Contaminación y sedentarismo: por qué están tan relacionados

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Investigadores de la Universidad de Castilla-La Mancha (UCLM) descubren una relación muy estrecha entre niveles altos de contaminación y el sedentarismo. Han comprobado que la población de las zonas de mayor concentración de gases contaminantes es la que menos ejercicio físico hace, y se plantean si la contaminación genera sedentarismo o es la falta de actividad física la causante de la contaminación.

Cada vez es más común ver concentraciones de vehículos en las puertas de los centros escolares, a las horas de entrada o salida de los niños. Se trata de una práctica que ha crecido con el tiempo y un signo claro de que el sedentarismo avanza a pasos agigantados en la sociedad actual.

Esta forma de vivir va totalmente en contra de las recomendaciones de la Organización Mundial de la Salud sobre hábitos de vida saludable, y se sabe, algunos estudios científicos ya lo apuntan, que tendrá consecuencias a medio y largo plazo sobre la salud de las personas. Se sospecha, por otra parte, que la contaminación tiene algo que ver en esas costumbres sedentarias, aunque no se sabe bien si como origen o como consecuencia.

Cómo influye la contaminación en los hábitos sedentarios

La relación entre sedentarismo y contaminación fue la hipótesis de partida que tomó un equipo de investigación del Centro de Estudios Sociosanitarios de la Universidad de Castilla-La Mancha (UCLM), autores de un estudio publicado en Environmental Research, una de las revistas internacionales de mayor impacto, con el han comprobado que los habitantes de las zonas españolas con un aire más contaminado son menos activos, que quienes viven en lugares con un aire más limpio.

El estudio se ha centrado en niños y niñas de hasta 14 años, aunque las conclusiones se pueden extender al resto de la población, y se ha analizado la actividad física que se realiza a lo largo de las 24 horas del día. Pero, además, se trata del primero en el mundo en el que se ponen sobre la misma mesa la contaminación y los niveles de actividad de la población.

Las conclusiones que ha arrojado son tan sorprendentes como inquietantes, y de ellas se desprende una pregunta clave a la que se tendrá que responder en investigaciones posteriores: ¿se realiza menos ejercicio físico debido a la contaminación o la contaminación es fruto de esa falta de ejercicio físico y del sedentarismo?

¿Influye el entorno en los hábitos de vida?

Uno de sus autores es el subdirector del Centro de Estudios Sociosanitarios de la UCLM, Iván Cavero, que sostiene que “el entorno puede estar relacionado con los estilos de vida”, una idea que ya viene de lejos, y alude a la Conferencia de Promoción de la Salud de la OMS celebrada en 1986, donde ya se decía que para que haya una promoción de los estilos de vida saludable se debe mejorar también el entorno en el que se vive. Porque, continúa Iván Cavero, antes de esos estilos de vida hay una organización de los entornos en los que vivimos y una serie de condiciones ambientales de contaminación, temperatura, humedad… que determinan las formas de vida.

La investigación realizada por el equipo de la UCLM ha proporcionado una fotografía muy clara de lo que está ocurriendo en la actualidad y ha permitido elaborar tanto un mapa de la contaminación en nuestro país, como un gráfico de los hábitos de ejercicio físico de la población estudiada, en el que también se han tenido en cuenta las horas de sueño y el tipo de alimentación.

En qué zonas se hace más ejercicio físico

“Hemos observado que donde hay más contaminación se siguen menos las recomendaciones de la OMS sobre actividad física, hay más sedentarismo, y el tiempo de sueño es menor”, afirma este investigador.

Como es de suponer, las zonas de mayor contaminación y menos actividad física coinciden con las zonas de mayor masificación urbana del país, especialmente todo el litoral mediterráneo, incluso también zonas de Aragón.

Se trata de entornos principalmente urbanos, donde los desplazamientos con el vehículo privado han sustituido a otros modelos de movilidad más saludables y sostenibles; y en los que los niños, objeto de este estudio, salen menos a la calle a jugar con sus amigos, a diferencia de lo que ocurre en los entornos rurales y de menor concentración de población.

