Liberar perdices de granja perjudica a las poblaciones silvestres

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Perdiz roja.

La suelta de predices criadas en granja para aumentar el rendimiento cinegético de los cotos de caza reduce la calidad de las poblaciones silvestres, según ha demostrado un estudio realizado por investigadores del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), en el qeu se analizan las medidas de gestión cinegética aplicadas sobre la perdiz roja.

Para ello, se han llevado a cabo encuestas y sondeos sobre la población de dichas aves en 48 cotos de caza de Castilla‐La Mancha, Extremadura y Madrid. Los resultados reflejan que en las zonas donde se intensifica la liberación de perdices de granja disminuyen las poblaciones y la productividad de sus congéneres silvestres.

La investigadora del CSIC en Instituto de Investigación en Recursos Cinegéticos (centro mixto del CSIC y la Universidad de Castilla‐La Mancha) Beatriz Arroyo, que ha dirigido la investigación comenta: “Aunque la causa de este detrimento no esté muy clara, lo que sí queda patente es que la liberación de perdices de granja es, cuando menos, ineficaz”.

Según el artículo, “estudios previos ya han señalado que la suelta de perdices de granja puede favorecer la diseminación de enfermedades y parásitos, y alterar el acervo genético de las poblaciones ya que, en ocasiones, las perdices de granja son híbridos entre perdiz roja y perdiz chukar (A. chukar). Del mismo modo, la investigación también ha detectado una relación negativa entre la intensidad de la caza en cada zona y los parámetros estudiados en las perdices silvestres.

El estudio, por ejemplo, no ha detectado ningún efecto claro entre el nivel de caza de zorros y urracas, y la abundancia estival de perdiz silvestre. Este control legal de depredadores es una de las prácticas de gestión más extendidas. Por el contrario, sí ha encontrado que la presencia de comederos y bebederos para estas aves mantiene una relación positiva con su abundancia y productividad. La investigadora del CSIC considera que este hecho puede sugerir “carencias en los hábitats gestionados”.

El artículo concluye, por tanto, que “la mejor estrategia para fortalecer las poblaciones silvestres debe concentrarse en aumentar la disponibilidad de comida y agua a través de nuevos suministros, como se hace actualmente, y preferentemente mediante la mejora de la propia calidad del hábitat y la regulación de la presión de caza con respecto a la abundancia”. Arroyo lo tiene claro: “Algunas estrategias de gestión son más eficientes que otras y la aplicación conjunta de todas ellas puede no tener un efecto acumulativo, por lo que sería recomendable que se enfocara, tan sólo, hacia aquellas más efectivas y sostenibles”.

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