Investigaciones recientes han confirmado que las personas mayores que tienen una potencia muscular alta viven más años y además lo hacen con un mayor nivel de autonomía. Ahora, dos nuevos estudios desarrollados por la Universidad de Castilla-La Mancha (UCLM) y el CIBERFES han conseguido determinar cuál es el umbral de potencia muscular por debajo del cual se comienza a perder funcionalidad física, así como los valores que determinan que una persona padezca dependencia física grave.
Las conclusiones de estos trabajos, en los que han participado investigadores del CIBER de Fragilidad y Envejecimiento Saludable (CIBERFES) en el Grupo GENUD Toledo (UCLM), han sido publicados en las revistas ‘Journal of Cachexia, Sarcopenia and Muscle’ y ‘Medicine & Science in Sports & Exercise’.
“La evidencia ha mostrado que la potencia muscular es la principal variable que influye en la funcionalidad física de las personas mayores. Sin embargo, hasta la fecha no existían puntos de corte ni valores normativos que nos permitieran diagnosticar una baja potencia muscular, o simplemente conocer si los niveles de una persona son normales o incluso positivamente altos con respecto al resto de la población”, explica Ignacio Ara, coordinador de los estudios.
Para poner cifra a estos umbrales, en el primero de estos estudios los investigadores se centraron en hallar el valor de potencia muscular relativa a la masa corporal que determina un riesgo elevado de padecer problemas en la movilidad y funcionalidad física. Los resultados fijaron que estos niveles mínimos de potencia muscular se corresponden con 2,1 W/kg en mujeres y 2,6 W/kg en hombres. Las personas mayores por debajo de estos valores tuvieron diez veces más riesgo de padecer limitaciones funcionales.
Los investigadores también observaron que la pérdida de potencia muscular relativa comienza a partir de los 30 años, aunque se acelera sobre todo a partir de los 50 años, tanto en hombres como en mujeres. A partir de los datos obtenidos, el estudio recoge también unas tablas con las cifras de referencia para cada sexo, que permiten ofrecer información al paciente o usuario sobre si sus niveles de potencia muscular son bajos, normales o elevados con respecto al resto de la población. “De esa manera podremos prevenir cuando una persona se está acercando a valores de riesgo e intervenir mediante un programa de ejercicio físico individualizado que mejore la potencia muscular relativa”, explica el primer autor del estudio, Julián Alcázar.
El segundo trabajo desarrollado en este campo por este equipo de investigadores se centró en identificar qué valores de potencia muscular relativa determinan que una persona padezca un problema de dependencia física grave, como es no poder levantarse de una silla de altura estándar (45 cm) sin ayuda de los brazos. “Esta actividad es de vital importancia en el día a día, ya que es la antesala de cualquier otra actividad, y requiere de unos niveles mínimos de potencia muscular relativa en las piernas para poder llevarse a cabo”, apuntan los investigadores.
Los resultados revelaron que, aunque el nivel de potencia muscular relativa necesario para levantarse de una silla depende de la estatura, el umbral promedio necesario es de aproximadamente 1,0 W/kg, sin estar influido en este caso por la variable del sexo.
Además, los investigadores encontraron que, entre las personas mayores que no alcanzaban ese valor mínimo de potencia muscular, el 100 % padecían problemas de movilidad, como una baja velocidad de la marcha, y aproximadamente el 50 % padecía algún tipo de discapacidad en actividades de la vida diaria, como el aseo personal. Por ello, “el umbral de potencia muscular relativa identificado (1 W/kg) podría ser un valor crítico, ya que revertir la situación muscular y funcional en personas mayores por debajo de ese nivel resultaría una tarea muy complicada, en comparación con aquellas personas mayores que están por encima del valor mencionado”, subraya Julián Alcázar.