Un equipo de la Universidad de Murcia (UMU) analiza la respuesta de dos especies de escarabajos acuáticos ante el cambio climático. Y considera que estos insectos pueden funcionar como bioindicadores de las transformaciones provocadas por el cambio climático.
Los escarabajos han fascinado a lo largo de la historia. Los egipcios les dieron un lugar destacado en su cultura mitológica y los consideraban como un símbolo de resurrección y vida eterna. La admiración por estos insectos llegó también a los cristianos coptos, que realizaron asimilaciones sincréticas de la religión de la civilización precedente. Incluso, algunos textos medievales heredaron esta tradición copta e introdujeron la expresión bonus scarabeus, en alusión a Cristo.
Los escarabajos son unos insectos que han cautivado a todo tipo de culturas y hacen lo propio con los científicos, que sienten una verdadera admiración por ellos, aunque no solo por su belleza, sino por la cantidad de información que pueden aportar sobre los entornos naturales en los que habitan y los procesos de transformación asociados al cambio climático.
Escarabajos acuáticos ante un nuevo escenario
Entre ellas, cómo reaccionan los espacios naturales al nuevo escenario que está trayendo el cambio climático y de qué manera éstos y otros insectos se adaptan las circunstancias actuales.
El grupo de investigación de Ecología Acuática de la Universidad de Murcia ha realizado un estudio sobre dos de las especies de escarabajos acuáticos más comunes en ramblas y arroyos salinos de la zona Sureste de la península ibérica, para conocer cómo es su adaptación a un ambiente cada vez más cálido y más árido. Las especies elegidas en este estudio, publicado por la revista internacional Journal of Experimental Biology, han sido Enochrus jesusarribasi y Nebrioporus baeticus, dos escarabajos endémicos ibéricos.
Ambientes amenazados por la actividad humana
Estos ambientes se encuentran amenazados por las actividades humanas y por la aridificación asociada al cambio climático. Si se hacen realidad las previsiones de los modelos de cambio climático, en los que se anuncia un aumento de la temperatura, un descenso de las precipitaciones y una mayor duración de los periodos de sequía, la salinidad aumentará también en muchos de estos espacios e, incluso, muchos de ellos y la biodiversidad a la que dan cobijo pueden desaparecer. En este estudio se analizan precisamente los efectos de la combinación de aridez y salinidad mediante experimentos de laboratorio en los que individuos de las dos especies fueron expuestos de forma secuencial a desecación y salinidad elevada. Se midieron una serie de respuestas fisiológicas como supervivencia, pérdida de agua y concentración iónica de los fluidos internos, como explica Susana Pallarés, doctora de la Universidad de Murcia y autora principal del estudio.
Estos investigadores han encontrado una respuesta que no esperaban en estos insectos. La exposición a la salinidad elevada los “prepara” para resistir mejor el estrés por desecación.
Más sensibles a la desecación que a la salinidad
Sin embargo, si se altera el orden de exposición a estos factores de estrés, el resultado es muy diferente. Así, los investigadores de la Universidad de Murcia han comprobado que cuando el primer factor de estrés es la desecación, los escarabajos tienen menos capacidad para soportar unas condiciones de salinidad elevada.
Estas especies de escarabajos han sido utilizadas en el estudio por su capacidad para tolerar salinidades muy elevadas, ya que cuentan con mecanismos especializados en excretar sales y conservar agua. La activación de estos mecanismos durante la exposición a la salinidad probablemente contribuyó a controlar la pérdida de agua durante la posterior desecación. Por contra, la desecación es un estrés mucho más dañino para estos coleópteros acuáticos, en la medida en que conlleva una pérdida de agua y aumento de la concentración iónica de los fluidos internos mucho más rápida.
Esta aproximación “multi-estrés” es necesaria para detectar “respuestas complejas que son difíciles de predecir cuando se evalúa un solo factor, porque no son efectos aditivos, sino sinérgicos o antagónicos”, aclara la investigadora.
Los ambientes salinos conectan con los orígenes de la vida
El estudio de los ambientes salinos conecta con los orígenes de la vida en tierra firme, ya que se reproducen los ambientes que se encontraron las primeras especies que salieron del mar para asentarse en tierra. De esta forma, los datos obtenidos en este trabajo sirven también para entender mejor cómo se produjo este cambio de entorno, afirma el director del grupo de investigación de Ecología Acuática, Andrés Millán. Por otro lado, este investigador destaca la importancia de conocer a fondo a estos animales extremófilos, acostumbrados a vivir en unos ambientes poco propicios para el desarrollo de cualquier tipo de vida. Además, se trata de unos auténticos supervivientes, capaces de emigrar en busca de otras charcas cuando se ha desecado la que les da cobijo.
El grupo de la Universidad de Murcia ha dado un paso más en los estudios relacionados con el cambio climático y cómo éste va a condicionar la distribución de las especies por todo el territorio. Porque los investigadores tienen claro que las condiciones ambientales en el sureste de la Península se van a ver alteradas y la tendencia más marcada es que aumenten tanto las temperaturas como las condiciones de aridez.
De esta forma, los diferentes espacios naturales, y de manera muy especial los humedales, van a sufrir las consecuencias de una serie de cambios que pueden traducirse en una pérdida de biodiversidad.
En este sentido, estudios como los realizados por este grupo de la Universidad de Murcia permiten adelantarse y buscar estrategias de mitigación, para conseguir que los efectos del nuevo escenario no sean tan severos.