El tránsito de la Edad del Cobre a la del Bronce conllevó también cambios genéticos

El ADN de 136 esqueletos prehistóricos revela transformaciones genómicas y sociales durante la transición de la Edad del Cobre a la Edad del Bronce en el suroeste de Europa.

Enterramiento colectivo de la Edad del Cobre de Camino del Molino (Caravaca de la Cruz, Murcia). Foto: Francisco Ramos.

Los investigadores de la Universidad de Murcia (UMU), Joaquín Lomba y María Haber-Uriarte, colaboran en un nuevo estudio publicado en Science Advances que documenta la llegada de nuevos ancestros genéticos al sur de la península ibérica, concomitante con el surgimiento de la cultura de El Argar, al inicio de la Edad de Bronce, alrededor del 2200 ANE.

El tercer milenio antes de nuestra era (ANE) es un periodo muy dinámico en la prehistoria de Europa y Asia occidental, caracterizado por cambios sociales y políticos a gran escala. En la península ibérica, la Edad del Cobre estaba en pleno apogeo en torno al 2500 ANE, con un importante crecimiento demográfico, atestiguado por una gran diversidad de asentamientos y fortificaciones, estructuras funerarias monumentales, así como macro-aldeas de más de 100 hectáreas. Por razones que aún no están claras, la segunda mitad del milenio experimentó un despoblamiento y el abandono de los grandes asentamientos, fortificaciones y necrópolis.

En el sureste de la península ibérica surgió, en torno al 2200 ANE, una de las entidades arqueológicas más destacadas de la Edad del Bronce europea: la cultura de “El Argar”, una de las primeras sociedades de nivel estatal del continente europeo. Ésta se identifica por sus grandes asentamientos centrales en cerros, una cerámica diferenciada, armas especializadas y artefactos de bronce, plata y oro, junto con un rito funerario intramuros, con enterramientos y hábitats integrados en un mismo espacio.

Este nuevo estudio en el que ha colaborado la UMU, dirigido por la Universidad Autónoma de Barcelona (UAB) y los Institutos Max Planck para la Ciencia de la Historia de la Humanidad (Jena) y de Antropología Evolutiva (Leipzig), ha explorado la relación entre los cambios demográficos a gran escala y los principales cambios sociales y políticos del tercer y segundo milenio ANE, mediante el análisis de los genomas de 136 individuos ibéricos que vivieron entre el 3000 y el 1500 ANE.

Incluyendo los genomas publicados de la península ibérica, el nuevo estudio abarca datos de casi 300 individuos prehistóricos y se centra específicamente en la transición de la Edad del Cobre a la del Bronce, en torno al 2200 ANE.

El papel de la UMU

La UMU participa en este estudio aportando los resultados de sus excavaciones en el enterramiento colectivo de la Edad del Cobre de Camino del Molino (Caravaca), un hipogeo que contenía restos de 1.300 individuos depositados entre 2920-2870 y 2460-2190 ANE, cuyo estudio dirigen los profesores de Prehistoria, Joaquín Lomba Maurandi y María Haber Uriarte.

“Del final de esa secuencia, la más próxima a los inicios de la Edad del Bronce, se analizaron en este estudio restos de seis individuos datados mediante carbono 14, contrastando sus datos de ADN y cronológicos con un enterramiento descubierto a 400 m. del lugar. Se trata de un poblado asociado a ese hipogeo, pero en niveles algo más tardíos y, por tanto, más próximos a la Edad Bronce, Molinos de Papel”, explica Lomba Maurandi.

La combinación de esos datos y su procesamiento estadístico permiten establecer una superposición de fechas entre ambos yacimientos con un 95% de probabilidad, fechando, por tanto, la llegada de ascendencia relacionada con las estepas europeas al sureste península en torno a 2200 ANE.

“Contrastando los datos de estos yacimientos murcianos con las fechas más antiguas de enterramientos del Bronce argárico de la Almoloya (Pliego) y La Bastida (Totana), el resultado es que la mezcla de poblaciones autóctonas con perfiles esteparios pudo producirse unos 150 años antes de esas fechas argáricas, es decir, en ese 2200 ANE”, relata el investigador de la UMU.

Cambios genéticos y poblacionales

“Aunque sabíamos que la llamada ascendencia esteparia, que se había extendido por Europa durante el tercer milenio ANE, acabó llegando al norte de la península ibérica en torno al 2400 ANE, nos ha sorprendido ver que todos los individuos prehistóricos del periodo de El Argar portaban una parte de esta ascendencia, mientras que en los individuos de la Edad del Cobre está ausente“, afirma el investigador del Max Planck Wolfgang Haak, autor principal e investigador del estudio.

Los datos genómicos revelan algunos de los procesos que subyacen tras este cambio genético. Mientras que el grueso del genoma muestra que los individuos de la Edad del Bronce son una mezcla de ascendencia de población local de la Edad del Cobre y una parte menor de ascendencia entrante del continente europeo, los linajes del cromosoma Y heredados por vía paterna muestran un cambio completo, vinculado al movimiento de ascendencia esteparia que también es visible en otras partes de Europa. ”Las causas de esta desaparición de la diversidad previa del cromosoma Y siguen siendo muy difíciles de explicar”, comenta Cristina Rihuete Herrada, coautora principal del estudio e investigadora de la UAB.

