La Universidad de Murcia demuestra que el pensamiento histórico es mucho más eficaz que la memoria para las clases de Historia de todas las etapas.
Benidorm Fest puso a prueba los conocimientos sobre historia de quienes han bailado al ritmo de Rigoberta Bandini. En su canción, polémica para algunos grupos por aquello de hablar abiertamente de las tetas y toda la simbología que tienen asociadas, hace una referencia a una de las obras artísticas más importantes de Eugène Delacroix, llamada La Libertad guiando al pueblo.
En este cuadro romántico, una mujer con un pecho fuera y bandera francesa en mano, encabeza una revuelta popular. Una alegoría de la libertad, como símbolo de la Revolución de 1830 contra el rey Carlos X de Francia.
La forma más animada de aprender Historia
Ahora la pregunta es la siguiente. ¿Cuántos visualizaron esta obra maestra del romanticismo francés a la primera? La respuesta a esta pregunta evidencia un problema muy serio de la docencia de la Historia en este país que, a pesar de estar presente desde Primaria hasta el Bachillerato, no consigue que el alumnado afiance los conocimientos y lo dote de una base crítica suficiente, como para ir más allá de lo que se aprendieron de memoria para superar el examen.
El sistema educativo cuenta con un conjunto de prácticas que no se corresponden con los tiempos actuales, en los que en unos clicks se accede a la mayor biblioteca que haya conocido la humanidad.
Por eso, ya deja de tener, por ejemplo, aprender Historia de memoria, como tradicionalmente se ha hecho en esta asignatura desde Primaria hasta Bachillerato.
El grupo de investigación de Didáctica de las Ciencias Sociales lidera desde la Universidad de Murcia un proyecto con el que se apuesta por dar con otra manera de enseñar la Historia y las Ciencias Sociales, en la que el alumnado adquiera un papel más activo y se implique mucho más en la materia.
Pensamiento Histórico como estrategia de aprendizaje
Esta investigación está liderada por el catedrático del Departamento de Didáctica de las Ciencias Matemáticas y Sociales, Pedro Miralles. Y en ella se trabaja sobre lo que se conoce como pensamiento histórico, que finalmente lleva a la formación de personas con un mayor espíritu crítico y democrático, como afirma este investigador, y que recoge parte de las líneas de trabajo en la docencia de la Historia de grupos de Canadá y Reino Unido, donde, en opinión de Miralles, se trabaja esta materia de una manera diferente y más efectiva.
Pedro Miralles explica que en estos países se acerca las fuentes históricas al alumnado, para que sepan el origen de lo que se les está contando y también como una estrategia para hacerles pensar.
Con el pensamiento histórico, dice este experto, se persigue que los contenidos históricos tengan una aplicación desde un punto de vista conceptual, pero también aspira a que el alumnado se meta en la piel de los historiadores y que aprendan que la escritura de la historia es fruto de un proceso de investigación y análisis de fuentes documentales, entre otras.
Así, la idea de pensamiento histórico está totalmente alejada de lo que se hace en las escuelas e institutos españoles, en los que el trabajo con el alumnado consiste, principalmente, en presentarles un libro de texto que se tienen que estudiar, para dar unas respuestas que ya están expresadas en el propio texto.
Trabajar “a través de la argumentación”
Pero Miralles opina que la fórmula debe ser totalmente diferente, para trabajar “a través de la argumentación”. Así, el estudiantado pasa de aprender a responder preguntas tras haberse estudiado un contenido, a saber plantearse cuestiones.
En este sentido, los libros de texto que se emplean en España ayudan más bien poco a esta tarea. A diferencia de los libros utilizados en centros educativos de Reino Unido, Canadá y Francia, los españoles apenas plantean ejercicios en los que se anime a pensar.
“Se trata de textos descontextualizados, que plantean la historia como un concepto totalmente cerrado, sin otra interpretación posible que la que plantea el autor del libro”, opina Pedro Miralles.
Diferencias entre los libros de Historia españoles y británicos
Las diferencias entre los libros de Historia españoles y los de otros países han sido analizadas en profundidad por María Martínez Hita, que recientemente leyó su tesis, fruto del trabajo con el grupo de investigación de Didáctica de las Ciencias Sociales.
