La tecnología desarrollada por la UA para almacenar hidrógeno en cristales de hielo

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El hidrógeno está llamado a convertirse en el combustible limpio con el que se culminará el proceso de descarbonización, de ahí que grupos de investigación de todo el mundo trabajen en torno a esta fuente de energía que actualmente plantea dos problemas fundamentales: su producción y su almacenamiento. Un grupo de investigación de la Universidad de Alicante (UA) ha desarrollado una tecnología nueva, que permite almacenar hidrógeno en cristales de hielo a presiones y temperaturas más bajas de las convencionales.

Judit Farrando con una muestra de carbón activado. Foto: Roberto Ruiz (UA)

Se trata del primer grupo de investigación que trabaja en el almacenamiento de hidrógeno en fase húmeda, utilizando el carbón como un nanoreactor y su trabajo ha sido publicado en la revista científica Nature Communications.

Cómo se almacena hidrógeno en cristales de hielo

La tecnología desarrollada por investigadores del Laboratorio de Materiales Avanzados de la UA se basa en un carbón activado poroso y químicamente optimizado que actúa como un nanoreactor y puede contener el hidrógeno a nanoescala en forma de cristales de hielo. 

«Hemos sido capaces de introducir hidrógeno en cristales, similares al hielo, en tan solo 7 minutos y a una presión de 1350 bares. Estos cristales están confinados en las cavidades del carbón activado a una temperatura de 0ºC”, explica el catedrático de Química Inorgánica de la UA Joaquín Silvestre. “Hasta ahora, este proceso se podía llevar a cabo pero con tiempos muy largos y a presiones superiores a 2000 bares. Nuestro próximo objetivo es conseguir llegar por debajo de 700 bar que es el estándar superior empleado en automoción”, añade.  

Detalle del carbón activado donde se aprecian las cavidades más grandes. Foto: Roberto Ruiz (UA)

En qué se basa este modelo de almacenamiento de hidrógeno

Desde 2015, los investigadores del LMA del Departamento de Química Inorgánica de la Universidad de Alicante han trabajado en el desarrollo de técnicas para almacenar hidratos de metano en las cavidades de materiales porosos como el carbón. “Se trata de un modelo presente en la propia naturaleza ya que en el fondo de los océanos y en el subsuelo de regiones frías como Siberia se forman estructuras de hielo que contienen metano”, señala Silvestre. Uno de los factores clave de este último trabajo publicado en Nature Communications es que el grupo de investigación ha conseguido en cuestión de minutos, un proceso que en la naturaleza requiere de meses e incluso años.  

El reto en esta ocasión ha sido saber si podíamos incorporar hidrógeno, no presente en la naturaleza, en este proceso. Es decir, convertir el agua de las cavidades en cristales de hidrato”, detalla Silvestre que ha trabajado en este nuevo proyecto junto a los investigadores  de la UA Judit Farrando, Manuel Martínez y Carlos Cuadrado. En este sentido, se trata del primer grupo de investigación a nivel mundial que trabaja en el almacenamiento de hidrógeno en base húmeda utilizando el carbón como un nanoreactor.

Los Investigadores de la UA y autores del artículo publicado en Nature Communications Joaquín Silvestre (izq.), Judit Farrando (centro) y Manuel Martínez (dcha.). Foto: Roberto Ruiz (UA).

El hidrógeno es el elemento químico más abundante del planeta capaz de sustituir a los combustibles fósiles y contribuir así a la lucha contra el cambio climático. “Ya sabemos que el hidrógeno es limpio y seguro y sabemos cómo generarlo, pero el reto actual es poder almacenarlo y transportarlo”, apunta Silvestre. Una de las opciones para acumular el hidrógeno es en estado líquido pero es necesario mantenerlo a una temperatura de -253 ºC. “Podemos afirmar que utilizando como nanoreactor el carbón activado podemos almacenar el hidrógeno a 0 ºC, temperatura suficiente para mantener los cristales de hielo”, insiste el catedrático de la UA.  

En definitiva, las cavidades del carbón permiten almacenar una gran cantidad de hidrogeno en un espacio muy pequeño optimizando la presión y las condiciones térmicas. Estos dos factores son claves para dotar de más autonomía no solo a coches, sino también a transportes que necesitan mucho más combustible como barcos y aviones.