Un experto de la UMA recomienda análisis periódicos de las aguas de los caladeros de mariscos

El control de los caladeros para el consumo humano del marisco, según los criterios de calidad que marcan la Organización Mundial de la Salud y la Unión Europea, se ha convertido estos días en protagonista en la provincia de Málaga, aunque la contaminación de estas zonas de producción no solo ocurre en verano. Así lo asegura el profesor del Departamento de Microbiología de la Universidad de Málaga Eduardo Martínez, que recomienda la realización de análisis periódicos de las aguas para detectar posibles focos de infección, lo que permitiría, por ejemplo, vigilar los vertidos ilegales o estar en alerta ante la mezcla del agua del mar con las residuales o con la de la lluvia o ríos.

En este sentido, el experto explica que, aunque el mar en sí es un gran depurador de microorganismos patógenos procedentes de los vertidos, el marisco requiere, además, otra depuración posterior, exigida por las autoridades sanitarias.

“Las almejas, coquinas y chirlas, muy comunes en nuestra costa, se alimentan filtrando agua, por lo que retienen las partículas que hay en suspensión en esta”, aclara Martínez, quien señala que pueden incluso filtrar 30 litros de agua al día, y en el caso de los mejillones y las ostras, hasta 50.

Según el profesor de la Facultad de Medicina, estos organismos concentran las bacterias en su interior, siendo muy resistentes al calor, por lo que algunas, ni siquiera mueren cuando se cocinan, al hervirse.  “El mundo microbiano es muy complejo, por ello es fundamental una vigilancia extrema y periódica”.

El investigador demanda, igualmente, una mejor gestión del agua residual, ya que, tal y como afirma, las depuradoras son insuficientes en la provincia, con consecuencias directas en la calidad del agua y, especialmente, en la del marisco. 

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