La sequía acaba con una de las lagunas más emblemáticas de Doñana

Adiós a la última laguna permanente de Doñana. La sequía y la sobreexplotación de los acuíferos han secado esta masa de agua, la laguna permanente más grande del espacio natural, que se ha mantenido a lo largo del tiempo, salvo en las sequías de 1983 y 1995, en las que también dejó de existir de forma temporal. Se trata de uno de los signos más evidentes de la tremenda sequía que está sufriendo la Península Ibérica.

Vista aérea de la laguna de Santa Olalla el 2 de septiembre.

La laguna de Santa Olalla ha quedado reducida a un pequeño charco en el centro, donde ya no acuden las aves acuáticas. Esta es la tercera vez que ocurre desde que la Estación Biológica de Doñana – CSIC comenzó a registrar datos sobre el espacio natural en los años 70 del siglo pasado.

Doñana históricamente ha sido un refugio para la fauna. Cuenta con un importante sistema de lagunas, de las que solo unas pocas se mantienen con agua todo el verano, ofreciendo refugio a las primeras aves limícolas que migran al sur tras criar en el norte de Europa, y además constituyen los hábitats de un buen número de especies de flora y fauna estrictamente acuáticas. Además, en verano los arrozales también ofrecen un importante refugio. “Pero las cosas han cambiado. A Doñana ya no le quedan lagunas permanentes mientras que la superficie de arrozal plantado este año es una tercera parte de la normal debido a la falta de agua”, explica Eloy Revilla, director de la Estación Biológica de Doñana-CSIC.

Por qué se ha secado la laguna de Santa Olalla

La sequía que está sufriendo Europa, especialmente intensa en la Península Ibérica, está haciendo estragos en el espacio natural. Sin embargo, lo más preocupante es que esto viene de lejos. “Hace ya años que no llueve de manera normal. Doñana lleva diez años consecutivos con niveles de precipitación inferiores a la media”, comenta Revilla. Las zonas húmedas y las especies que dependen de ellas, como las aves acuáticas, se ven especialmente afectadas y se ven obligadas a desplazarseen busca de las áreas que mantienen agua disponible en los momentos más duros del estiaje.

La laguna de Santa Olalla es la única que se mantenía con agua permanente de un rosario de grandes lagunas (las lagunas peridunares) que se forman a sotavento del impresionante cordón de dunas que separa la marisma del Océano Atlántico. Su origen está en las descargas de agua del acuífero de Doñana en esta zona, el cual genera una explosión de vida. Estos y otros valores naturales han hecho que Doñana tenga la consideración de Parque Nacional y Reserva de la Biosfera.

Sin embargo, la continua explotación del acuífero por parte de la agricultura intensiva y de las extracciones para consumo humano, también en los años tan secos como este, hace que no solo las lagunas temporales hayan desaparecido de Doñana, sino que también las permanentes estén amenazadas.

Vista del último charco de agua de la laguna de Santa Olalla el día 31 de agosto

Cuáles son las consecuencias de la sobrexplotación del acuífero

Las lagunas peridunares se sabe que están afectadas principalmente por las captaciones de agua de la localidad de Matalascañas, que en verano aumenta su consumo de agua exponencialmente con la llegada de decenas de miles de turistas y que hace que la población pase de unos pocos miles de habitantes a unas cien mil personas. El efecto del consumo de agua por los turistas es tan intenso que los piezómetros -los sondeos que miden la profundidad a la que se encuentra el nivel de agua del acuífero-, detectan las diferencias entre los días de diario y los fines de semana, cuando el consumo es mucho mayor. Incluso identifican la diferencia entre el día y la noche, cuando la gente duerme y gasta menos agua.

“Esta es la tercera vez que la laguna de Santa Olalla se seca completamente desde que tenemos registros. Ocurrió también en 1983 y en 1995, en ambos casos coincidiendo también con períodos de sequía intensa”, explica Revilla. “Sabemos, por las veces que ha ocurrido con anterioridad, que no solo es la sequía la causa de que las lagunas permanentes de Doñana hayan desaparecido. La sobreexplotación del acuífero de Doñana es también responsable”. Un acuífero está sobreexplotado cuando de él se extrae más agua de la que recarga cuando llueve, algo que lleva muchos años ocurriendo en Doñana.

Nuevas entradas de agua en la Laguna de Santa Olalla.

Cómo se hace el seguimiento del acuífero

La Infraestructura Científica Tecnológica y Singular – Reserva Biológica de Doñana, dependiente de la Estación Biológica de Doñana CSIC, ha instalado una cámara de seguimiento en la laguna para ver su evolución en los próximos días. El 31 de agosto Santa Olalla estaba seca, agostada y cuarteada, reducida a un minúsculo charco de agua y fango. Sorprendentemente, el día 1 de septiembre, después de que mucha gente ha vuelto ya a sus casas, se observa que vuelven a brotar algunos veneros y surgencias de las que se nutre la mayor laguna permanente de Doñana.

Ante esta grave situación en la que se encuentra la laguna de Santa Olalla, el director de la Estación Biológica de Doñana – CSIC pide que se aceleren las medidas para eliminar las captaciones de aguas subterráneas de Matalascañas, y que, mientras tanto, se impongan restricciones al uso del agua en la urbanización, al menos en años en los que las lagunas se encuentran en situaciones tan extremas como este. “No puede ser que mientras se sigue regando el césped en Matalascañas, las lagunas de Doñana se sequen completamente”, concluye.

Qué otros humedales están en peligro

La crisis climática ha puesto en jaque a otros muchos humedales en la Península Ibérica. Uno de ellos es el de las Salinas del Cabo de Gata, en la provincia de Almería, que este verano luce un aspecto desolador. El caso de este espacio húmedo es diferente, y su desaparición no se debe en sí a la falta de precipitaciones, aunque es cierto que esta circunstancia ha contribuido a su desecación.

La laguna de las salinas se alimenta de agua del mar, pero las lluvias de esta primavera provocaron un corrimiento de tierras, que cegaron los túneles que las alimentan, de forma que desde principios de verano no hay ni una gota de agua en este entorno, no tampoco queda rastro de las aves acuáticas que la poblaban. Por suerte, la Junta de Andalucía ha obligado a la empresa salinera a reponer la conducción, unas obras que en unos meses devolverán la vida a este lugar.

Inundación de las Tablas de Daimiel. Animación de Lastablasdedaimiel.com.

En Castilla-La Mancha hay otros dos espacios húmedos amenazados por la escasez de precipitaciones y por la extracción de agua para riego. Por un lado, las Tablas de Daimiel, en la provincia de Ciudad Real, están en serio peligro. De las 1.750 hectáreas que se podrían encharcar, actualmente presentan agua unas 49, es decir, el 2,8% de la superficie.

Según la Confederación Hidrográfica del Guadiana, en las reservas del Acuífero 23 o de La Mancha Occidental, que alimenta a Daimiel, hay un déficit de 1.500 hectómetros cúbicos. Esta situación ha llevado a que muchas de las aves migratorias que hacían parada en este entorno, ahora sigan de largo.