Actualmente, se conocen 89 especies vivas del género de sapos Rhinella, grupo que cuenta con una amplia distribución en América, pero cuyo registro fósil es escasísimo, por lo que se conoce muy poco de sus antepasados. Esta es la importancia de un estudio liderado por Juan Pablo Guevara, investigador de la Red Paleontológica de la Universidad de Chile, que asignó restos encontrados cerca de Lonquimay a una especie aún no identificada de este género. El hallazgo, publicado en la revista Journal of South American Earth Sciences, representa uno de los registros más antiguos de este tipo de sapos en el área andina sudamericana y el más austral hallado en el período Mioceno.
Un nuevo punto de hallazgos paleontológicos en Chile fue dado a conocer por un equipo de investigadores, quienes revelaron el descubrimiento de un ancestro prehistórico del género de sapos Rhinella que vivió hace unos 12 a 13 millones de años en la que hoy conocemos como Región de la Araucanía. Los restos encontrados en el Cerro Rucañanco, ubicado al sureste de la localidad de Lonquimay, corresponden a una extremidad superior articulada del ejemplar, pieza que permitió a un equipo de investigadores de la Red Paleontológica de la Universidad de Chile determinar el parentesco del espécimen con el grupo de sapos conocidos como bufónidos, específicamente del género Rhinella. El estudio fue publicado por la revista Journal of South American Earth Sciences.
Juan Pablo Guevara, investigador de la Red Paleontológica de la Universidad de Chile y autor principal del trabajo, señala que el fósil proviene de una expedición realizada en 1991. “Hasta hace algunos años, este hallazgo permanecía guardado y asociado al ave fósil Macranhinga chilensis en el Museo Nacional de Historia Natural (MNHN).
Durante un proyecto de manejo de colecciones, uno de los coautores, Sergio Soto, se encontraba catalogando piezas fósiles, donde notó que la morfología del ejemplar de nuestro estudio no correspondía con lo que se espera de un ave, por lo que más tarde, junto al mismo Sergio Soto y otro de los coautores, Jhonatan Alarcón, hicimos una revisión y fue en ese momento que determinamos este material fósil como un anuro, lo que dio inicio a este estudio”, relata.
El hábitat de este sapo ancestral del género Rhinella, indica el paleontólogo, se posiciona en el Mioceno, una época del período Neógeno, posterior a la extinción de los dinosaurios, en la que comienza la consolidación de la flora y fauna moderna, especialmente de mamíferos y aves. En este sentido, sostiene que “el ambiente donde nuestro ejemplar se depositó es del tipo fluvio-lacustre, lo que nos podría indicar que este animal probablemente vivió en zonas asociadas a ríos o lagos de aquella época. Este anfibio habría convivido con aves, en particular con la especie Macranhinga chilensis, mamíferos y peces de la época”.
Una ventana a los orígenes de Rhinella
El investigador explica que el ejemplar “vendría a ser un pariente de los actuales Rhinella spinulosa, Rhinella arunco y Rhinella atacamensis que habitan nuestro país. Del mismo modo, existen más ‘parientes’ a lo largo de Sudamérica pertenecientes a este género”. Sin embargo, detalla que “si bien este grupo de sapos actualmente es uno de los más diversos de América del Sur, están escasamente representados en el registro fósil”. En este sentido, plantea que el ancestro hallado en la Araucanía “constituye uno de los registros más antiguos de ranas en la región andina de América del Sur. En cuanto a la distribución del registro fósil, este bufónido del Cerro Rucañanco representa el registro más austral de este grupo que se ha reportado hasta la fecha para el Mioceno, lo que implica que este grupo de anuros estuvo distribuido en el extremo sur de América del Sur al menos desde esa época”.
La importancia del descubrimiento, además, no solo radica en ser uno de los pocos registros de bufónidos en Chile, uno de los más incompletos entre los vertebrados terrestres. Estudios filogenéticos sugieren que la época de divergencia del género Rhinella estaría en los inicios del Mioceno, por lo que este espécimen sería la pieza más cercana al período en que este grupo de ranas inició el proceso evolutivo que dio origen a la proliferación de especies que podemos ver hoy. Esta diversidad, a la fecha, comprende 89 especies vivas del género de sapos Rhinella, muchas de ellas con una amplia distribución en gran parte de América.
En este sentido, destaca el valor de este espécimen para entender la distribución actual de anfibios bufónidos, en particular del género Rhinella de Sudamérica. “Hasta antes de que este artículo fuera publicado, solo se tenía como hallazgo confirmado la presencia de un bufónido del género Rhinella en Colombia para el Mioceno, con una edad similar a nuestro hallazgo. Por lo que, hasta ese momento, solo se tenía certeza de que este tipo de anfibios estaba presente en el norte del continente para esa época. Sin embargo, con este nuevo antecedente, se tiene una nueva configuración, que considera que estos anfibios ya estaban distribuidos también en el extremo sur de Sudamérica. Esto cambia el antiguo panorama y aporta luces para nuevas teorías sobre cuándo aparecen estos anfibios y cómo se distribuyeron”, afirma.
Cristian Becker, jefe Curatorial y Científico del Museo Nacional de Historia Natural, donde se preserva el espécimen, señala que “una de las grandes tareas del Museo Nacional de Historia Natural es el resguardo y la conservación de nuestras colecciones, que son patrimonio natural y científico de nuestro país. Esto incluye a los restos encontrados en la Araucanía y que fueron estudiados por investigadores de la Red Paleontológica de la Universidad de Chile.
La conservación de estos restos fósiles ha permitido que sean analizados posteriormente, los que permiten estudios paleontológicos como el que se ha realizado con el género Rhinella. Nuestro Museo resguarda colecciones desde hace casi dos siglos, además de ser un referente en el resguardo de colecciones paleontológicas y biológicas, entre otras”.
Nuevo sitio paleontológico
Respecto al valor paleontológico de este sitio, Juan Pablo Guevara enfatiza que “la considerable diversidad de vertebrados que se ha descubierto en los afloramientos de la Formación Cura-Mallín, expuestos en Cerro Rucañanco, constituye una valiosa oportunidad para obtener un mejor conocimiento de la diversidad faunística que existió durante el Mioceno en el extremo sur de América del Sur”.
El investigador de la Red Paleontológica de la Universidad de Chile especifica, además, que tiene un gran potencial para proporcionar nuevos hallazgos de sapos fósiles, cuyo estudio ayudará potencialmente a comprender la evolución de este grupo en Sudamérica. “El descubrimiento de nuevos materiales permitirá tener una imagen más clara de la diversidad de este grupo en el Paleógeno y Neógeno de América del Sur, que hasta ahora es escasamente conocida.
Esto nos permitirá comprender los patrones evolutivos y biogeográficos que explican la diversidad y distribución actual de los bufónidos y en particular del género Rhinella”. Por esta razón, esperan que futuras campañas a este lugar permitan dar con nuevos hallazgos e identificar a qué tipo de especie corresponde este ejemplar.