En cuanto al sueño, el estudio revela que los habitantes de estas zonas más contaminadas duermen menos horas, algo que Iván Cavero relaciona con la contaminación acústica propia de los entornos urbanos, pero además, con que las personas se van a la cama menos cansadas, ya que se realiza una actividad física menor.

“La conclusión es que entramos en un ciclo en el que cambio mis estilos de vida y los hago más sedentarios. Esto produce más contaminación. Y la contaminación hace que mis estilos de vida sean más sedentarios”. Un esquema circular difícil de detener y que tiene consecuencias directas sobre la salud, que en la población infantil todavía no se ven, pero que aparecerán a medida que vayan creciendo.

Qué problemas de salud provocan la contaminación y el sedentarismo

A los problemas de salud asociados al sedentarismo se les unen los que puede ocasionar la contaminación ambiental. Hace años que comenzaron a publicarse estudios científicos en los que se asociaba altos niveles de polución con problemas respiratorios, con enfermedades de tipo vasculares y con la diabetes.

También se conoce que la polución genera productos de desecho en el organismo, que se depositan en las paredes de los vasos sanguíneos y ocasionan lo que los expertos conocen como rigidez arterial, que a la larga tiene consecuencias, incluso de cierta gravedad, en órganos principales del cuerpo, como el cerebro, el corazón, los riñones y el hígado.

“No quiero alarmar a la población, ni tampoco decir que salir a la calle es un problema. Sino que esa contaminación aumenta el riesgo de padecer esas enfermedades en personas que tienen predisposición genética a padecerlas”, asegura este investigador del Centro de Estudios Sociosanitarios de la UCLM.

Investigadores del Centro de Estudios Sociosanitarios de la Universidad de Castilla-La Mancha.

Por qué la población de zonas rurales goza de una vida más larga y de mayor calidad

Diversos estudios han demostrado que la población de las zonas rurales vive más años y esos años tienen una calidad de vida mayor. ¿Qué se esconde detrás de esta realidad? Una forma de vivir diferente a la de las ciudades, en la que hay una vida más pausada, se hace menos uso del vehículo para desplazarse y también una alimentación más saludable.

El cambio de hábitos y romper con el sedentarismo se ha convertido en uno de los objetivos a conseguir, pero el cambio climático también está interfiriendo en esta realidad. Los fenómenos extremos de olas de calor como los padecidos este verano han provocado que se saliera menos a la calle y, por tanto, se dejara de realizar ejercicio físico. De rebote se ha potenciado el sedentarismo y se ha contaminado más, debido a que se ha tenido que utilizar más el aire acondicionado.

Es una tendencia difícil de romper, y más en entornos urbanos, donde la falta de espacios verdes hace que la temperatura sea todavía mayor, además de que muchas de las ciudades actuales no están pensadas para el peatón o el ciclista. Sin embargo, anima Iván Cavero, hay que insistir, sobre todo por inculcar los hábitos de ejercicio físico en los más pequeños, tal y como se hace con la lectura.

Y en la generación de esos hábitos de ejercicio, paradójicamente, la tecnología puede ser una aliada. Este centro de la UCLM lidera el proyecto de investigación EMovi, en el que se ha analizado la actividad física de los niños. “Nos hemos dado cuenta que el hecho de darles una pulsera inteligente que registra la actividad los motiva a moverse más. Gamificar el movimiento, competir entre clases… fomenta estilos de vida más activos y se traducen en hábitos que continúan en la edad adulta”, explica este investigador.

Lo que está claro es que la contaminación y el sedentarismo van de la mano, que cambiar de hábitos de actividad física no solamente es bueno para nuestra salud, sino también para la del planeta. Y no se trata de entregarse al deporte, sino de gestos tan sencillos como aparcar el coche e ir al trabajo en bici, llevar a los niños al cole caminando y, por qué no, restarle tiempo a las redes sociales para dedicarlo a dar un paseo por la ciudad.