La Universidad de Murcia desarrolla un conjunto de herramientas para mejorar los protocolos de seguridad en las redes 5G y 6G. Estos nuevos ecosistemas de redes van a incrementar el número de actores que comparten información, pero al mismo tiempo harán que se multipliquen las brechas de seguridad y las vías para ataques malicioso. Requieren de sistemas de control inteligentes que van mucho más allá de los actuales.
El entorno interconectado ya es una realidad. Coches, semáforos, farolas, incluso frigoríficos y, por supuesto, los teléfonos móviles, están intercambiando información de manera continua. Se trata de un espacio digital, en el que los diferentes dispositivos interactúan entre sí no ya solamente en la red, sino formando redes propias, para compartir datos de todo tipo.
Cómo mejorará la UMU la seguridad en redes 5G y 6G
Se plantean nuevos retos de seguridad, en los que está trabajando la Universidad de Murcia, en un proyecto dirigido por Antonio Skarmeta, para mejorar la seguridad de todas estas redes que están surgiendo en la actualidad. Se trata del proyecto CERBERUS, cuyos detalles conoció de primera mano la vicepresidenta del Gobierno, Nadia Calviño, en una visita realizada a la Universidad de Murcia.
Esta sociedad digital y sensorizada se encamina a una interconexión todavía mayor, de la mano de las redes de quinta generación, las conocidas como 5G que, entre otras ventajas, van a permitir que haya un número mayor de dispositivos conectados por metro cuadrado, que se incremente la capacidad de transporte de información a través de las redes y que se reduzca la latencia, es decir, el tiempo transcurrido entre que se emite una señal y se recibe una respuesta.
Estas redes se están desplegando ahora mismo, aunque el usuario final no sea consciente, y se espera que en cuestión de poco más de un año, las operadoras dejen de lado totalmente el 4G y apuesten por esta nueva tecnología; de forma que España se convertirá en uno de los primeros países en contar con esta tecnología de manera masiva. Y en unos diez años, el 5G dará paso al 6G, que significará más en velocidad, mayor capacidad de la red y multiplicar la cantidad de dispositivos que se podrán conectar al mismo tiempo.
Qué problemas de seguridad se plantean en el 5G y el 6G
El 5G y el 6G son entornos de redes diferentes, más distribuidos y menos monolíticos. En ellos se da entrada a muchos actores, que participan de la red, bien obteniendo información o proporcionando datos de todo tipo. Se da un intercambio continuo mucho más horizontal, que cuenta con una enorme cantidad de ventajas. Pero también de riesgos, sobre todo, en materia de seguridad.
Según explica Antonio Skarmeta, con CERBERUS “desarrollamos una serie de herramientas que se puedan integrar con la gestión de la tecnología 5G, para decidir cuáles son los protocolos de seguridad que se deben desplegar en los diferentes componentes que integran una red“.
Cómo actuará el sistema de seguridad de redes que desarrolla la UMU
Este sistema de seguridad estará preparado para actuar “de manera dinámica” en caso de que se detecte un ataque o un fallo de seguridad, momento en el que procederá al ajuste y la redimensión de la red, para mitigar al máximo los efectos de esa intrusión maliciosa. Dicho de otra forma, introducirá un modelo inteligente de gestión de la seguridad de la infraestructura, para “organizar la respuesta que debe tener la red ante un posible ataque”.
Como también dice este profesor de la Universidad de Murcia, con CERBERUS se trabaja en el desarrollo de una solución tecnológica que “orquesta” a todos los componentes de la red, para blindarla ante cualquier amenaza y hacerla más segura.
Cómo serán los ecosistemas de redes
Este tipo de equipamientos resultan esenciales en el escenario de la comunicación digital que llega con las nuevas generaciones de redes, en las que cada vez participarán más proveedores. “Ahora mismo un operador te ofrece todo: la infraestructura y el acceso. La idea es que cada vez habrá más entidades que se sumen. Por ejemplo, tu coche, que da servicio a otros vehículos que están circulando en la zona, lo que lo convierte en un operador más de esa red”, argumenta Antonio Skarmeta.
En el contexto de redes que se está terminando de implantar con el 5G, y todavía más cuando llegue el 6G, habrá que coordinar muchos elementos que entrarán a formar parte de la cadena de valor de la comunicación. “Pasaremos a un modelo más distribuido y eso implica que haya más puntos de fricción, más puntos de ataque, y hay que coordinarlos a todos ellos en materia de seguridad y de calidad de servicio”.
