salud, depresión, ansiedad y bienestar emocional. En esta línea, la dieta vegana también mejoró los resultados cardio metabólicos y la calidad de vida de los profesionales sanitarios durante el auge de la pandemia Covid-19.
Las dietas veganas desde la perspectiva económica – sanidad pública y el Covid-19
Las dietas veganas y el Covid 19
Debido a la pandemia Covid-19, la sanidad pública en muchos países se ha visto afectada por una carga económica elevada que posiblemente condicionará las políticas de salud futuras. Las personas podrían eventualmente sufrir políticas estrictas de control de costes y medidas de racionalización. En esta línea, los resultados de una investigación proporcionan unos resultados interesantes. Dicho estudio llevado a cabo en seis países analizó la relación de Covid-19 y los hábitos alimentarios sugiriendo que si seguimos una dieta más vegetariana hay un 73% menos probabilidades de contraer Covid-19 con complicaciones moderadas a graves. Este descubrimiento es bastante prometedor de cara a la prevención individual frente a este tipo de pandemia que implica un ahorro en costes también para la sanidad.
Además, las personas infectadas con SARS-CoV-2 continúan experimentando síntomas después de la fase aguda de la infección y reportan tener fatiga, dificultad para dormir, ansiedad y depresión. Estos síntomas pueden durar semanas o meses e imponer una carga sustancial a las personas afectadas, así como costes relacionados para la sanidad pública. En este sentido, las dietas basadas en plantas podrían ser una solución para reducir este deterioro de la salud.
Las dietas veganas y la sanidad pública
Para ofrecer una perspectiva más visual, a continuación, se muestran las cifras de una investigación que ha comparado los ahorros obtenidos de tres tipos de dieta: dieta saludable, dieta vegetariana y dieta vegana para un escenario temporal de 2050. La transición vegetariana podría reducir la mortalidad global en un 6-10% para un escenario futuro en 2050 y ayudar a ahorrar en el tratamiento de enfermedades obteniendo ganancias económicas.
Si monetizamos la mejora de la salud humana, el valor sería mayor que los beneficios ambientales. Como resultado, obtendríamos entre 1 y 31 billones de dólares USD (equivalentes al 0,4-13 % del producto interno bruto (PIB) mundial en 2050) como ganancias económicas al mejorar la dieta humana.
Si transferimos los ahorros en el tratamiento de enfermedades, obtendríamos en promedio 735 billones de dólares USD por año (2,3% del PIB) para una dieta saludable, 973 billones de dólares USD (3% del PIB) para una dieta vegetariana y 1.067 billones de dólares USD (3,3% del PIB) para la dieta vegana. Además, se evitarían más del doble de muertes en los países en desarrollo que en los países desarrollados, y más de la mitad de todos los ahorros de costes se producirían en los países desarrollados por sus niveles de vida más elevados.
En cuanto a la disminución de la mortalidad, los beneficios económicos representan cantidades anuales como 21 billones de dólares USD (9 % del PIB) para una dieta saludable, 28 billones de dólares USD (12 % del PIB) para una dieta vegetariana y 30 billones de dólares USD (13 % del PIB). del PIB) para una dieta vegana.
¿Hay relación entre las dietas vegetarianas o veganas y la reducción del gasto en sanidad?
Por lo tanto, hay un gran valor económico asociado con la reducción de los gastos de sanidad en los costes de enfermedad y mortalidad gracias a la transición hacia dietas basadas en plantas que son beneficiosas no solamente para el bienestar individual sino también para el bienestar colectivo (planeta y sociedad).
En conclusión, la promoción de dietas veganas puede constituir una herramienta para la gestión empresarial orientada hacia la promoción de salud en el lugar de trabajo en busca de mejoras en el desempeño y en la productividad. Además, también puede ser útil para las políticas de salud pública que intentan reducir los costes relacionados con el tratamiento de enfermedades. Por otro lado, el gobierno ha de diseñar soluciones de apoyo para aumentar el interés en la implementación de los programas veganos en el lugar de trabajo y en las escuelas y, al mismo tiempo, optimizar el presupuesto de la sanidad pública. En lo que se refiere al público de los profesionales sanitarios, éstos podrían implicarse de una forma proactiva en la divulgación de las ventajas de las dietas vegetarianas y veganas. De este modo, obtendríamos beneficios para los trabajadores de la sanidad y también para los pacientes mejorando su bienestar (prevención y post-tratamiento) y optimizando los costes de la sanidad que conllevarían a un mejor servicio de salud para todos.
Artículo de Dr. Jana Krizanová. Departamento de Organización de Empresas II. Facultad de Educación, Economía y Tecnología en Ceuta. Universidad de Granada
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