Los insectos son unos compañeros inseparables. Sin ellos no existiría la vida, así, directamente. Sin embargo, no todos los insectos causan la misma sensación. Mientras que algunos despiertan el deseo de conservación, otros, para su desgracia, desatan un rechazo profundo que los convierte en víctimas de zapatos, cepillos o cualquier otro objeto que se tenga a mano. Entonces, ¿cuáles son los insectos más odiados y los más amados? Lo aclara un especialista de la Universidad Nacional de Colombia.
Inquieto por las impresiones que causan los insectos en los seres humanos, el ingeniero agrónomo José Iván Zuluaga Cardona, profesor Emérito de la Universidad Nacional de Colombia (UNAL), ha dedicado su vida académica y científica a la entomología –ciencia que estudia los insectos–, experiencia que lo ha llevado a ser un apasionado divulgador de la ciencia en el país y en el mundo; así, le ha preguntado a unas 1.000 personas por cuáles bichos siente cercanía (entomofilia) y con cuáles aversión (entomofobia).
“En términos generales, en el ser humano existe una tendencia a la entomofobia, es decir temor exagerado o infundado a los insectos, particularmente hacia aquellas especies que implican riesgos para la salud humana, los animales domésticos o los cultivos”. Por el contrario, “la entomofilia significa valoración, defensa y conservación de los insectos debido a su atractivo o a su utilidad para la humanidad y a su importancia en las expresiones culturales”.
Cuál es el insecto más querido y cuál el más odiado
En el podio de la entomofilia la campeona, es decir, la más querido, resultó ser la mariposa, la subcampeona la abeja, y el tercer lugar se lo disputan la mariquita, la libélula, la mantis religiosa y la hormiga. En el escalafón de la entomofobia, la más odiada, la cucaracha es la primera seguida por el zancudo, y en el tercer lugar se encuentran la pulga y la mosca doméstica.
Desde cuándo existen los insectos
Los insectos habitan la Tierra desde la era paleozoica, hace más de 350 millones de años, mucho antes que los dinosaurios y los seres humanos. Entre los más primitivos se encuentran las libélulas, las cucarachas y los colémbolos, insectos diminutos que ocupan todos los continentes, incluso la Antártida.
Entre los más antiguos también se destacan los cucarrones, conocidos como las “potencias biológicas del mundo”, con más de 300.000 especies, de las cuales casi la tercera parte son escarabajos, animales míticos que los antiguos egipcios valoraban porque para ellos simbolizaban el renacer y la fuerza interior.
Pese a que tienen un ciclo de vida corto, los insectos se encuentran en todo tipo de terrenos, desde la selva tropical, páramos, cultivos agrícolas y cuevas, hasta en jardines y viviendas. Pese a su exterior, los insectos cumplen una función ecológica como recicladores de compuestos orgánicos en los suelos, control biológico, limpiadores de la naturaleza y bioindicadores de calidad o contaminación ambiental.
“Es más fácil que en 24 horas una persona que habita en la cuidad vea un insecto, cualquiera que sea, a que vea un caballo, una gallina, un cerdo y hasta una vaca, mientras que un campesino, quizá observa con más frecuencia estos animales, o las dos clases al mismo tiempo”, concluye el profesor Zuluaga.