Pingüinos de la Antártida, el termómetro de la contaminación global

La Facultad de Veterinaria de la Universidad de Murcia estudia los pingüinos de la Antártida para analizar la presencia de contaminantes a nivel global y cómo los químicos procedentes de los plásticos ya están presentes de manera masiva en el continente helado.

Compartir

La visión romántica sobre la Antártida no se corresponde con la realidad. Por desgracia, el continente helado ya no es el lugar prístino, libre de la acción humana y vacía de contaminación que se encontraron los hombres de Ernest Shackleton a principios del siglo XX. Este territorio hostil y salvaje se ha convertido en un sumidero de contaminantes llegados desde todos los puntos del planeta, tal y como atestiguan los pingüinos que viven en esta región del planeta.

Miguel Motas muestra un polluelo de pingüino.

Un equipo de investigación de la Facultad de Veterinaria de la Universidad de Murcia, dirigido por el profesor de Toxicología, Miguel Motas, ha detectado niveles preocupantes de metales y contaminantes emergentes en pingüinos, una especie de ave considerada como uno de los mejores biomonitores para determinar la presencia de contaminación en esta región remota del planeta.

Por qué los pingüinos de la Antártida son el termómetro de la contaminación global

Los pingüinos reúnen una serie de características que los convierten en unos buenos ‘termómetros’ de la contaminación a nivel global. Se trata de unas aves con un nicho ecológico muy reducido, es decir, que viven permanentemente en la misma zona, de manera que los contaminantes que haya en su organismo solamente los han podido adquirir ahí; se encuentran en una posición elevada en la cadena trófica y son capaces de mostrar la biomagnificación, fruto de la acumulación de los contaminantes en las diferentes especies de la cadena trófica; y se trata de animales longevos, interesante factor porque tiene más oportunidades de acumular cantidades de contaminación más elevadas y ofrece también una serie histórica.

Con esta premisa, el equipo de Miguel Motas tomó muestras en la Antártida de plumas y cadáveres de pingüinos barbijo (Pygoscelis antarctica), papúa (P. papua) y Adelia (P. Adeliae) de las islas Shetlands del Sur y Península Antártica, una de las zonas de la Antártida más cercana a América y donde hay un contacto mayor con seres humanos, bien participantes en las expediciones científicas que se desplazan hasta allí cada verano austral o turistas que visitan la zona, una actividad creciente que también deja su huella.

Miguel Motas toma muestras de un pingüino de la Antártida.

Qué nos dicen los pingüinos sobre la contaminación en la Antártida

Miguel Motas explica que, a tenor de lo que se ha encontrado en el interior de los pingüinos, la concentración de contaminantes en la Antártida es «semejante a lo que tenemos en el hemisferio norte; semejante a la que se da en el Mediterráneo, que es una cuenca semicerrada sometida a una enorme presión humana; semejante a la del Polo Norte, muy cercano a zonas con industria pesada».

Y no solo eso, en los estudios de Miguel Motas se han analizado animales en los que la concentración de contaminantes es tan elevada que llega a niveles tóxicos y pueden morir por ello, «estos niveles de contaminación son muy sorprendentes», afirma Miguel Motas.

Qué supone la alta concentración de contaminantes en estos animales

La presencia de contaminantes en los pingüinos, aparte de alertar del problema global que supone la expansión de estos tóxicos por todo el planeta, tiene consecuencias sobre los propios animales. «Sin llegar a dosis que provoquen la muerte, la presencia de contaminantes a niveles tóxicos compromete funciones como la reproducción, por lo que hay determinadas poblaciones de pingüinos que están reduciéndose, y muy probablemente se debe a fallos reproductivos asociados a la presencia de plomo, PCB´s (empleados en refrigerantes y lubricantes) u otros contaminantes orgánicos, que actúan como disruptores endocrinos y comprometen la supervivencia de la especie en su conjunto».

Actualmente, Miguel Motas se encuentra ultimando un artículo sobre la presencia de contaminantes emergentes en los pingüinos de la Antártida del que no puede dar datos muy concretos pero, tras el estudio de los datos obtenidos después de analizar ejemplares de pingüino barbijo, sí puede adelantar que la presencia de compuestos químicos procedentes de los plásticos es alarmante y tan abundante como la que se encuentra en regiones habitadas.

Qué tipos de contaminación se ha detectado en la Antártida

A algunos pingüinos se les colocó un sistema de seguimiento para conocer sus hábitos.

La contaminación que se ha detectado en la Antártida es de dos tipos. Por un lado está la local, fruto de las misiones científicas que se realizan en el entorno que, aunque extreman las medidas de control, no pueden evitar dejar una cierta huella; y de la actividad turística, que aunque está muy vigilada y sometida a medidas muy estrictas, también tiene su impacto en la zona visitada. «Los animales que viven cerca de las bases científicas y de las zonas frecuentadas por los turistas presentan una concentración mayor de contaminantes».

Por otro lado, a la Antártida llegan contaminantes de todo el planeta a través de las corrientes oceánicas y las corrientes atmosféricas, como ocurre en el caso del mercurio. La Antártida, al igual que el Polo Norte, se ha convertido en un sumidero de mercurio. Este metal pesado llega allí impulsado por los vientos globales, precipita por el frío y se acumula en el hielo, donde permanece prácticamente inalterado debido a las bajas temperaturas y a la ausencia de luz durante la mitad del año.

«Esto demuestra que todo está interconectado: lo que contaminamos aquí llega allí; es un ecosistema muy frágil, porque todos los seres vivos de la cadena alimentaria de la Antártida dependen del kril, un microcrustáceo que está disminuyendo a causa de la contaminación».

Colonia de pingüinos barbijo en la Antártida.

Qué papel jugará el cambio climático en relación a la contaminación en el continente helado

El cambio climático es un factor más de amenaza para la Antártida, porque afecta al kril, pero, además, el deshielo asociado al calentamiento del planeta provoca que se liberen al medio y vuelvan a circular libremente contaminantes que se mantenían atrapados en el hielo desde el comienzo de las emisiones de la actividad industrial, con lo que se incrementan los niveles de contaminación en la zona.

El planeta se enfrenta a un problema global y que se ha extendido hasta los rincones más alejados de la actividad humana; un problema que se tiene que abordar desde todas las áreas científicas, también la Veterinaria, para ofrecer una solución integral.