El vertebrado terrestre más diverso del planeta, con cerca de 600 especies y que habita únicamente en Centro y Suramérica, es la rana del género Pristimantis. Estos anfibios habitan casi todos los ecosistemas terrestres y son muy frecuentes en Colombia y Ecuador, en donde muestran una amplia variación de tamaños, formas, texturas y coloración. Hace pocos años se descubrieron especies de este género que habitan los páramos y que presentan en su piel voluminosos parches glandulares con distintas funciones, algo que se desconocía sobre ellas.
En los páramos –distribuidos en las cordilleras de Venezuela, Colombia, Ecuador y Perú– habitan 83 especies de Pristimantis. Esta diversidad llevó a que el Grupo de Ecología Funcional y Evolución del Instituto de Ciencias Naturales (ICN) de la Universidad Nacional de Colombia (UNAL) y el Museo de Zoología de la Universidad San Francisco de Quito (Ecuador) investigaran las causas de la presencia de estas grandes glándulas en las ranas, su distribución en distintas especies del páramo, y la relación entre ecología y morfología en estos animales.
En el estudio se analizaron 273 individuos de 32 especies distintas de Pristimantis de los páramos colombianos y ecuatorianos, para lo cual se extrajeron tres muestras de piel de diferentes partes del cuerpo y usando técnicas para identificar la anatomía de su piel (histológicas), incluyendo las glándulas presentes y sus características, a partir de la forma en que estas muestras reaccionaban a diferentes tintes (método de tinción), que se observaba en el microscopio.
“Además se realizaron diversas mediciones corporales, se extrajo información sobre las características externas y las dimensiones relativas de los animales, datos sobre su ecología y la distribución de todas las especies que se han registrado en los páramos”, asegura el biólogo Juan Carlos Sánchez, magíster en Ciencias – Biología de la UNAL e integrante de la investigación.
Cuál es la sorprendente adaptación de estas ranas
Se descubrió que los individuos del género Pristimantis de los páramos tienen dos tipos de glándulas en la piel: las mucosas, presentes en todos los anfibios y comúnmente asociadas tanto con la respiración como con la regulación de la temperatura y el agua; y las acinares, que son distintas y novedosas ya que sus secreciones presentan diferencias de tamaño, forma, distribución, lo cual demuestra un alto nivel de especialización en sus funciones; por ejemplo, sirven como protección para sobrevivir en temperaturas extremas.
“Las sustancias segregadas pueden ser de tres tipos y su función depende de factores como el tamaño de las glándulas y la distribución en la piel; las secreciones de las especies con los abultamientos más grandes se relacionan con la producción de alcaloides, como un sistema de defensa contra depredadores”, explica el investigador.
Otras especies tienen glándulas que protegen su piel ante la radiación, el viento o la temperatura fría característica de los páramos en donde viven, y también ante bacterias u hongos. “Estos resultados le dan un giro al entendimiento de las adaptaciones que han desarrollado las ranas para habitar el páramo”, asegura.
En qué se diferencian de las ranas que viven en zonas más protegidas del clima
Las especies que habitan zonas más protegidas del clima del páramo tienen un aspecto tuberculado y con coloración para camuflarse, y por lo general sus glándulas son más pequeñas y menos numerosas, a diferencia de las especies que viven en los sitios más expuestos, lo que demuestra su adaptación.
Por otro lado, las especies de aspecto liso y coloración llamativa que tienen grandes glándulas detrás de la cabeza y las patas –delanteras y traseras– se identificaron como tóxicas.
Las investigaciones realizadas en el género Pristimantis han generado importantes hallazgos en el ámbito de la taxonomía (clasificación), pero su anatomía no se había estudiado a fondo, y mucho menos su ecología o morfología funcional, por lo que estos descubrimientos son un aporte significativo al entendimiento de su adaptación a estos entornos.
“La alta especificidad de este tipo de glándulas también las vuelve especies vulnerables, ya que solo pueden vivir en ese lugar, que hoy está amenazado por factores como la destrucción y el deterioro de los páramos, la reducción de la calidad ambiental, la contaminación y la introducción de especies invasoras. Un ejemplo importante es la disminución de sapos arlequines, autóctonos en el país, que están en un gran riesgo de extinción”, indica el biólogo.
Las ranas son muy importantes para la cadena trófica o alimenticia, ya que se alimentan especialmente de pequeños o medianos invertebrados como insectos y a su vez son el alimento de otras especies como aves, por lo que su presencia es fundamental en los ecosistemas; si no están se daña toda una red crucial para el buen funcionamiento de estos espacios naturales.