San Valentín, el patrón de los enamorados, ya ejerce su influjo en las calles de Almería, a donde ha regresado en forma de bajorrelieve firmado por Jesús de Perceval. La Plaza Campoamor, en pleno Centro Histórico, sido el lugar elegido para la colocación de este santo vinculado con Almería.
Hay que recordar que la Iglesia Católica vinculó el patrón de los enamorados con Almería, con la difusión de una historia que aseguraba que los restos de San Valentín había permanecido enterrados un tiempo en la Catedral de Almería. Muchos años más tarde, investigadores como Alberto Cerezuela desmintieron esa leyenda y la calificaron como una estrategia de la Iglesia para atraerse fieles.
El caso es que, cierta o no esa historia, la capital almeriense ha estado muy vinculada a este santo y lo de hoy, no es más que un acto de justicia, tanto con San Valentín como con Jesús de Perceval, autor del bajorrelieve, realizado en 1965.
El bajorrelieve se presenta en un monolito de metacrilato y aluminio que resalta el policromado de la piedra en la que en fundador del Movimiento Indaliano realizó esta obra hace ya 45 años. En la base de la obra se han inscrito estos versos de Ramón de Campomor, autor que da nombre a la plaza: “Es propio del amor, si es verdadero, compendiar en un ser el mundo entero”. La pieza estuvo instalada inicialmente en el Parque y, tras una serie de visicitudes que supusieron incluso su desaparición de la misma de su ubicación inicial, fueron recuperadas para el Ayuntamiento después de las gestiones desarrolladas por el galerista Trino Tortosa.
Según cuenta la historia que vincula San Valentín con Almería, los restos del santo son donados en el S. XVIII al Arcediano de la Catedral, Vicente González, que a su vez los dona a la Santa Iglesia Catedral. Los restos del Santo, son enterrados debajo del altar de la capilla de San Indalecio. Allí estarían sus restos hasta que las vicisitudes de la Guerra Civil Española supusieron la destrucción de la capilla de San Indalecio, siendo extraídos de dicha capilla los restos del mártir. Una vez finalizada la contienda, los restos de San Valentín vuelven a la Catedral para ser enterrados en los jardines del claustro, según las investigaciones del antiguo canónigo archivero de la catedral, Juan López Martín ya fallecido.