Científicos de la Universidad de Granada (UGR), pertenecientes al Departamento de Psicología Experimental, han estudiado cuáles son las preferencias olfativas de los caracoles para combatir así las plagas de esta especie, causantes de pérdidas millonarias cada año en cultivos de leguminosas de forraje y de cereales en zonas de España como Galicia y en países como Australia o Estados Unidos.
El objetivo de este estudio es identificar cebos más efectivos que los que se utilizan en la actualidad para este fin, y que en muchas ocasiones no funcionan correctamente. Para ello, los investigadores de la UGR llevan años estudiando la memoria de los caracoles para ver cómo aprenden a identificar cuál es su comida, y cómo se puede utilizar este conocimiento para mejorar los cebos ante una plaga.
“Nuestros experimentos consisten en tener a los caracoles sin comer durante varios días, y posteriormente en el laboratorio los colocamos sobre una superficie donde situamos el alimento a una determinada distancia, para medir después si es capaz de localizarlo o no, y cuánto tarda en hacerlo”, explica el autor de este estudio, Marcial Rodríguez Buján.
Los investigadores de la UGR han comprobado así que los caracoles también necesitan la inteligencia, y hacer uso de la memoria para aprender a adaptarse al medio. Los científicos de la UGR se aseguran de que el caracol nunca antes ha olido ni probado el cebo que le colocan, para evaluar así si el nivel de privación del alimento determina su capacidad para localizarlo y conocerlo.
“Nosotros hemos demostrado que los animales sí pueden identificar como comida un alimento que nunca antes han probado: solo hay que motivarlos adecuadamente para ello, es decir, que tengan hambre después de días sin comer”, señala Rodríguez. Hasta la fecha, la Ciencia pensaba que era imposible controlar a estas especies mediante los cebos, una teoría que han desmontado los investigadores de la UGR con su trabajo en el laboratorio.
Marcial Rodríguez apunta que el sistema nervioso del caracol tiene una gran ventaja: posee muy pocas neuronas, pero de un tamaño muy grande, en comparación con el humano, “lo que permite observarlo y analizarlo de una forma muy sencilla, mediante diversas técnicas microscópicas”. En algunos aspectos, además, el estudio del sistema nervioso del caracol guarda similitudes con el de los humanos.
A la luz de los resultados de su investigación, el profesor de la UGR cree que el mejor momento para disponer los cebos contra los caracoles son los días antes de que termine su fase de letargo, “tras meses de inactividad, con las primeras lluvias, los caracoles están más activos y más necesitados, de manera que si les ponemos cebos con sustancias nuevas que nunca han probado es más probable que los ingieran de manera que podemos así controlar y limitar mejor su reproducción”.