Contrario a lo que se cree, en los trastornos de la conducta alimentaria (TCA), como la anorexia y la bulimia, es esencial reconocer que el problema implica una conexión emocional que se establece con la alimentación. Expertos reunidos en la Universidad Nacional de Colombia (UNAL) reiteraron que un abordaje eficaz de este conjunto de afecciones físicas y mentales requiere la participación de especialistas capaces de identificar señales menos evidentes, como la dificultad para tragar alimentos y la disfonía.
Tanto la anorexia nerviosa –donde la búsqueda de la delgadez se convierte en una obsesión– como la bulimia, donde los episodios de ingesta excesiva son seguidos por comportamientos “compensatorios” como vómitos autoinducidos, ayunos prolongados y hasta ejercicio excesivo, afectan a personas de todas las edades.
En la mayoría de los casos estos aspectos son consecuencia de contextos como la presión social, los estándares estéticos –predominantes en escenarios como las redes sociales–, e incluso las dinámicas familiares, que también influyen en la forma en que se manifiestan estos desafíos de salud mental.
Durante la Jornada de Sensibilización Interprofesional sobre los Trastornos Alimentarios, realizada en la UNAL, el profesor Rafael Guerrero Lozano, director del Departamento de Pediatría de la Facultad de Medicina de la Institución, manifestó que “en mi práctica diaria en gastroenterología he visto que ciertos malestares –como dolores de estómago, alergias y cuadros dispépticos, entre ellos indigestión, gases y saciedad precoz– constituyen indicios de alerta que apuntan hacia problemas nutricionales”.
“Con frecuencia se emiten juicios acerca del peso de una persona en relación con su talla o estatura, sin considerar su verdadero estado nutricional. En ocasiones se estigmatiza a niños y jóvenes con expresiones como ‘el niño está como pesadito ¿cierto?’ o ‘la jovencita está repuestica’, minimizando la posibilidad de que la delgadez también pueda estar indicando algún problema”.
En otro punto de su intervención reiteró la importancia y responsabilidad de los especialistas de escuchar detenidamente a cada paciente para construir una buena y completa historia clínica, asegurando así un informe preciso sobre su estado nutricional y evitando diagnósticos erróneos.
Valentina Mora, nutricionista y dietista de la UNAL, resaltó la importancia de otros síntomas de alerta como la pérdida de cabello causada por el uso de laxantes. “Aunque se considere que estos problemas son habituales, no se deben pasar por alto, ya que pueden indicar diversas complicaciones ocultas en la salud”.
“Es importante complementar el diagnóstico con análisis de sangre, y en las mujeres la amenorrea es clave. Aunque aparentemente no existe una relación entre el periodo menstrual y los TCA, lo cierto es que podemos ver si la persona está teniendo una buena o mala alimentación”.
Un problema poco documentado
Sobre los TCA existen pocas cifras que respalden su incidencia; de hecho en Colombia son escasas las caracterizaciones sobre este problema que afecta especialmente a la población adolescente.
“En el país no hay encuestas o instrumentos pensados en determinar el diagnóstico o la prevalencia de conductas de riesgo o trastornos alimentarios, y sí debería existir un diagnóstico o datos que esbocen las conductas alimentarias de riesgo para crear estrategias adicionales de abordaje”, concluyó la nutricionista.