Los efectos del cambio climático y del calentamiento global se están haciendo notar en todo el planeta. Cada vez más regiones baten sus récords de temperaturas medias, en una escalada que ya se ha convertido en algo habitual y que resulta casi imposible de parar, a no ser que se apueste de una manera más decidida por la descarbonización del sistema. Ahora, Chile ha sido el último en subirse al carro del calentamiento, con el mes de febrero más cálido de su historia.
Este pasado febrero se registraron las temperaturas más altas en 100 años, en la Zona Centro de Chile. Así lo estableció el académico del Centro de Investigación y Transferencia en Riego y Agroclimatología (CITRA) de la Universidad de Talca, Patricio González Colville, quien analizó el comportamiento térmico de esta zona desde 1919 al 2023.
“En 100 años nunca febrero había tenido estos valores térmicos extremos promedios, con ciudades como Chillán, Los Ángeles y Temuco, donde hoy hay temperaturas máximas extremas iguales o superiores a 40°C”, explicó el investigador.
Qué ciudades chilenas batieron récord de temperaturas
Talca fue la ciudad que tuvo el promedio más alto con 33.7°C; seguido por las ciudades de Cauquenes con 33.4°C; San Fernando 33°C; Santiago y Curicó con 32.6°C; Chillán con 31.8°C; Rancagua con 31.6°C; Los Ángeles con 29.3°C y Temuco con 27.8°C.
“Este calor excesivo tiene componentes negativos para los cultivos. La temperatura, por ejemplo, condiciona directamente la intensidad de la evaporación. Extremos sobre 35°C intensifican este fenómeno y pueden incidir en aumentar la aridez”, detalló González.
El especialista señaló que adicionalmente estas situaciones generan un estrés térmico que suele provocar anomalías en el correcto desarrollo de la fotosíntesis, derivando en la producción de frutos de baja calidad.
Qué ocurre con las precipitaciones
Cabe recordar, que el territorio se encuentra atravesando un período crítico en que la zona agrícola central acumula 15 años de sequía, tanto en escasas lluvias como en los aportes de nieve.
Según González, “las oscilaciones extremas, en ambas variables, solo están generando daños, tanto en lo que respecta al tema de los incendios forestales, desertificación de suelos, como también en la seguridad alimentaria futura”.
Esta realidad pone de manifiesto las nefastas consecuencias del cambio climático para el país. “Es imprescindible mejorar las estrategias y gestión en la adaptación a esta nueva realidad agroclimática en la cual estamos insertos y que es irreversible. Hay un triángulo perverso que está amenazado nuestra producción alimentaria desde el 2007”, puntualizó.