Una tesis doctoral de la Universidad Politécnica de Cartagena ha elaborado el primer catálogo de las villas del campo de Cartagena. Un total de 63 edificaciones, que configuran “un paisaje cultural característico, irrepetible e identificativo de la comarca”, según el autor de la investigación, David Navarro Moreno, profesor de la Escuela Técnica Superior de Arquitectura y Edificación de la UPCT, en la cual también cursó sus estudios universitarios.
El catálogo elaborado ha sido facilitado al Ayuntamiento de Cartagena, que en la actualidad se encuentra inmerso en la elaboración de un nuevo Plan General Municipal de Ordenación, pues “la carencia de estudios sobre la verdadera magnitud e identidad del conjunto de villas en el Campo de Cartagena ha actuado en detrimento de su salvaguarda”, afirma el nuevo doctor por la Politécnica.
Poca conservación
“Lamentablemente, a pesar de su valor, algunas de las villas han sido derribadas, otras han sufrido tales transformaciones que han perdido al menos en parte su identidad formal, y otras presentan en la actualidad un preocupante estado de abandono, como es el caso de Villa Calamari (en San Félix), Villa Antonia (en Pozo Estrecho), o Villa Clara (en Miranda)”, añade.
El autor, que ya contribuyó con su proyecto final de carrera en Arquitectura Técnica a que Villa Calamari fuera declarada BIC, propone en su tesis facilitar a los ciudadanos el disfrute del patrimonio cultural que suponen las villas y ponerlas en valor como producto turístico.
Uso turístico para su recuperación
Itinerarios turísticos que incluyan la casa urbana, la villa de campo y el panteón de las grandes familias burguesas de la Cartagena de principios de siglo XX o la inclusión de las villas en los recorridos por el patrimonio minero o agrícola de la comarca, son algunas de las ideas del investigador, que se ha inspirado en el exitoso modelo de las villas del Véneto italiano, donde hay catalogadas unas 4.500 edificaciones singulares, algunas de las cuales presentan en la actualidad un uso hotelero y de restauración, recuperando así la función originaria de distensión de la villa.
Otras villas combinan su uso doméstico con diversas estrategias que, sin turbar la tranquilidad familiar, permiten ampliar su disfrute a la colectividad, como es por ejemplo su alquiler como lugar de celebraciones o la organización de días de apertura al público para permitir su visita. Sin lugar a dudas, “una de las principales aportaciones de la experiencia italiana es la creación de una plataforma de coordinación de la iniciativa pública y privada con objeto de dar respuesta a la necesidad de establecer una serie de reglas y principios para crear en torno a la villa un nuevo producto que pueda ser ofertado en el mercado turístico”, apunta.
Aprovechamiento económico para los propietarios
“El reto es conseguir que la protección de una villa no suponga un lastre para los propietarios, ofreciendo como contrapartida a las obligaciones derivadas de la declaración, la posibilidad de obtener un aprovechamiento económico que alivie el elevado costo de su conservación”, señala el profesor Navarro Moreno, cuya tesis ha sido dirigida por María Jesús Peñalver Martínez y Concepción de la Peña Velasco.
La historia de las villas es también la crónica del auge minero y comercial de Cartagena y su posterior declive, en la que se aprecian las vanguardias arquitectónicas, urbanísticas y de jardinería de la época junto a la evolución económica y social de la comarca, que llevó a los acaudalados patrones a alejarse del hacinado centro histórico de Cartagena. “Hay que recuperar el uso recreativo de las villas y su función como lugares de reposo y disfrute de la naturaleza frente al estrés urbano”, remarca el autor.