El ministro de Asuntos Exteriores en funciones, Josep Borrell, instó ayer miércoles a los directivos del Instituto Cervantes a ser “vectores de explicación” de la realidad actual de España como un país moderno y democrático, y a transmitir, a través de la lengua y la cultura, una imagen exterior de España que “no es mala pero podría ser mejor”.
Borrell intervino en la Reunión Anual de Directores del Instituto Cervantes que tiene lugar desde el pasado lunes en San Lorenzo de El Escorial (Madrid), donde disertó sobre cómo la institución contribuye a reforzar el peso e influencia de nuestro país en el mundo a través de la diplomacia cultural, también llamada diplomacia blanda.
“España no tiene que le escriba”, sentenció Borrell ante los 70 directivos del Instituto, en la primera sesión de trabajo que mantiene un ministro de Exteriores en este tipo de cumbres estivales. Por eso, animó a todos ellos a enseñar (sin propaganda), a través de la lengua y de la cultura, “lo que somos” como país.
“Sois embajadores de nuestra riqueza cultural y artística”, “la diplomacia no se entiende sin la cultura”, agregó Josep Borrell en la reunión a puerta cerrada. Insistió en la importancia de divulgar en todo el mundo el pasado y el presente de España, y nuestras aportaciones a la Humanidad, en las que destaca en primer lugar la fuerte presencia del español, con más de 570 millones de hablantes.
Para el titular de Asuntos Exteriores, Unión Europea y Cooperación en funciones, el Instituto Cervantes es “una de las prioridades de la política exterior española”, “una de nuestras armas más poderosas de diplomacia cultural” y “eje vertebrador de nuestra política exterior”. Por ello, los 86 centros que tiene desplegados por 45 países “son bastantes, pero no son suficientes” para llevar a cabo la tarea encomendada, que incluye además la difusión de las lenguas cooficiales.
“Un país potentísimo”
El director del Instituto Cervantes dijo tomar nota del “encargo de escribir el relato de España”, con la vista puesta en el futuro y no en un pasado frecuentemente manipulado. Para Luis García Montero, enseñar español implica también enseñar los valores de igualdad, libertad, justicia y pluralismo. Unos principios, agregó, que “hacen de España un país potentísimo”, llamado a ser puente entre las naciones democráticas de España y del continente americano.
En su opinión, el español es “una lengua de seducción democrática, dialogante y abierta”, que debe combatir las “inclinaciones supremacistas e intolerantes que están brotando en el mundo”.
La sesión de trabajo, celebrada en la Casa de Cultura de la localidad madrileña, incluyó un turno de preguntas de los directores, relacionadas algunas con las dificultades presupuestarias y limitaciones de personal que afectan a diversos centros.