Teresa Claramunt: "El feminismo estará vigente mientras haya situaciones de desigualdad"

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Teresa Claramunt.

Teresa Claramunt, catedrática de enseñanza secundaria en Biología y geóloga, ha inaugurado una nueva edición de los Viernes Científicos, organizados por la Escuela Politécnica y la Facultad de Ciencias Experimentales de la Universidad de Almería, con la presentación de su libro ‘Mujeres en ciencia y tecnología’.

¿Cómo se gesta este libro?

Salió este año en enero y es una ampliación de uno que hicimos hace diez años en el que sólo tratábamos el tema de ciencia. En este libro, “Mujeres en Ciencia y Tecnología” incluimos mujeres de todos los campos: ingenieras, arquitectas, astronautas… Junto a Rosa María Claramunt impartimos un curso de formación del profesorado sobre esta temática y esa ha sido el punto de partida en la redacción de este libro.

En días concretos o en actividades concretas las escuelas y facultades de ciencias, de la Universidad de Almería y de otras universidades, intentan dar a conocer precisamente el papel de la mujer en la ciencia por no está reconocido en su justa medida. ¿Avanzamos?

El tema de la visibilidad de las mujeres que han hecho ciencia lleva mucho tiempo trabajándose y yo creo que un poco hemos avanzado. Ocurre que las cosas puntuales están muy bien y hay que hacerlas, pero lo que realmente da resultado es lo que está dentro de los curriculums. Para eso es necesario que el profesorado que imparte clase conozca la actividad científica de las mujeres a lo largo de la historia y así lo pueda explicar transmitir. Todo el mundo sabe quién es Darwin pero ¿quién estableció la estructura de la doble hélice del ADN? Todo el mundo conoce James Watson y Francis Crick, pero no la historia de Rosalind Franklin. (Autora de la imagen, conocida hoy como la famosa fotografía 51, crucial para que James Watson y Francis Crick establecieran, en 1953, la célebre hipótesis de la «doble hélice» que es característica de la estructura molecular del ADN y por lo tanto considerada como la verdadera descubridora de este gran hallazgo científico).

¿Y cómo están los libros de texto?

Se está haciendo un esfuerzo. Por ejemplo cuando aparecía el apellido de una mujer científica al lado se escribía “un científico”. Esto se está rectificando y ahora las escriben en su género.

Hay situaciones que nos parecen impensables en nuestra sociedad, por ejemplo que una mujer necesite la firma de su marido para abrir una cuenta bancaria, algo que las mujeres mayores que nos rodean han vivido… Sin embargo, también se habla hoy de cierta involución. ¿Qué opinión tiene usted?

Yo personalmente creo que sí hay una cierta involución. Hemos vivido un tiempo de euforia en todos los niveles y las personas se han encontrado cosas hechas que han sido fruto de la lucha de montones de mujeres, y también de hombres, durante mucho tiempo y se han pensado que eso era así y ya no había problema. Pero en época de crisis todo se cuestiona, todo se recorta. A nivel de empleo la crisis afecta más a las mujeres. A nivel de ciencia ya hay datos que señalan que hay menos mujeres con beca, menos en puestos de responsabilidad, se van más al extranjero. Además tenemos un Gobierno con unas leyes que nos van a retrotraer a hace veinte años.

Pero en el mundo universitario hay más mujeres en los estudios de ciencia…

El estudiantado es el 60 por cien de mujeres, pero a medida que se sube en la escala vamos perdiendo: 40 por ciento profesorado y sólo 11 rectoras en toda España. Es una discriminación sutil: hay una igualdad legal pero en miles de sitios hay pequeñas discriminaciones que van mermando la moral de las personas que quieren seguir en esta carrera. Y las que consiguen pasar les es más difícil el acceso a becas, reconocimientos, etcétera. Esta igualdad en el fondo sólo está en la base.

¿Y cómo lo viven las mujeres? Porque a veces hay también un sentimiento de culpa, de no poder llegar a todo.

Si leemos las entrevistas a mujeres científicas, las hay hablan de ese “techo de cristal” y encontramos aquellas que dicen “yo no he tenido ninguna discriminación”. Es fruto de que tenemos tan interiorizados los estereotipos que no somos capaces de detectar lo que podríamos llamar micro discriminaciones; porque, seguro, las ha sufrido. Seguro que cuando ha venido un repartidor a su departamento la ha confundido con la secretaria si al lado había un hombre, seguro que cuando ha pedido un proyecto de investigación se lo han dado a un hombre… Pero está tan asumido que ni se cuestiona que eso sea una discriminación. En cuanto a la culpa, mientras no haya una conciliación real eso se va a dar siempre, no solo por los hijos sino también por el cuidado de nuestros mayores. Una mujer con hijos tiene cuatro veces menos probabilidades de promocionar que un hombre, así se recoge en el Libro Blanco sobre la situación de las Mujeres en la Ciencia Española. Sólo lo logran las que hacen triple jornada de trabajo o tienen un apoyo familiar muy grande.

¿Y las políticas de cuotas, becas o programas específicos para la mujer?

Pues son necesarios porque no partimos de una situación de igualdad, son una solución provisional.

Cuando jóvenes universitarios ven el feminismo cómo algo del pasado…

Yo les diría que se puede hacer un inventario de la discriminación: brecha salarial, brecha económica, brecha a nivel político, en los medios de comunicación… Las desigualdades siguen existiendo, claro que no son que no puedo firmar sin autorización del marido, pero son desigualdades que afectan a tu trayectoria personal: las mujeres siguen teniendo unos hándicaps que no tienen los hombres. El feminismo siempre estará vigente mientras haya situaciones de desigualdad. Parece que está como mal visto y hay que recuperar el decir yo soy feminista. Las mujeres tenemos que seguir luchando para alcanzar esa igualdad que no tenemos y si podemos hacer esta lucha acompañadas de hombres mucho mejor.

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