Una aplicación detecta trastornos mentales de jóvenes en redes sociales

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Más de un centenar de jóvenes, de edades comprendidas entre los 12 y 18 años, participan en el proyecto de investigación ‘Big Hug: Inteligencia artificial para la protección de las sociedades digitales’ que dirige la Universidad de Jaén (UJA). Un proyecto que combina tecnologías del lenguaje con la psicología con el fin de desarrollar herramientas capaces de detectar de manera temprana problemas de salud mental en las redes sociales.

El investigador del Departamento de Informática de la UJA Arturo Montejo Ráez,  miembro del grupo de investigación SINAI, lidera el equipo que estudia modelos de inteligencia artificial capaces de identificar y prevenir comportamientos de riesgo para actuar en consecuencia.

Este trabajo se sustenta en diferentes estudios que confirman los efectos nocivos de las redes sociales entre la población más joven, efectos que se agudizaron en los meses de emergencia sanitaria. “Durante la pandemia hemos llegado a duplicar el tiempo que pasamos en las redes sociales, sobrepasando el límite aconsejable por la Organización Mundial de la Salud (OMS). De hecho, tras la pandemia, el suicidio ya es la primera causa de muerte entre los jóvenes, en concreto, entre los 15 y 29 años. En España se producen 10 suicidios al día, es decir, mueren por suicidio el doble de personas que por accidentes de tráfico”, apunta Montejo Ráez, coordinador de este proyecto, que está financiado por el Plan Andaluz de Investigación, Desarrollo e Innovación de la Junta de Andalucía (PAIDI-2020), cuyo objetivo es ayudar en la detección precoz de problemas emocionales en adolescentes y que se desarrolla durante los años 2021 y 2022.

Montejo sostiene que “este proyecto se centra en el diseño de algoritmos que permitan detectar, a través de las interacciones en las redes sociales, comportamientos que alertan sobre la existencia de determinadas patologías o trastornos mentales. En estos momentos, estamos enfocados en trastornos de ansiedad, depresión, ideas suicidas, ciber-acoso, adicción al juego o trastornos alimentarios (bulimia y anorexia) y en la capacidad de recabar información para generar herramientas que sean efectivas para que los jóvenes puedan seguir disfrutando de internet con seguridad y privacidad”. La constatación de estos trastornos ha llevado tanto a las familias como a expertos en la materia a reclamar un plan en redes sociales que avance en la detección precoz de conductas extrañas que, si no se tratan a tiempo, pueden derivar en problemas graves de salud, tal y como apunta Montejo Ráez.

Arturo Montejo y su equipo.

Cómo se construyen estas herramientas

El proyecto Big Hug de la UJA se apoya en el procesamiento del lenguaje natural, una de las ramas más destacadas en inteligencia artificial, mediante una estrategia denominada “aprendizaje supervisado”, es decir, se dota a los ordenadores de la capacidad de discriminar e identificar patrones, sobre las comunicaciones de personas ya diagnosticadas, que permitan, a partir de varios mensajes, lanzar una señal de alerta, “de forma que seamos capaces de establecer la detección precoz de un trastorno determinado”, indica el profesor Montejo.

Una vez evaluados los algoritmos, el equipo de la UJA planea una segunda parte del proyecto que consiste en la capacidad de diseñar y desarrollar una tecnología con la que ayudar más y mejor a los jóvenes y a sus familias. En esta segunda parte, la investigación proyecta la creación de aplicaciones capaces de identificar situaciones de riesgos antes de que éstas supongan una grave amenaza. Estas aplicaciones pueden ir desde la instalación de herramientas de supervisión parental en los dispositivos de los jóvenes, siempre con su conocimiento, al uso de ‘bots’ o agentes conversacionales (asistentes virtuales) capaz de empatizar y de recabar pistas sobre el estado de salud mental del usuario.

Montejo Ráez no descarta que todas estas técnicas puedan integrarse en una única solución informática que sea viable desde el punto de vista tecnológico y práctico. “No solo podemos desarrollar algoritmos y hacerlos funcionar en el ordenador, sino que tenemos que encontrar una aplicación factible para que esos padres o jóvenes puedan activar mecanismos para autoevaluarse”, concluye el investigador de la UJA, tras anunciar que el siguiente paso sería hacer efectiva esa trasferencia tecnológica a la sociedad, bien “como producto financiado por una institución pública o a través de una empresa privada”.

Este proyecto está liderado por el grupo de investigación SINAI (Sistemas Inteligentes de Acceso a la Información) de la Universidad de Jaén, especializado en el estudio de las Tecnologías del Lenguaje Humano (HLT), también conocidas como Lingüística Computacional.