Áreas marinas protegidas, por qué son fundamentales para frenar el cambio climático

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El investigador de la Universidad de Murcia (UMU), José A. García Charton, participa en un artículo que acaba de ser publicado en la prestigiosa revista Nature Communication fruto de una colaboración internacional, que arroja luz sobre los efectos globales de las áreas marinas protegidas (AMP) y revela evidencias sólidas de que estas áreas desempeñan un papel crucial en la mitigación de los impactos adversos de las olas de calor marinas a nivel mundial.

Las áreas marinas protegidas acumulan una biodiversidad clave en la salud de los ecosistemas.

A través de la recopilación de datos de 357 áreas marinas protegidas y 747 áreas no protegidas en 50 ecorregiones marinas de todo el mundo, el equipo de investigadores logró una visión integral de la influencia de estas áreas en el contexto del cambio climático.

Por qué las áreas marinas protegidas son fundamentales para frenar el cambio climático

Las áreas marinas protegidas son fundamentales para frenar el cambio climático porque pueden convertirse en fortalezas que preservan y promueven una mayor estabilidad y diversidad de las poblaciones de peces de arrecife y mitigan los efectos adversos de las olas de calor marinas a nivel global.

“Los resultados del estudio demuestran que las áreas marinas protegidas no solo contribuyen a una mayor diversidad, abundancia y biomasa de peces, tal y como hemos establecido en multitud de investigaciones anteriores alrededor del globo, y en especial en el Mediterráneo, sino que también juegan un papel crucial en la capacidad adaptativa de los ecosistemas marinos frente a los cambios ambientales inducidos por el cambio climático”, explica el profesor García Charton.

Concretamente, estos entornos contribuyen a que se genere una mayor diversidad funcional de los peces, que «potencia los roles ecológicos de los distintos grupos tróficos que conforman la comunidad de peces, ya sean carnívoros, herbívoros, micrófagos o planctófagos, haciéndola más resiliente y resistente a las perturbaciones”.

Uno de los hallazgos más sorprendentes es que las poblaciones protegidas de peces aumentaron su abundancia y biomasa incluso cuando se enfrentaron a olas de calor marinas que excedieron su límite superior de tolerancia a altas temperaturas del agua, mientras que en las mismas condiciones las poblaciones no protegidas experimentaron disminuciones de abundancia.

La naturaleza que resiste

Además, el estudio revela que las áreas marinas protegidas situadas en regiones muy alejadas de la influencia humana directa desempeñan un papel significativo en la estabilidad de las comunidades de peces frente a eventos climáticos extremos. Las áreas no protegidas en esos lugares remotos, en cambio, no lograron proporcionar este efecto amortiguador.

El profesor García Charton destaca que “este estudio proporciona pruebas sólidas de que los beneficios de las AMP bien vigiladas y gestionadas van más allá de los efectos directos de mitigación de las perturbaciones humanas; al fomentar la abundancia y estabilidad de las especies y preservar la riqueza funcional y trófica, las AMP pueden ayudar a estabilizar las comunidades de peces de arrecife frente a cambios climáticos bruscos como los asociados a las olas de calor marinas, cada vez más frecuentes e intensas, pero también frente a otras amenazas de origen humano, como la contaminación, la sobrepesca o las enfermedades emergentes”.