El sector agrario ha vuelto a tener un peso específico importante en la propuesta de formación estival de la Universidad de Almería, si bien en esta vigésimo segunda edición se ha abordado desde fuera hacia adentro a través de tres cursos de interés. Si durante la segunda semana ya ocupó parte de la atención del seminario ‘Contribución de las tecnologías de captura, almacenamiento y uso de CO2 a la bioeconomía’, esta tercera semana ha concluido con una doble aparición significativa. Por un lado, y de modo más directo, ha estado presente en ‘Almería, una realidad trepidante para la mejora genética de hortícolas’, cuyo cierre se ha producido con la ponencia de Pedro Jesús Pleguezuelo, de Syngenta, titulada ‘Tendencias en nuestros cultivos’. A esto cabe añadir la mirada a la agricultura que ha depositado Alejandro Gallego Schmid, profesor de Economía Circular y Evaluación de la Sostenibilidad del Ciclo de Vida en la Universidad de Manchester, en el curso dedicado a ‘La bioeconomía circular como motor de generación de empleo y nuevos modelos de negocio’.
Este reputado especialista, comprometido ante al cambio climático colaborando con un buen número de ONG internacionales y de organismos gubernamentales y organizaciones académicas e industriales, es egresado de la UAL, por lo que su presencia en los Cursos de Verano ha supuesto “cerrar un círculo”, según ha explicado al revisar sus orígenes: “Acudí a ellos como un estudiante y ahora lo hago como ponente, lo cual es un gran honor para mí”. Actualmente forma parte de Tyndall Manchester, un equipo interdisciplinario que trabaja en investigaciones relevantes sobre la sostenibilidad del cambio climático, identificando soluciones sostenibles para sistemas industriales, de agua y energía sobre una base de ciclo de vida y economía circular, teniendo en cuenta los aspectos económicos, ambientales y sociales. En esa línea de trabajo ha encauzado su intervención, “una perspectiva diferente de la que se tiene por parte de otros ponentes, más centrados en la realidad de Almería”. Su valoración ha sido clara respecto a la agricultura almeriense: “Un modelo que tiende hacia la economía circular, es bastante eficiente, pero puede seguir mejorando”.
A él ha correspondido enlazar el tema general de la bioeconomía, que “es de plena actualidad, candente, y ha alcanzado niveles legislativos ya, puesto que la UE, a través de su Green Deal incluye un segundo paquete sobre economía circular en el que la parte biológica tiene un papel fundamental”, con el de la agricultura, “un sector clave para la sostenibilidad, ya que en el mundo es el segundo que más recursos consume, tras la construcción, y el cuarto en producción en huella de carbono y contribución al cambio climático, después de la construcción, los consumibles y el transporte”. Su ponencia, con la que se ha abierto la última jornada del curso, ha tenido por título ‘Economía circular aplicada a la agricultura: conceptos, indicadores y sostenibilidad’. En ella, primero ha realizado una introducción a la economía circular “en contraposición a la economía lineal, que supone el 90% de la economía mundial”, hablando de los problemas que esta produce: “Queremos hacer una transición hacia una economía circular, y por ello he expuesto las ventajas que otorga desde las perspectivas ambiental, económica y social”.
Ha continuado por “las estrategias circulares, cómo se pueden aplicar y ver los potenciales nuevos modelos de negocio”, pasando acto seguido a una segunda parte de exposición dedicada a ejemplificar con casos cómo se han adaptado al mundo concreto de la agricultura: “Hemos establecido una definición específica de agricultura para la economía circular, las estrategias generales las hemos adaptado a la agricultura”. Por último, ha entrado de lleno en una materia de la que es especialista, “el análisis del ciclo de vida, una herramienta que nos permite calcular hasta 18 impactos ambientes distintos, aplicada para medir la sostenibilidad de la economía circular; ‘si no lo puedes medir, no existe’, porque hay un riesgo: igual que antes algunas empresas hacían ‘green washing’, vender que eran sostenibles, algunas venden ahora que son circulares, y es fundamental medir esa circularidad, y medir si esa circularidad es más sostenible, porque la economía circular, si no es más sostenible, carece de sentido, además de que ser circular no implica que sea más sostenible; por eso hay que medir”.
Esta herramienta “es muy importante para el ‘Modelo Almería’, la aplicación del análisis del ciclo de vida, para poder medir la sostenibilidad del sector respecto a otros competidores”. La agricultura, “teniendo ese gran peso en la economía, es fundamental para la transición hacia la economía circular, un sector clave en el que todavía no se ha trabajado lo suficiente en comparación a otros, y creo que la Universidad de Almería puede tener un papel clave en ese sentido”, textualmente. Abundando más en el sector agrícola almeriense, “es un modelo donde, por un lado, es muy eficiente con los recursos, con el agua, por ejemplo, lo cual es muy positivo para nosotros porque buscamos hacer un uso muy eficiente de los materiales; en ese sentido, tiende hacia la circularidad, pero siempre hay maneras de mejorar, siempre se puede ser más eficiente, y en el caso de Almería es muy importante cerrar los ciclos al final de vida”. Ha lanzado la pregunta de “qué pasa con el material orgánico cuando pasa a ser residuo de invernadero” y ha recordado que “empieza a haber plantas de compostaje, que es interesante, pero se pueden explorar otras vías, y más con la cantidad de material que se produce en esta provincia”.
Sus sugerencias han sido varias, “biochar, fuentes que incluso den energía limpia, como la producida con digestión anaeróbica, pirolisis, gasificación…, más allá de la producción en si misma, todo lo que la rodea, como los plásticos, ir hacia algunos que sean más biodegradables, qué ocurre con ellos al final de vida, ¿podemos reciclarlos de alguna manera, hacer rafias que sean más biodegradables?”. Ha trasladado el problema a ámbito mundial, ya que “un tercio de la producción de alimentación en el planeta, se pierde, bien en la producción, algo que sucede más en los países en desarrollo, o hacia el consumidor, que pasa en los países desarrollados”. Es obvio que “resulta importante evitar que se pierdan esos productos, lo cual es una ineficiencia, generación de residuos y va contra la economía circular, por lo que hay que buscar soluciones, planificar de manera correcta y darle salida a los productos, que pueden destinarse a otras producciones, como ensaladas, mermeladas o cuarta y quinta gamas; al final hay muchas posibilidades”. Satisfecho de su presencia en el curso, ha reconocido que le parece “increíble el grupo de ponentes que ha reunido la Universidad de Almería, desde distintos ámbitos como el de la empresa, las cooperativas, las instituciones y las universidades”.