En un país como Colombia, el promedio de vacunación es del 60 %, lo cual lleva a cuestionar por qué en las comunidades vulnerables el porcentaje es menor. En la actualidad, los indígenas y afrodescendientes representan el 4,4 y 9,34 % de la población del país, y tienen la letalidad más alta por COVID-19, con 3,19 y 3,24 % respectivamente, lo cual contrasta con la tasa general del país que es de 2,54 %. Se han quedado fuera de los procesos de vacunación contra la Covid-19.
Esta fue la preocupación que llevó al Centro de Pensamiento Medicamentos, Información y Poder, de la Universidad Nacional de Colombia (UNAL), con apoyo de organizaciones como OXFAM Colombia, a realizar un estudio alrededor de esta problemática en municipios como Leticia, Buenaventura, Turbo, Ipiales y Vigía del Fuerte. El objetivo es hacer recomendaciones que lleven a generar mejor políticas públicas, que sean realmente incluyentes con estas comunidades.
Para evaluar criterios como la concentración étnica y racial, el índice de pobreza multidimensional (IPM), la mortalidad por COVID-19 y la cobertura en la vacunación, se utilizaron datos del Ministerio de Salud y Protección Social, el Instituto Nacional de Salud, el Departamento Administrativo Nacional de Estadística (DANE), la Organización Nacional Indígena de Colombia (ONIC), y bases de datos de la Universidad de Oxford (Estados Unidos).
Tatiana Orjuela, consultora internacional para la Organización Panamericana de Salud (OPS) e investigadora del Centro de Pensamiento Medicamentos, Información y Poder, dice que se publicaron dos documentos que recogen estas reflexiones. El primero aborda el tema del diagnóstico en cuanto a la situación de inmunización para COVID-19 en el país, en el cual encontraron las cifras antes mencionadas. En el otro documento se realizó un estudio de campo para determinar cuáles fueron los problemas para el acceso a estas vacunas.
Qué ha fallado en el proceso de vacunación de indígenas y afros
“Se evidenció que los entes gubernamentales no tenían la infraestructura adecuada para la pandemia que se vivió, lo cual representó un reto para los gobiernos locales en el acceso a estos biológicos, y un caso puntual de la dificultad fue que la vacuna de Pfizer, la primera que llegó, que por sus condiciones de refrigeración y cuidado no se podían llevar a los sitios más vulnerables”, asegura.
Añade que “año y medio después de estar implementándose el Plan Nacional de Vacunación, un alto porcentaje de la población indígena y afro no ha podido acceder a las vacunas, de una pandemia que aun no acaba, y que hoy en día tiene alrededor de 6,2 millones de casos confirmados, por lo que es urgente buscar estrategias”.
Según la experta, entre las recomendaciones más relevantes que se hacen desde las investigaciones están: la necesidad de tener mejores políticas públicas para el monitoreo y la divulgación de libre acceso, que sea incluyente para las comunidades, ya que muchas veces no se tienen en cuenta las culturas y particularidades de la lengua y tradición; y en el que se tenga claridad de la cobertura, los precios, las patentes y la disponibilidad de vacunas.
Qué otros problemas se han detectado en el ámbito de la salud pública en estas comunidades
Además de estos datos que mostraron la gran brecha en el acceso a vacunas, se realizó un estudio con 15 grupos en Leticia, Buenaventura, Turbo, Ipiales y Vigía del Fuerte, entre los que había 80 participantes de comunidades indígenas zenú, embera, inga y uitoto; afro e incluso migrantes de Ipiales (Nariño), para escuchar sus historias de vida y entender un poco más por qué se han presentado dificultades en el acceso.
Algunas de las problemáticas principales encontradas fueron la falta de confianza en las instituciones de salud, la ausencia de reconocimiento de las características culturales como la lengua, la cosmovisión y la religión, entre otras; la educación y comunicación en estas comunidades en cuanto a salud; las barreras geográficas que no permiten una adecuada infraestructura y continuidad del plan de vacunación, y la gran cantidad de información que muchas veces no está verificada.
La profesora Claudia Vaca, directora del Centro de Pensamiento Medicamentos, Información y Poder de la UNAL, señala que “si no visibilizamos las profundas inequidades en el acceso a la vacunación en el país, es casi imposible hablar del éxito de los planes planteados; además, es fundamental combatir las noticias falsas y la forma como se transmite la información, ya que esta va más rápido que el mismo virus, y puede ser letal si no es rigurosa y responsable”.