Los nuevos y sustanciosos datos de los yacimientos de El Argar muestran también que estos dos componentes no explican totalmente la composición genética de las sociedades de la primera Edad del Bronce. “Hallamos señales también de ascendencia que rastreamos hasta el Mediterráneo central y oriental y Asia occidental. No podemos decir con exactitud si estas influencias llegaron al mismo tiempo que la ancestría esteparia, pero sí que formaban parte de las nacientes sociedades de El Argar, lo que evidencia que hubo contactos continuos con estas regiones”, añade Vanessa Villalba-Mouco, investigadora postdoctoral en el Instituto Max Planck y el Instituto de Biología Evolutiva (IBE, CSIC-UPF) y coautora principal del estudio.

Los investigadores de la UAB ya apuntaron posibles conexiones mediterráneas cuando descubrieron en 2013 la monumental fortificación del asentamiento argárico de La Bastida, en Murcia, para explicar la originalidad de algunos elementos arquitectónicos. “El estudio genético argumenta a favor de esta esta hipótesis: los datos muestran que esta conexión inédita mediterránea se habría mantenido de forma sostenida en el tiempo hasta el final del periodo de El Argar, hacia el 1500 antes de nuestra era”, destaca Rafael Micó, investigador de la UAB y también coautor principal del estudio.

Implicaciones sociales

“Si el cambio genético fue provocado por grupos migratorios del norte y centro de la península ibérica o por el deterioro climático que afectó al Mediterráneo oriental hacia el año 2200 ANE es la pregunta del millón”, afirma el Roberto Risch, de la UAB, coinvestigador y autor principal. “Sería absurdo pensar que todo se puede explicar con un modelo simple de un solo factor. Aunque la coincidencia temporal es sorprendente, es probable que hayan intervenido muchos factores”.

Uno de estos factores podrían ser las pandemias, como una forma temprana de la peste, que se ha evidenciado en otras regiones de Europa en esa época. Aunque no se ha hallado directamente entre los individuos analizados en el sur de la península ibérica, podría ser un desencadenante de los cambios poblacionales observados en la región, apuntan los investigadores.

“En cualquier caso, ahora podemos concluir que el movimiento poblacional que se inició en las zonas esteparias del este de Europa hacia el 3000 ANE no fue un evento migratorio único, sino que necesitó más de cuatro siglos para llegar a la Península Ibérica y otros 200 años para aparecer en las actuales Murcia y Alicante”, añade Risch.

El registro arqueológico del grupo de El Argar muestra una clara ruptura con las tradiciones anteriores de la Edad del Cobre. Los ritos de enterramiento, por ejemplo, pasaron de ser comunales a individuales y dobles en el interior de los poblados. Los enterramientos de élite también indican la formación de fuertes jerarquías sociales. Al realizar pruebas de parentesco biológico, el estudio ha revelado que los varones están, por término medio, más emparentados con otras personas del asentamiento, lo que indica que el grupo estaba probablemente estructurado de forma patrilineal. Dicha organización social podría explicar la marcada reducción de la diversidad del linaje Y, apuntan en el estudio.

“Observamos patrones similares de organización social y estratificación creciente también en otras partes de la Europa de la Edad del Bronce Temprana, de hecho, en líneas generales, alrededor de la misma época y con características similares de formaciones tempranas de tipo estatal. Esto sugiere un reinicio estructurado o un restablecimiento tras algún tipo de crisis o tiempos inestables y muy dinámicos”, resume Haak.

Más información:

La investigación ha contado con la participación, entre otras, de las siguientes instituciones: Adelaide University, Danube Private University, Basel University, Fundación Vasca para la Ciencia, Universidad de Valencia, Cape Town University, Universidad de Alicante, Museo Arqueológico de Alicante, Museo Arqueológico Municipal de Lorca, Universidad de Murcia, Harvard Medical School, Harvard University, Howard Hughes Medical Institute y Universidad de Sevilla.

Artículo: Genomic transformation and social organization during the Copper Age-Bronze Age transition in southern Iberia.Science Advances 2021.

Autores: Vanessa Villalba-Mouco, Camila Oliart, Cristina Rihuete-Herrada, AinashChildebayeva, Adam B. Rohrlach, María Inés Fregeiro, Eva Celdrán Beltrán, Carlos Velasco-Felipe, Franziska Aron, Marie Himmel, CaeciliaFreund, Kurt W. Alt, Domingo C. Salazar-García, Gabriel García Atiénzar, Mª. Paz de Miguel Ibáñez, Mauro S. Hernández Pérez, Virginia Barciela, Alejandro Romero, Juana Ponce, Andrés Martínez, Joaquín Lomba, Jorge Soler, Ana Pujante Martínez, Azucena Avilés Fernández, María Haber-Uriarte, Consuelo Roca de Togores Muñoz, Iñigo Olalde, Carles Lalueza-Fox, David Reich, Johannes Krause, Leonardo García Sanjuán, Vicente Lull, Rafael Micó, Roberto Risch, Wolfgang Haak

DOI: 10.1126/sciadv.abi7038

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