Terremotos: ¿estamos preparados para un seísmo de magnitud elevada?

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Los terremotos ocurridos recientemente en Marruecos y Afaganistán han vuelto a despertar el interés por la peligrosidad sísmica de zonas como el Sureste de la Península Ibérica, donde los terremotos se suceden prácticamente a diario, aunque la mayoría no se sientan, y existe el peligro real de que algún día se desate uno de magnitud 6. La cuestión es, ¿estamos preparados para evitar una catástrofe? Varios especialistas responden a esta cuestión.

Efectos destructores del terremoto de Marrakech. Foto: Médicos del Mundo.

El temblor en Marruecos ha vuelto a despertar la preocupación de la población del Sureste español por la posible llegada de un terremoto de magnitud elevada. En este entorno se sienten terremotos con bastante frecuencia, el último de gran entidad fue en 1884. Esta zona es la de mayor sismicidad de la Península Ibérica, seguida de la franja pirenaica y el suroeste de Portugal. Y cada cierto tiempo se registran episodios de magnitud más elevada, como el enjambre sísmico del área metropolitana de Granada, con más de 3.000 temblores y magnitudes máximas que superaron el nivel 4. O el terremoto de Lorca (Murcia) de 2011, que alcanzó una magnitud 5,1, dejó daños cuantiosos y afectó al 80% de las edificaciones de la ciudad, hasta el punto de que más de 1.100 edificios tuvieron que ser demolidos y levantadas de nuevo.

¿Estamos preparados para un terremoto de magnitud elevada?

Todos los especialistas consultados por esta revista han coincidido en que la normativa de sismorresistencia bajo la que se han construido los edificios hace pensar que podemos estar tranquilos porque un terremoto de magnitud elevada no causará daños estructurales en los edificios.

Y como ejemplo, lo ocurrido en Lorca, donde, a pesar de que la mayor parte del parque inmobiliario resultó afectado, solamente colapsó un edifico y lo hizo porque arrastraba problemas anteriores en su estructura. Y es más, las nueve víctimas mortales que ocasionó el terremoto de Lorca fueron a causa de desprendimientos de cornisas y otros elementos de los edificios.

«Me gustaría pensar que los edificios están preparados para aguantar grandes terremotos, porque tenemos las herramientas para que eso sea así. Desde 1994 tenemos normativa de sismorresistencia y antes, había recomendaciones, para construir conforme a un riesgo», explica la investigadora del Instituto Andaluz de Geofísica y Prevención de Desastres Sísmicos y profesora de GEOMET, Mercedes Feriche. No obstante, esta investigadora llama la atención de lo ocurrido en Lorca, por que allí se apreció que «la edificación no estaba bien adaptada a la normativa sismorresistente; fue un panorama desolador y el comportamiento del parque inmobiliario de Lorca dejó mucho que desear». Y añade que el problema en esta ciudad murciana también estuvo asociado que la calidad de los hormigones con los que se realizaron los edificios.

En Lorca solamente colapsó un edificio y se debió a que presentaba problemas previos.

Qué se espera que ocurra en caso de un gran terremoto

En caso de un terremoto de gran magnitud se espera que la estructura de hormigón o metálica se comporte adecuadamente y, aunque se deforme, nunca colapse. No ocurre lo mismo con elementos de tabiquería y albañilería, que son más débiles es mucho más probable que resulten con daños de consideración. Esto mismo ocurrió en viviendas del área metropolitana de Granada, a causa de la serie sísmica de 2021, en las que se detallaron daños como fracturas en tabiques o desprendimientos de algún elemento que para nada comprometían la estructura y la fortaleza del edificio.

Los edificios previos a los años 80, aunque no se construyeron bajo ninguna normativa de sismorresistencia, suelen mostrar un comportamiento adecuado ante terremotos. «Antes de los años 80 se utilizaba el sistema estructural de pilares con vigas colgadas y descolgadas, que son resistentes a los movimientos sísmicos y aguantan muy bien los movimientos horizontales. Además, estamos hablando también de edificios más regulares, con menos alturas que los que vinieron a posteriori», aclara Mercedes Feriche.

Mercedes Feriche.

Por otro lado, las edificaciones antiguas cuentan con un «sistema de diafragma» formado por los forjados de madera, responsables del cimbreo del suelo cuando se camina sobre él, pero lejos de ser negativa, esa vibración le permite tener la suficiente elasticidad para que los muros en los que están apoyados se deformen y absorban las sacudidas de un terremoto. «Si esos elementos están bien calculados y unidos no tienen por qué tener ese tipo de daños».

