La Universidad de Jaén descubre la ubicación de los campamentos de los ejércitos de la Batalla de las Navas de Tolosa

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Los hallazgos arqueológicos obtenidos por investigadores de la Universidad de Jaén (UJA) permiten ubicar los campamentos de los ejércitos de la Batalla de Navas de Tolosa, así como la organización funcional que se estableció en su interior.

Investigadores de la UJA en la excavación del entorno donde se desató la batalla de las Navas de Tolosa.

La Universidad de Jaén lidera el estudio arqueológico de la batalla de las Navas de Tolosa, en el marco del proyecto de investigación ‘Patrimonio Histórico, Naturaleza y Turismo en el Parque Natural de Despeñaperros: análisis arqueológico del campo de batalla de las Navas de Tolosa: escenarios, rutas, materiales y paisaje natural’, financiado por la Junta de Andalucía y la Unión Europea, a través del Campus de Excelencia Internacional (CEI) en Patrimonio Cultural y Natural, dirigido también por la Universidad de Jaén.

Aparte de investigadores del área de Historia Medieval y del Instituto en Arqueología Ibérica de la Universidad de Jaén, el equipo integra especialistas de otras instituciones como Patrimonio Nacional, la Universidad Complutense de Madrid y el Centros Superior de Investigaciones Científicas (CSIC).

Cómo se ha conseguido conocer la ubicación de los campamentos de los ejércitos de las Navas de Tolosa

La profesora de Historia Medieval de la Universidad de Jaén, Irene Montilla Torres, explica que el desarrollo de esta investigación arqueológica parte del diseño de un sistema de prospección arqueológica superficial, fundamentada en la georreferenciación precisa de cada uno de los elementos documentados, siguiendo los casos paradigmáticos de Baecula o Iliturgi, también en Jaén.

Adorno de indumentaria hallado en la zona donde se cree que estuvo el campamento.

Hasta el momento, este trabajo ha permitido el registro de casi 3.000 piezas muy relevantes, las cuales se han agrupado en diferentes categorías como: puntas de flecha, clavos de herradura, arreos de caballería, elementos de indumentaria y monedas. “La ubicación precisa de estos elementos en el espacio permite ir más allá del propio objeto, a través del análisis de las interrelaciones que se producen entre los mismos, lo que posibilita el establecimiento de, por ejemplo, los lugares en los que se ubicaron los campamentos de los ejércitos y la organización funcional que se estableció en su interior: zonas para el herraje de las caballerías, espacios destinados a las tiendas de campaña, etcétera”, subraya.

Además del análisis de los restos superficiales y subsuperficiales, también se han realizado excavaciones arqueológicas que se han centrado en la fortificación de Castro Ferral, una pieza clave en la articulación de la batalla. “Estos trabajos están demostrando que no se trataba solo de una torre de control y vigilancia del paso entre la Meseta y Andalucía, como se había considerado hasta el momento, sino de un verdadero castillo de unas dimensiones considerables. Además, se han descubierto varias líneas de muralla superpuestas, que muestran una historia mucho más compleja de lo previsto con anterioridad”, añade.

Plano con la densidad de material arqueológico en Castro Ferral y cortafuegos.

Cuál fue la Batalla de las Navas de Tolosa

La Batalla de las Navas de Tolosa se produjo el 16 de julio de 1212, en el actual municipio de Santa Elena, en una zona que se encuentra dentro del Parque Natural Despeñaperros. La contienda se planteó como un enfrentamiento entre la Cristiandad y el Islam por los dos bandos combatientes. Por una parte, el cristiano, comandado por el rey castellano Alfonso VIII, consiguió la bula de cruzada por parte del papa, lo que incitó a aliarse a los reyes de Aragón y Navarra, a un importante número de caballeros procedentes de otros reinos de Europa (Italia, Francia, Inglaterra, etcétera), a las órdenes militares de Calatrava y Santiago (entre otras), así como a las milicias urbanas de todo el territorio peninsular cristiano.

A este contingente se enfrentó el dirigido por el califa almohade, Muhammad al-Nasir (llamado Miramamolín en las fuentes escritas) que agrupaba al propio ejército norteafricano, junto a tropas andalusíes, tribus árabes, jinetes turcos (kurdos) y mercenarios cristianos. En ambos casos, se unieron un importante número de voluntarios, llamados a la guerra santa. La confluencia de gentes de muy diversa procedencia en un mismo lugar, representa una oportunidad única de abordar el estudio de estas sociedades.