Las investigadoras madres consiguen menos sexenios que los hombres

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Desde hace décadas se viene constatando que, del mismo modo que en otros ámbitos profesionales, los resultados del desempeño de la mujer en la investigación científica son sistemáticamente inferiores a los de los hombres y aunque la distancia entre unas y otros da muestras de reducirse, persiste en el tiempo y sigue siendo significativa. Conceptos como efecto tijera , tubería con fugas o techo de cristal se utilizan con frecuencia aunque no dejan de ser, realmente, términos o imágenes fetiche que no explican el hecho.

En igualdad de condiciones, las mujeres alcanzan menos metas académicas y las que logran lo hacen en un tiempo mayor.

Un grupo de investigadores de la Universidad de Granada ha realizado una investigación –publicada en Revista Española de Documentación Científica bajo el título El efecto de la maternidad en la productividad científica analizado a través de la obtención de sexenios de investigación (1990-2020), en el que analizan con parámetros objetivos el efecto que la maternidad tiene en las carreras académicas de las mujeres.

Los cuatro investigadores responsables del estudio son Evaristo Jiménez Contreras, Rafael Ruiz Pérez y Carlos Ruiz Fresneda, de la Universidad de Granada, y José Navarrete Cortés, de la Universidad de Jaén.

Qué efecto tiene la maternidad sobre la carrera científica de las investigadoras

La investigación y los datos constatan que, en efecto, la llegada de los hijos afecta a la productividad de las madres investigadoras en mayor medida que a los padres investigadores e implica, además, retrasos significativos a la hora de solicitar y conseguir sexenios. Estos sexenios, por otro lado, representan un elemento fundamental en la carrera de los investigadores universitarios ya que es lunidad empleada por la administración para ofrecer incentivos económicos, para determinar el progreso en la carrera académica y, finalmente, contribuyen de manera relevante al prestigio profesional.

El trabajo de estos investigadores de la Facultad de Comunicación y Documentación granadina aporta evidencias decisivas y factuales. Para ello, se alejan de la metodología habitual empleada hasta ahora en estos casos, las encuestas. Según explican, se trata de un método siempre amenazado por los estados de opinión y percepciones más o menos subjetivas de las encuestadas, además de los problemas asociados a los tamaños muestrales, intervalos de confianza, etc. que inutilizan muchos de los trabajos publicados hasta ahora.

Esta investigación utiliza los datos de la propia administración relativos a número de hijos, sexo, especialidad, etc. de toda la universidad granadina (más de 5.000 sujetos) y estudia y compara la situación de hombres y mujeres con y sin hijos en todas las especialidades manteniendo iguales las demás variables, dado que el entorno es el mismo para todos.

Qué diferencias han encontrado entre investigadoras e investigadores

Los resultados revelan varios hechos interesantes. En primer lugar, que las diferencias en la frecuencia de las solicitudes se dan en todo el espectro de las especialidades. En segundo lugar, que a igualdad de circunstancias, esto es cuando hay hijos, el efecto es significativamente mayor en las mujeres que en los hombres. Y al contrario, si no hay hijos de por medio el comportamiento de las investigadoras es igual al de los investigadores e incluso ligeramente mejor. En segundo lugar, la presencia de los hijos también afecta a las tasas de petición y obtención de sexenios de los hombres con hijos pero en una medida considerablemente menor.

El efecto de los hijos no sólo se refleja en que se soliciten menos sexenios. También en que los tiempos que necesitan para reunir los méritos se alargan considerablemente. Siendo el mínimo establecido para una solicitud de 6 años, las investigadoras con hijos necesitan de 1 a 2 años más para conseguirlo que ellos, un tiempo que se alarga cuanto mayor es el número de hijos.

El ultimo resultado relevante es que este efecto ralentizador se difumina con el tiempo; es decir, cuando los hijos han superado la edad infantil, las investigadoras recuperan su ritmo hasta al punto de que en las fases medias y avanzadas de su trayectoria profesional sus resultados se equiparan y con alguna frecuencia superan a sus colegas varones. Toda esta investigación viene a mostrar que, en contra de lo aducido en algunos trabajos, el efecto de la maternidad es nítido e implica un coste profesional para las mujeres mucho mayor que para los hombres.

Esta investigación pone de manifiesto que son necesarias medidas correctoras por parte de la administración de modo que tener hijos no sea una decisión con unos costes profesionales económicos, de progresión y de prestigio relevantes en el entorno de la investigación universitaria y que no obligue a las investigadoras a la tesitura de elegir entre maternidad y carrera profesional.