Qué dice la normativa de sismorresistencia

En España hay normativas o recomendaciones sobre sismorresistencia desde los años setenta. En estos documentos se establecen las fuerzas laterales que los arquitectos e ingenieros deben contemplar en el cálculo de las estructuras, es decir, las fuerzas que debe soportar el edificio. Del mismo modo, especifica detalles, como los encuentros de la armadura, los tornillos… para hacer que una edificación sea más dúctil, es decir, que se deforme, pero que no colapse. Y todas las edificaciones que se levantan, tanto en el ámbito de la arquitectura como de la ingeniería, deben pasar el control de los colegios profesionales.

Leandro Morillas es profesor del Máster en Estructuras , ofertado por las escuelas de Caminos y de Ingeniería de la Edificación de la Universidad de Granada. Este investigador realizó un estudio sobre las edificaciones del área metropolitana granadina, en el que se constató que, en caso de un terremoto de magnitud elevada, «los colapsos serían anecdóticos», y los daños esperables serían de la entidad de los registrados tras el terremoto de Lorca.

Leandro Morillas.

Por qué hubo tantos daños en el terremoto de Lorca

El caso de Lorca es singular, porque se registraron unos daños desproporcionados para la magnitud del temblor, pero tiene su explicación. En la localidad murciana, el terremoto fue a muy poca profundidad, a tan solo 4 kilómetros. Además, el epicentro estuvo muy cerca del área poblada, y, por si fuera poco, Lorca estaba justo en la trayectoria de la radiación máxima de la onda sísmica, lo que acrecentó la intensidad del terremoto, es decir, cómo se sintió. Por otro lado, el suelo tampoco ayudó, porque Lorca se ubica sobre un terreno sedimentario, que actúa como caja de resonancia y hace que el terremoto se sienta todavía más.

Estimación de daños que provocaría un terremoto en el área metropolitana de Granada, realizada por Leandro Morillas.

El terremoto que sí guarda un gran parecido con el ocurrido ahora en Marruecos fue el localizado en la localidad granadina de Arenas del Rey, en 1884, y que se estima alcanzó una magnitud 6,8, que se saldó con mil fallecidos. Este seísmo alcanzó el máximo esperable en esta zona y desde entonces, no se ha vuelto producir ninguno con esa fuerza.

¿Volverá a ocurrir otro gran terremoto en España?

La pregunta ahora es, ¿volverá a ocurrir? Y la respuesta de los expertos es rotunda: sí, pero no se sabe cuándo: puede ser año que viene, dentro de un siglo o quizás tarde en llegar miles de años, que es lo más probable, debido al tiempo que necesitan las fallas para acumular la energía suficiente para desatar un temblor de magnitud 6, que es el máximo esperable en esta zona, en función de la tipología y el tamaño de las fallas existentes bajo el suelo.

Como afirman los expertos, se sabe que, antes o después, llegará un terremoto de 6; se conocen las áreas a las que podría afectar; incluso también cómo se comportará el terreno, en función de si las poblaciones se asientan en rocas sedimentarias o en roca dura, que atenúa los efectos del seísmo.

Sismicidad en España desde 1934 a 2021. Imagen: Instituto Geográfico Nacional.

Cómo fue el terremoto de Marrakech

El pasado 8 de septiembre la Tierra volvió a demostrar que el ser humano es solamente una especie más, tan vulnerable como cualquier otra, y que poco puede hacer frente a las fuerzas de la naturaleza. El punto elegido para esta demostración fue la zona occidental del Alto Atlas, al suroeste de Marrakech, donde se produjo un terremoto que alcanzó una magnitud de 6,8.

Este temblor, en la categoría de los muy destructivos, se llevó por delante la vida de unas 3.000 personas y dejó pueblos enteros reducidos a escombros. Tras esta catástrofe natural, se hace necesaria una explicación de qué ha ocurrido en una zona de sismicidad baja para que se registre en terremoto de magnitud 6,8.

