Este avance de bajo coste podría ser una solución muy eficaz contra las hemorragias nasales

Las hemorragias nasales afectan a millones de personas en el mundo, especialmente a adultos mayores y pacientes con diabetes o hipertensión. Sin embargo, los tapones comerciales son costosos y al retirarlos pueden causar daño. Ahora, un grupo de científicos desarrolló un prototipo a base de compuestos naturales que sería una alternativa más segura y asequible

El sangrado nasal, o epistaxis, ocurre cuando se rompen los vasos sanguíneos de la nariz, encargados de transportar oxígeno y nutrientes por el cuerpo. Se puede causar por factores simples, como cambios de temperatura o sequedad ambiental, y también por problemas de coagulación relacionados con ciertos medicamentos o enfermedades como la hipertensión.

El investigador Fabio Andrés Camargo, magíster en Ciencias Farmacéuticas de la Universidad Nacional de Colombia (UNAL), señala que en el Hospital Universitario Nacional (HUN) de la UNAL los casos de epistaxis son frecuentes. Sin embargo, los tapones nasales disponibles en el mercado, usados en urgencias y consultas médicas, a veces no logran detener el sangrado en casos severos después de 2 ó 3 días. Además, su retiro suele ser doloroso, ya que no están diseñados para ser suaves, lo que provoca molestias y fricción en las fosas nasales.

Ante estas dificultades, desde su pregrado en Farmacia el magíster se interesó en desarrollar un tapón nasal que superara las limitaciones de los comerciales. Su objetivo era crear una alternativa más efectiva y cómoda, evitando además el uso indiscriminado de gasas, una solución poco eficaz para muchos pacientes.

¡Y lo consiguió! En el laboratorio desarrolló un prototipo con compuestos naturales como el quitosano, un polímero que se obtiene del esqueleto de camarones (blanco o tigre), de insectos (gusano de seda o saltamontes) y de hongos (zygomycetes), compatible con el organismo y libre de toxicidad. Para mejorar su elasticidad y firmeza, incorporó alcohol polivinílico (PVA), además de ácido tranexámico, un fármaco que, al detectar la presencia de sangre en la fosa nasal, se libera y detiene el sangrado en solo 15 minutos.

Una combinación interesante, y en esencia sencilla: los compuestos ya estaban disponibles en el laboratorio y solo fue necesario mezclarlos y agitarlos por unos minutos. Sin embargo, el ensamblaje requería dos pasos clave: primero, el PVA se combinó con alginato de sodio, un gel natural capaz de hincharse y facilitar la liberación de fármacos.

Esta fusión, lograda a temperaturas de hasta -175 °C, forma el núcleo del dispositivo. Luego se construyó la “armadura” con quitosano, PVA y el fármaco, garantizando dos aspectos esenciales: que el tapón fuera biocompatible, cómodo y capaz de ejercer la presión adecuada en la fosa nasal, y que liberara eficientemente el medicamento que detiene el sangrado.

Los dos procesos se realizaron en moldes 3D, donde se introdujeron los componentes y se enfriaron, ya que las bajas temperaturas ayudan a conservar las propiedades que hacen que el tapón nasal sea ideal para pacientes con sangrado recurrente.

Según el investigador, “cada molde tiene forma de lápiz, y la capa exterior del dispositivo imita la elasticidad de un guante de látex. Esto les otorga características similares a los tapones comerciales, pero a un costo mucho más bajo”.

Se estima que los tapones desarrollados en laboratorio costarían hasta un 50 % menos que los importados, los cuales, según un estudio del Centro Nacional de Información Biotecnológica de Estados Unidos, pueden llegar a valer entre 50 y 75 dólares cada uno.

Además de reducir costos para hospitales y clínicas en el futuro, esta investigación también disminuiría el impacto ambiental, ya que, a diferencia de los tapones comerciales, hechos especialmente de plástico, los desarrollados en laboratorio son biodegradables. Esto significa que, tras su uso durante los 2 o 3 días recomendados, se descomponen más fácilmente y regresan al ciclo natural.

Para evaluar su desempeño se midieron propiedades como elasticidad, rigidez y resistencia a fracturas mediante un texturómetro. Los resultados fueron positivos: el dispositivo cumple con las expectativas y ofrece una opción más cómoda y eficiente, sin la adhesión molesta de los tapones convencionales.

Para ver la acción del fármaco del tapón al entrar en las fosas nasales se midió su distribución en una sustancia que emula la sangre, en este caso se ponían en contacto en un tubo de ensayo y se contabilizaba el tiempo de liberación de la medicina mediante rayos de luz, los cuales evidenciaban el rastro de la sustancia. Al cabo de 5 a 15 minutos el medicamento era suficiente para detener el flujo, y por ende el sangrado. Además se encontraron los porcentajes ideales para que la combinación de los compuestos sea efectiva, algo que no se había reportado en la literatura.

El dispositivo es pionero en el país, y, como expresa el magíster, se convierte en un insumo para que otras investigaciones lo prueben en animales, como por ejemplo cabezas de cordero, un modelo interesante y novedoso; así como en células humanas, midiendo si hay algún tipo de toxicidad o contraindicación en el proceso.

La investigación fue dirigida y apoyada por los docentes Bibiana Margarita Rosa Vallejo Díaz y Helber de Jesús Barbosa, del Departamento de Farmacia de la UNAL.