Esta investigadora sostiene que “los libros de texto de España no han incorporado las aportaciones realizadas desde la investigación en didáctica de la historia” y tampoco llevan a una “exigencia cognitiva alta”. De esta manera, se frena el desarrollo del pensamiento histórico,
Elementos del pensamiento histórico
María Martínez Hita distingue dos aspectos en el pensamiento histórico. Por un lado, lo que esta especialista llama “conceptos de primer orden”, y que hacen referencia a “un conocimiento sobre lo que ocurrió en el pasado, es decir, los hechos, conceptos y la cronología”, vamos, lo que se trabaja hasta ahora en las clases de Historia.
Sin embargo, en el pensamiento histórico entran en juego unos “conceptos de segundo orden”, que “hacen referencia al aprendizaje de los métodos y técnicas de la investigación histórica”.
Con este enfoque, la formación del pensamiento histórico implica “no solo memorice fechas, conceptos o datos, sino que también aprenda los métodos de la investigación histórica, demandándoles habilidades cognitivas más complejas que esa simple memorización y repetición de los contenidos históricos”, apostilla María Martínez Hita.
Un aprendizaje de la Historia más activo y constructivista
Esta investigadora considera que con el pensamiento histórico se favorece un aprendizaje más activo y con una perspectiva constructivista.
La experiencia ha demostrado que la enseñanza de la Historia falla. Y el error no se le puede atribuir a los docentes, ya que su trabajo está muy encorsetado por la rigidez de propio sistema educativo y los libros de texto a los que pueden recurrir; y tampoco al alumnado.
Por eso, estos investigadores de la Universidad de Murcia reclaman un cambio de concepto en la docencia de esta materia, para que se dé cabida a estrategias novedosas y más efectivas, como por ejemplo la gamificación y el trabajo con objetos.
Hacer de la clase de Historia un juego
La gamificación, explica María Martínez Hita, permite aplicar elementos que forman parte de los juegos al proceso de enseñanza. Por ejemplo, narrativa, avatares, insignias, puntos recompensas o misiones, con los que se mejora la experiencia de aprendizaje, que se transforma en inmersiva y similar a un juego.
“La mayoría de las investigaciones previas y revisiones sistemáticas sobre la aplicación de la gamificación en el aula señalan sus efectos positivos en diferentes aspectos como los aprendizajes, el interés, las percepciones sobre la asignatura, la motivación, la participación e implicación del alumnado”, dice esta investigadora.
De hecho, los resultados obtenidos en su tesis, en la que propone trabajar de manera conjunta el pensamiento histórico con la gamificación en Educación Primaria, “coinciden con lo señalado en las investigaciones previas ya que muestran los beneficios de introducir esta innovación pedagógica en el aula”.
Un temario de Historia inabarcable
Otra cuestión a la que señala Pedro Miralles es la extensión de los contenidos que deben trabajar, una materia inabarcable si se quiere hacer un con unos parámetros de calidad más elevados. “Esto nos lleva a que cuando llegan a la universidad, el alumnado no se acuerda prácticamente de nada”.
Por eso, este catedrático de la Universidad de Murcia reclama menos cantidad y más calidad, de forma que se pongan en marcha estrategias más activas, en las que el alumnado se encargue de consultar, seleccionar y procesar la información y tenga que redactarla y exponerla a sus compañeros, no haciendo una mera copia de lo que pone el libro de texto.
“Así se consigue asentar el aprendizaje, pero es una estrategia que lleva más tiempo y es inasumible con la cantidad de contenidos que se deben trabajar en clase”, dice.
Con la incorporación del pensamiento histórico a las clases se ofrece una visión más aplicada de la historia. Al mismo tiempo, se enseña a pensar, a razonar, a entender que la historia, más que un conjunto de acontecimientos y fechas es la combinación de causas y consecuencias.
Se trata de una forma de darle la vuelta a materia fundamental para la formación del espíritu crítico y los valores democráticos. “Yo diría que la historia hay que conocerla para que no te manipulen a la hora de ver un informativo, de leer un periódico, de utilizar las redes sociales o a la hora de votar”, sentencia Pedro Miralles.