La UMU recuerda en imágenes el éxodo de los kurdos iraquíes

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La Facultad de Comunicación y Documentación de la Universidad de Murcia organiza este jueves, 10 de febrero, la jornada ‘El gran éxodo en Kurdistán: hace 30 años’.

A las 11 horas se inaugurará en la sala Isidoro Valcárcel una exposición fotográfica que recopila imágenes de los primeros días del éxodo de los kurdos iraquíes y su entrada en el Kurdistán iraní. La muestra podrá visitarse hasta el 25 de febrero.

A continuación, a las 12 horas, tendrá lugar una mesa redonda sobre el Kurdistán Iraquí en el salón de grados de la facultad, que contará con las intervenciones de Ayden Ostan, representante en España del Gobierno regional del Kurdistán iraquí en funciones; Dayra Monastyrskaya, directora de Relaciones Internacionales de la representación; y Manuel Martorell, periodista e historiador con siete libros publicados sobre Kurdistán. Será el periodista José Luis Vidal Coy quien modere la mesa.

Tal y como explica Vidal Coy, “en marzo de 1991 las tropas de la coalición liderada por Estados Unidos para desalojar a Sadam Husein de Kuwait dieron por terminada su ofensiva en territorio iraquí, a unos 150 kilómetros al sur de Bagdad. El régimen baasista sobrevivió. Animados por la debilidad militar iraquí durante el ataque internacional, las poblaciones descontentas con el dominio suní y baasista se rebelaron, al socaire de la derrota del ejército de Sadam. Los chiíes, en el sur, y los kurdos, en el norte, se alzaron en armas. Sin embargo, las fuerzas reservadas por Sadam Husein le sirvieron para reprimir salvajemente las revueltas inconexas kurda y chií. Al norte, en Kurdistán, la represión fue brutal. En el sur, también”.

Las ciudades kurdas fueron escrupulosamente “peinadas” en busca y captura de rebeldes. Las montañas, pueblos y aldeas kurdas fueron bombardeadas a conciencia. Turquía, que también observaba un reavivamiento del independentismo kurdo, cerró su frontera, dejando atrapados a millones de kurdos iraquíes. Un millón trescientos mil de ellos huyó a través de las montañas en dirección a Irán, que abrió sus fronteras de la provincia de Shardhast para acoger uno de los mayores éxodos del siglo XX.

La catástrofe humanitaria fue tremenda, a pesar de que Irán consiguió ayuda internacional de ACNUR para hacer frente a la marea humana que llegó a su territorio.