A qué se debe el alto nivel de destrucción en Marruecos y Afganistán

En Marruecos se ha dado la peor de las combinaciones posibles. Se trata de una zona poco acostumbrada a terremotos, con una población que ni está preparada desde el punto de vista constructivo, ni tampoco en lo concerniente a la cultura de la seguridad que sí se tiene en países como Japón o Chile, donde los terremotos de magnitud 6 ó 7 son habituales y las consecuencias se quedan en daños materiales de poca consideración. Algo similar ha ocurrido en Afganistán, un país más habituado a los terremotos, pero donde las construcciones no llegan al nivel adecuado para aguantar los movimientos de la Tierra.

En ambos países, los planes de emergencia previstos para crisis ocasionadas por un terremoto son prácticamente inexistentes. No hay estudios serios sobre la vulnerabilidad de las zonas habitadas, previsiones de daños en función de la magnitud del terremoto y estrategias de evacuación de la población para minimizar el número de víctimas.

Jesús Galindo-Zaldívar.

Qué características tuvo el terremoto de Marruecos

El terremoto tuvo su epicentro a unos 60 kilómetros de Marrakech, en la zona del Alto Atlas, justamente donde esta cordillera, que va desde el sur del país hasta Argelia y Túnez, alcanza su máxima altitud. Esta zona reúne todas las condiciones para ser una zona sísmicamente muy activa, pero sin embargo no lo es, hasta este gran terremoto y la sucesión de réplicas, que se repetirán durante los próximos meses o incluso años.

El profesor de Geodinámica de la Universidad de Granada, Jesús Galindo-Zaldívar, conoce muy bien esta zona. Forma parte de un equipo de geólogos, geofísicos y geodestas de varias universidades marroquíes e instituciones españolas que investigan en la zona, y desde hace tiempo había registrado datos de GPS que la cordillera del Atlas “ estaba sufriendo un acortamiento de 1mm al año”, sin embargo, la actividad sísmica no aparecía. Hasta ahora, que lo ha hecho de golpe, con la liberación de una cantidad de energía acumulada a lo largo de miles de años.

“Por los cálculos que tenemos, la falla que ha originado este terremoto tiene unos 30 km de longitud y ha pegado un salto de 1,5 metros. Si el acortamiento es de 1,5 mm al año, hemos necesitado miles de años para que se vaya acumulando esa deformación hasta que ha dado el salto, por eso no había en la zona registros históricos de terremotos”, explica Galindo-Zaldívar.

La ruptura se produjo a una profundidad media. Según los últimos cálculos realizados por los expertos y que parecen ser definitivos, se localizó a una profundidad de 26 kilómetros. Este factor jugó a favor de la población, ya que de haberse registrado más arriba, la destrucción y el número de víctimas mortales habrían sido mucho mayores.

«Los daños de mayor entidad y las víctimas mortales se han dado en la zona antigua de Marrakech y en los entornos rurales. En las construcciones modernas no hay daños significativos», afirma Jesús Galindo-Zaldívar.

Cada cuánto tiempo se produce un gran terremoto

Daniel Stich.

En las grandes fallas como la que ocasionó el temblor del pasado 8 de septiembre, los periodos de retorno son de miles de años, de ahí que no haya registros de terremotos de magnitud elevada en el pasado, pero seguramente lo tuvo que haber hace miles de años.

El catedrático del Departamento de Física Teórica y del Cosmos y profesor del Máster en Geofísica y Meteorología (GEOMET) de la Universidad de Granada, Daniel Stich, explica que la falla responsable de ese terremoto de 6,8 está experimentando una compresión, de manera que el bloque de arriba se ha levantado sobre el inferior.

«Es un caso un poco curioso, porque es una falla muy antigua, que está allí desde la época jurásica, cuando aquella zona estaba bajo extensión». En esta zona, añade el profesor de GEOMET, se ha invertido el patrón de deformación regional y esta falla se ha activado con su acomodación invertida. En cualquier caso, se trata de un acortamiento relativamente pequeño, comparado con lo que ocurre en la zona del Rif, un entorno de Marruecos donde la actividad sísmica es continua y ha dado lugar a terremotos de entidad, como el ocurrido en Alhucemas en 2004, de magnitud 6,3, que se saldó con 600 víctimas mortales y la destrucción del hogar de unas 15.000 personas, y que se produjo tan solo diez años después de otro que alcanzó magnitud 6.

Por lo que han comentado los especialistas consultados para este reportaje, existen motivos de preocupación, por la alta probabilidad de que algún día se registre un gran terremoto en España; sin embargo, no hay razones para tener miedo, ya que los estudios y la experiencia de Lorca muestran que sí habrá daños, pero ni por asomo, del calibre de los registrados en Marruecos.