En estas redes, la cuestión no pasa solamente por hacerlas seguras, sino también por que cada uno de los elementos que las componen apliquen individualmente acciones para preservarse de amenazas, de manera que ellos mismos estén a salvo y, de paso, al resto de elementos que funcionan interconectados.
“El problema es que hay que tener seguridad en toda la cadena, garantizar la seguridad en todo el servicio, porque el eslabón más débil puede poner en riesgo a todos los demás. Hacer que cada uno de esos elementos sepa qué tiene que hacer en caso de problema de seguridad y, en la medida de sus herramientas y sus posibilidades, actúe”, afirma este investigador del Departamento de Ingeniería de la Información y las Comunicaciones de la Universidad de Murcia.
Tres avances que traen el 5G y el 6G
Con la llegada del 5G, y todavía más con el 6G, se van a dar tres pasos fundamentales para el nuevo ecosistema de la comunicación digital, lleno de nuevos actores y caracterizado por la interconexión casi total.
Antonio Skarmeta explica que, en primer lugar, se va a incrementar la capilaridad, es decir, el número de nodos conectados por metro cuadrado. Estas tecnologías de red van a permitir que crezca el número de dispositivos que se podrán conectar al mismo tiempo, y al hablar de dispositivos no se trata solamente de personas con sus móviles, como por ejemplo la concentración de personas que se da en un festival de música, sino elementos propios del Internet de las Cosas, como aparatos de una ciudad, sensores de vehículos y todo tipo de aparatos electrónicos que se pueden conectar a Internet.
Al mismo tiempo, se conseguirá no solamente que esa capilaridad sea mayor, sino que se podrá realizar con un mayor ancho de banda, fundamental, ya que “esas entidades cada vez requieren más recursos”, afirma Antonio Skarmeta.
Y como tercer elemento que distinguirá estas nuevas redes de las anteriores se presenta la reducción de la latencia, que va a reducir el tiempo de respuesta de los dispositivos de los 200 milisegundos actuales a tan solo 1 milisegundo, en el caso de las redes 5G; y a 0,1 milisegundo, que se conseguirá cuando el 6G esté desplegado.
Qué tecnología posibilitarán estas redes
Estos tiempos de respuesta, así como la cantidad de agentes que se pueden incorporar a la red facilitarán la implantación del vehículo sin conductor, en el que una décima de segundo puede ser vital, y que va equipado con una cantidad enorme de sensores y cámaras para tener constancia de todo lo que ocurre a su alrededor con el resto de vehículos, obstáculos de la vía y peatones.
Este tipo de vehículos funcionarán con un procesador local, es decir, con su ordenador de abordo, lo que ocurre es que será tal la cantidad de información a procesar que ese ordenador se quedará pequeño, y “la tendencia es que cada vez se apoye más en otros dispositivos de la red, para interpretar la información que recaba del entorno”.
Qué papel jugará la infraestructura de red local en el nuevo escenario interconectado
La infraestructura de red local va a ser fundamental para los vehículos de los próximos años, y no solamente los autónomos. Antonio Skarmeta y su equipo de la Universidad de Murcia trabajan, en colaboración con Renault, en un proyecto basado en tecnología 5G, con el que se espera mejorar el procesamiento de la información que recibe el coche a través de todos sus sensores. El objetivo que se persigue es conseguir que el vehículo aproveche los sistemas de red distribuidos en su entorno cercano y no depender solamente del procesador que equipa el propio coche, cuya capacidad de cálculo es limitada y tampoco es factible cambiarlo cada cierto tiempo, a medida que se incrementa el volumen de información a manejar.
Los nuevos ecosistemas de redes que están por llegar plantean un nuevo modelo de gestión, que se puede basar en un modelo como el actual, con pocos centros de datos en manos de los grandes operadores. U otro, más distribuido, que permite la entrada de nuevos actores, con más centros de datos de menor tamaño, pero más especializados. “Pero una de las discusiones que hay ahí es el coste energético de tener centros distribuidos, que sería más alto que el tenerlo centralizado en grandes centros de datos”, apostilla Antonio Skarmeta.
Sea un modelo u otro, el caso es que se está a punto de entrar en una etapa nueva de la comunicación digital y la interconexión; una etapa tan apasionante como crítica, en la que la seguridad y el control inteligente de los sistemas van a ser claves para que todo funcione adecuadamente, y la ciudadanía aproveche las ventajas de las nuevas eras 5G y 6G.