La economía circular se impone como una necesidad. La reutilización de residuos de todo tipo en la fabricación de productos nuevos es una tendencia al alza, con beneficios ambientales y económicos, y con aplicaciones en un número creciente de sectores. Uno de estos nuevos nichos se abre en el ámbito de la producción de café y de coco, cuyos restos vegetales, mezclados con plástico, permiten producir un material nuevo para la elaboración de palés y otros elementos para el almacenaje.
El ingeniero ambiental, Diego Fernando López Rodríguez, magíster en Ingeniería Química de la Facultad de Ingeniería y Arquitectura la Universidad Nacional de Colombia (UNAL), afirma que, “en la actualidad, los residuos lignocelulósicos y plásticos son dispuestos en rellenos sanitarios, teniendo en cuenta que en el país no existe normatividad alguna que promueva la separación en la fuente y el aprovechamiento de este tipo de material”.
Los residuos lignocelulósicos agroindustriales, son definidos como aquellos residuos o subproductos de cultivos cosechados y que posteriormente han pasado por un proceso de modificación o procesamiento. Estos se componen de lignina, hemicelulosa y celulosa, elementos promisorios en el ámbito industrial.
Cómo se pueden aprovechar los residuos del café, el coco y el plástico
El magíster propone la elaboración de un biocompuesto obtenido a partir de residuos vegetales y plásticos post-industriales (polipropileno y polietileno de alta densidad). El material resultante sirve para la elaboración de elementos como estibas, armazones rígidos sobre los que se pone la mercancía distribuida de forma homogénea en altura y superficie.
Explica que, mediante un proceso de extrusión, el cual permite mezclar por acción de la temperatura los residuos vegetales y los plásticos post-industriales, se obtuvo el nuevo material, el cual es fácil de moldear y cuenta con buenas características o propiedades mecánicas.
Qué ventajas tiene este nuevo biomaterial
Según el magíster, “la combinación de los materiales aporta al mejoramiento de diferentes propiedades en los biocompuestos como la resistencia al impacto, a la humedad y a la corrosión; además, son flexibles”.
Otro hallazgo del trabajo es que la estopa de coco, el cisco de café y los plásticos post-industriales, reflejaron un aumento en el módulo de tracción y flexión final del 30 %, así como una alta durabilidad.
Así mismo, según análisis técnico – económico, la producción y venta de biocompuestos tendría un margen de utilidad del 11 %, debido a que la obtención de la fibra vegetal puede lograrse a bajo costo.
Con respecto al impacto ambiental, las estibas elaboradas tienen bajo impacto ambiental asociado a la huella de carbono, “no superando los 490 kilogramos de CO2 como gas contaminante ligeramente acido para el aire durante el proceso industrial, que generalmente sería contaminante desde los 800 y los 1000 kilogramos de material particulado en el aire”.