Desde hace un año la Universidad de Murcia dispone de uno de los sistemas antiplagio más populares del mundo: Turnitin. Este software permite a los profesores la detección de texto no original tanto en los trabajos realizados por los alumnos en clase como en los TFG, TFM y tesis doctorales.
La UMU y la UPCT previamente ya habían configurado en el curso anterior un grupo de trabajo cuya misión era testar los sistemas antiplagio existentes para escoger el que mejor se adaptara a sus necesidades. Se compararon características, precio y modalidades y, al final, se decidió que el más conveniente para ambas instituciones era Turnitin, uno de los sistemas antiplagio más conocidos internacionalmente.
Cuando un profesor desea utilizar Turnitin encarga una tarea de alta de usuario a la Biblioteca de la UMU y se convierte en lo que se denomina un “instructor”. La Universidad de Murcia cuenta en estos momentos con 338 instructores activos, es decir, profesores que han solicitado informes de similitud a Turnitin. Estos docentes han llevado a cabo durante este tiempo más de 3.000 informes de similitud.
Pablo Pérez Ballester, Jefe de Área de la Biblioteca Universitaria, destaca que Turnitin proporciona un informe de similitud en el que reconoce los párrafos de cada trabajo que coinciden con otros anteriores, pero “cuyos resultados hay que tomarlos con mucha precaución y estudiarlos caso por caso, siempre por el profesor”.
Fuentes y funcionamiento del sistema antiplagio
Las fuentes con las que Turnitin compara los trabajos para ofrecer informes de similitud son muy variadas. Entre ellas, las fuentes gratuitas de internet (periódicos, revistas y páginas webs), también una serie de recursos de pago, en la que se incluyen las editoriales científicas más importantes, y los depósitos de trabajos de otros clientes de Turnitin en el mundo, así como la propia base de datos de la Universidad de Murcia, en la que se incluyen también los trabajos para los cuales se han encargado informes de similitud de forma previa.
Turnitin muestra todos los párrafos que coinciden con estos textos. “Lo que se recibe es una panorámica muy gráfica de qué parte del contenido es original del estudiante y qué parte procede de otras fuentes”, pudiendo comprobar qué fragmentos de esas fuentes han sido citados y cuales han sido copiados sin citar.
Se puede parametrizar el programa para que no incluya aquello que es claramente una cita, es decir, todo lo que va entre comillas y lo que está referenciado en los estilos de citas más comunes. Una vez realizados estos filtros, los porcentajes de coincidencia que Turnitin arroja hay que interpretarlos ya que, a veces, el estudiante introduce las citas de manera diferente y Turnitin puede no reconocerlas como citas por lo que, “el trabajo de revisión por parte del profesor sigue siendo insustituible” según nos comenta Pérez Ballester. Turnitin es solamente –y nada menos- una herramienta que descubre similitudes de fragmentos de texto entre documentos al profesor, pero el único capaz de decidir si es o no plagio es el docente, después de una revisión concienzuda del tipo de textos que se ha incluido, de cómo se introducen y como están tratados.
Derecho, Economía y Enfermería, a la cabeza
De momento, aplicar este sistema antiplagio no es obligatorio, aunque en el Vicerrectorado de Estudios de la UMU se está estudiando incluirlo como requisito obligatorio en los TFG y los TFM.
Las tres facultades que han demostrado un interés especial en la utilización de Turnitin, y que ya han pedido programas de formación específica para su profesorado en el uso de este sistema, son las de Derecho, Economía y Enfermería.
“En la Biblioteca de la UMU siempre hemos tenido claro que, a pesar de los pocos recursos que tenemos, debíamos encargarnos de este asunto, porque pensamos que una de las competencias que el estudiante tiene que recibir en la universidad es cómo usar la información de manera ética”, apunta el director de la Biblioteca Universitaria, y añade que el uso para el que está concebido Turnitin no es para cazar al infractor, “sino para enseñarle cómo tiene que usar las obras de otras personas en sus propios trabajos, que el estudiante tiene que dejar claro qué parte de sus trabajos es un contenido original y qué parte es citado, que cada trabajo debe tener un buen balance entre el contenido original propio y el de otros autores y que, cuando sea necesario apoyarse en otras obras, resulta fundamental que el estudiante incluya una parte original de dichas obras en su trabajo”.
Coincidencia de textos
Las estadísticas dicen que la mayor parte de los informes de similitud que se envían a Turnitin incluyen entre un 1 y un 24 por ciento de contenido procedente de otros textos. Estas cifras no implican necesariamente que se trate de plagio, sino que existe una coincidencia entre los textos y es el profesor quien tiene que dilucidar qué parte de ese porcentaje corresponde a citas bien hechas y qué parte no se ha referenciado correctamente como cita. Tampoco es lo mismo que un texto no original aparezca en las conclusiones de un trabajo a que lo haga en una introducción porque las conclusiones deben ser fruto del trabajo realizado por el estudiante. Todas estas cuestiones es lo que debe juzgar el profesor, “y esto es una magnífica herramienta para hacerlo, pero en ningún caso es un detectómetro de plagio, el factor humano es fundamental”, aclara Pérez Ballester, que añade que está seguro de la importancia creciente de herramientas como esta, porque “con la profusión de la información digital, el copiar y pegar es una tentación tremenda”.
Según el director de la Biblioteca, a los estudiantes habría que explicarles claramente, y de forma constante, que los trabajos sirven para aprender y para desarrollar su capacidad crítica. “Un trabajo es algo que te hace crecer como persona y como estudiante, enseña a investigar, y por lo tanto tiene que quedar claro el contenido original”, comenta, y añade que si bien hay estudiantes que introducen textos de otros de manera inocente, también hay personas que intentan acabar con un trámite con el mínimo esfuerzo, “lo que va en detrimento de la calidad de la enseñanza y de la credibilidad de la universidad”.
Los sistemas antiplagio como Turnitin sirven para ayudar a que esto no suceda, pero siempre de la mano de un docente, que es, en definitiva, quien tiene siempre la última palabra.